lunes, 14 de octubre de 2013

Cuidado con la voracidad política

Por Rafael A. Escotto.--“Tras un recuento electoral, solo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores". Winston Churchill.
    
Esta bien que como presidente de un partido, como es el de la Liberación Dominicana (PLD), y estando en ese partido en el gobierno, el expresidente Leonel Fernández se dirija a la membresía de su organización política para tratar asuntos internos tendentes a solucionar algunas grietas o fisuras que se hayan detectado en uno de sus distritos zonales y las cuales de dejarse sin atender, la falta de acometividad pueda provocar una escisión mayor en la organización que podría afectar dolorosamente la consistencia y la estabilidad del partido.
    
Sería hasta permisible y de paso justificable, la actuación del presidente del partido en el caso de que se detecten acciones externas de carácter político que puedan lesionar o poner en peligro la estabilidad de la dualidad gobierno/partido. Frente a esta hipótesis es de esperar que toda la inteligencia consensuada del partido cierre fila y trabaje cohesionadamente alrededor de su gobierno para protegerlo de las acciones que estarían obrando externamente contra el estado de derecho.
    
En ningún momento se podrá tolerar que desde la propia fila del gobierno o del partido en el poder broten situaciones que puedan ser percibidas por la población como que hay posiciones políticas y económicas contrapuestas a las del presidente ya que ellas podrían poner en evidencia la existencia de fragmentaciones que ponen en peligro la base sobre la que se sustenta todo gobierno.
    
Cuando un presidente toma una decisión en un caso determinado que ante los anhelos del pueblo crea una expectativa esperanzadora, ningún funcionario subalterno debe contradecir esta decisión que vendría siendo lo mismo que acatarla conforme a las normas administrativas establecidas. Permitir esas indelicadezas dentro del aparato burocrático gubernativo equivaldría a pensar que esas actitudes veleidosas podrían servir de estimulo a otros funcionarios subalternos de la misma o similar jerarquía.
    
Si dejamos pasar sin corregir esas infracciones del aparto gubernativo este hecho podría intuir un estado de ingobernabilidad lo que traería como consecuencia una situación caótica que de seguro va a prohijar lastimosamente un estado de consecuencia socialmente negativa. 
   
 La actitud del partido en el poder me lleva a parodiar a Otto von Bismark, estadista y fundador del Estado alemán moderno, apodado el Canciller de Hierro por su determinación y mano dura en la gestión de todo lo relacionado con su país, quien expresó con bastante razón y cito que:”El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación” .
    
Cuando traigo esta frase de Bismark a este trabajo debemos entender al mismo tiempo que Alemania es un Estado con instituciones sólidas y la República Dominicana, en cambio, es un pueblo ficticio que políticamente transita por el poblado de Macondo. 

Partiendo de la máxima antes citada, me pregunto si será cierto que la postura de algunos líderes del PLD están dejando entrever que se esta actuando conforme a aquella celebre frase de Bismark, que dice que “el político piensa exclusivamente en la celebración de las próximas elecciones” y nada más; por lo tanto, están actuando distanciados de las líneas trazada por el estadista. 
    
Presiento, además, que entre los líderes del PLD se vislumbra que hay una especie de inmediatismo casi demencial por lograr el solio presidencial en 2016 porque quizás han llegado a considerar erróneamente que hay que aprovechar las circunstancias económicamente adversas por las que ha tenido que transitar desde sus inicios su propio gobierno.
    
Ese cuadro del PLD el cual se nos presenta con candidaturas inoportunas me trae a mi mente una fotografía tomada en Bostwana la cual presenta las imágenes de un leopardo macho matando y comiéndose a sus propias crías. Todo parece indicar que la ausencia de partidos de oposición podría estar estimulando un combate político desenfrenado entre iguales, como si fuera una disputa entre dos milicias que usan la lucha como forma para medir sus fuerzas y obtener finalmente el motivo de la contienda.
    
Podría verse como un absurdo pensar que alguien en su sano juicio dentro de cualquier partido político se disponga a crear las condiciones para que su propio gobierno se vea impedido financiera y socialmente de llevar a cabo con cierto éxito su programa de gobierno y así no poder dar cumplimiento a sus promesas de campaña. Fomentar candidaturas extemporáneas no es la medida correcta; Lo apropiado seria que todas las fuerzas vivas del partido colaboraran activamente y de buena fe con su presidente.
    
De cualquier esquina de la Administración Pública salen voces destempladas exigiéndole al gobierno pronta atención a sus particulares apremios; por ejemplo, la justicia es un órgano que nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes y hoy vemos cómo se levantan jueces amenazantes de renunciar si no se le aumenta el salario, los maestros, los médicos por igual y, sabrá Dios qué otra institución se destapará más adelante pretendiendo que se le complazca en similar propósito.
    
Frente a tan infeliz circunstancia económica, otro presidente hubiese encaminado sus pasos firmes y decididos hacia el podio y contagiado de la gloria y del espíritu bravío de un gladiador de la Antigua Roma lanzaría sobre las masas un discurso incendiario pidiendo su apoyo ya que parece que no cuenta con la fidelidad necesaria de sus propios funcionarios para gobernar una nación cuyos lideres políticos dentro del partido de gobierno han enloquecidos de ansias de poder, hasta el grado que todos aspiran a ser presidente.

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