El llamado que le hiciera el Embajador de los EE.UU al alto empresariado para que enfrente la corrupción y los grandes males nacionales, tiene que despertar la reacción negativa de los “patriotas y nacionalistas” de vocación autoritaria que han de ver en la postura del diplomático un acto de injerencia inaceptable. Sin embargo, la postura del invitado ante la Cámara Americana, que dicho sea de paso manifiesta la nueva diplomacia provocada por el “nuevo orden mundial”, más abierta y directa, debe poner a pensar a los sectores que siguen los planteamientos de la “Embajada”.
Algo extraño ha sucedido en el país que ha hecho que el poder hegemónico ejercido por la injerencia norteamericana parece haber caído o disminuido, al igual que la oposición llamada democrática, antiguos “nacionalistas y constitucionalistas”, ante el gran poder local construido desde el control absoluto del Estado por la dominación del partido de gobierno. El llamado del “Embajador” parece un grito de impotencia ante ese gran poder local que ha sido levantado por el PLD precisamente siguiendo los designios y fundamentos ideológicos del “nuevo orden mundial”, el cual ha establecido el imperio de la “estrategia neoliberal” del “libre comercio” dentro de un “Mercado” que se asume desregulado y como la única institucionalidad económica que ha de regir el mundo, para que este funcione de forma automática y sin las interferencias “distorsionantes” del Estado.
Siguiendo esos predicamentos doctrinarios e ideológicos, el grupo gobernante del PLD, aplicando la teoría del Estado capitalista descubierta por la vulgata marxista, no solo ha logrado convertir a su cúpula funcionalmente en parte del sector económico “oligárquico” dominante, sino también en el grupo de mayor poder político que controla todas las fuentes del poder institucional, tal como quedó evidenciado en el último fallo del TSE que cierra la operación de la división del PRD para asegurar la continuidad del grupo gobernante en el control del Estado.
Ese gran poder monopólico no solo ha desarrollado la capacidad de anular a la oposición democrática, sino que ha sido capaz de desafiar el poder de la “injerencia” americana en las pasadas elecciones del 2012 saliendo airoso. Por las expresiones del “Embajador” que encierran un poder relativizado de los EE.UU “, parece que el poder del grupo gobernante seguirá imponiéndose al poder “injerencista” de los norteamericanos. Ese vuelco en la dinámica del poder en el país ha provocado que los “nacionalistas y patriotas” de vocación democrática y libertaria, por lo regular antiyanquis, en esta ocasión vean en el “Embajador” un aliado que se ha integrado en apoyo de la democracia dominicana en contra del peligro que encierra la existencia del un partido único que monopoliza el poder, como él mismo dijera en un anterior discurso.
Así tenemos un panorama que concluye confundido como aquella obra de Shakespeare de “comedia de equivocaciones” donde los principales actores equivocaban sus actuaciones por efecto de haber confundido a sus interlocutores. Los demócratas “nacionalistas y constitucionalistas” ahora ven bien la injerencia del imperio, mientras los “autoritarios patriotas” ahora ven mal la injerencia de ese mismo imperio que antes reclamaban para sí.
¿Cómo habrá de terminar la obra?
La flor se presenta individualmente; puede alcanzar los cinco centímetros de diámetro en las variedades silvestres, y hasta el doble en las seleccionadas por su valor ornamental. Es normalmente blanca, con tintes rosáceos o rojizos, en P. edulis; otras variedades presentan colores que van desde el rojo intenso hasta el azul pálido.
La apariencia de la flor, similar a una corona de espinas, indujo a los colonizadores españoles a denominarla como fruto de la pasión; su estructura pentarradial recibió una interpretación teológica, con los cinco pétalos y cinco sépalos simbolizando a los diez apóstoles (doce, menos Judas Iscariote y Pedro), mientras que los cinco estambres representarían los cinco estigmas. Finalmente, los tres pistilos corresponderían a los clavos de la cruz.
La chinola es, en sus variantes cultivadas, oval o redonda, de entre 4 y 10 centímetros de diámetro -aunque variedades silvestres, tales como la P. incarnata pueden producir frutos comestibles hasta del tamaño de un melón-, carnoso y jugoso, recubierto de una cáscara gruesa, cerosa, delicada e incomestible. La pulpa tiene una textura similar a la de la papaya, y contiene numerosas semillas pequeñas. El color presenta grandes diferencias entre variedades; la más frecuente en los países de origen es amarilla, obtenida de la variedad P. edulis flavicarpa pero, por su superior atractivo visual, suele exportarse a los mercados europeos y norteamericanos el fruto de la P. edulis edulis, de color rojo, naranja intenso o púrpura.
Esta especie es sumamente apreciada por su fruto y en menor medida por sus flores, siendo cultivada en ocasiones como ornamental. La infusión de sus hojas y flores se utiliza, además, con efectos medicinales. La pulpa, el zumo, las flores y la infusión de las hojas del maracuyá tienen un efecto relajante, mucho más pronunciado en el caso de la infusión, que puede utilizarse como sedante ligero o como calmante para dolores musculares o cefaleas; contiene varios alcaloides, entre ellos el harmano y el harmol.
En dosis normales, una taza, o dos, de infusión al día, ayuda a conciliar el sueño y puede tener además efectos antiespasmódicos; está recomendada también en caso de espasmos bronquiales o intestinales de origen nervioso, así como para los dolores menstruales. Posee también un ligero efecto vasodilatador, pero no se recomienda su utilización regular para evitar efectos tóxicos. se cultiva comercialmente en la mayoría de las áreas tropicales y subtropicales del globo, entre otros países: Bolivia, Brasil, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, Costa Rica y República Dominicana.