martes, 29 de enero de 2013

Hipólito y Miguel

Nurys Rivas.


Los perredeístas de cualquier facción, deben evitar por todos los medios que continúen los desafíos entre los líderes de ese partido.
   
Lo que se ofrece al país y de cara al exterior donde se conocen estas noticias, es un triste espectáculo que no solo les deja mal parados a ellos, sino que involucra a todos los dominicanos, ya que lo primero es el nombre del país.
   
La Litis entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas, es una vergüenza nacional, una circunstancia que está hundiendo lo poco que queda del Partido Revolucionario Dominicano.
   
Lo hemos repetido muchas veces, que lamentable ha sido para los dominicanos, ver decaer la estrella de un partido que surgió cuando el país aún no conocía la democracia, pero que no supo mantener su estatus de gloria.
   
Los hechos acaecidos en los gobiernos del PRD, la conducta incalificable de muchos de quienes pudieran haber sido líderes indiscutibles, han causado la muerte paulatina del partido fundado por el ilustre Profesor Juan Bosch.

No les será fácil levantarse, porque nadie dentro de sus filas ha demostrado tener intención de lanzar en vuelo la paloma de la paz, al contrario, cada día surgen nuevas denuncias y acusaciones.
   
Mejía y Vargas parecen sumidos en un arrobamiento que les impide vislumbrar el alcance de sus actuaciones, lo más lamentable es que además de la ridiculización que hacen de sí mismos, irrespetan a sus seguidores, al pueblo, al país.
   
Creo que hasta a sus adversarios políticos, se les pondrá la carne de “gallina”, ante la descarga de insultos y ultrajes que en público y a diario, se gastan los altos dirigentes, pretendiendo ambos, mantener la hegemonía en las filas del partido.
   
Nadie que sea protagonista de tal espectáculo, puede aspirar a gobernar un país, los dominicanos ya tienen experiencia en mentiras y posturas adoptadas por políticos camaleónicos que se han “colado” en determinado momento en la supremacía popular.
   
Estos líderes han demostrado que no les importa la estabilidad ni de su partido, ni del país.
   
Para lograr de nuevo la aceptación, tendrán que demostrar un sincero arrepentimiento de lo que hasta ahora, ha sido su conducta.
   
Lo peor de todo esto es que con ellos, entre su litis, arrastran a parte de sus seguidores y al parecer no entienden el peligro que puede ocasionar una pugna entre estos bandos.

Para ser un buen político hay que frenar el potro de la pasión, ya que de lo contrario, es más grande la división que la suma de adeptos.
   
Señores Mejía y Vargas, tengan en cuenta que detrás de cada uno de ustedes, además de sus propias familias, está mucha gente del pueblo, gente que les sigue a ciegas, eviten que sus palabras sean un aguijón que les estimule a enfrentamientos que lleven dolor y luto a los hogares dominicanos.

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