miércoles, 15 de octubre de 2014

El “choteo” inmigratorio




Las imágenes que la prensa recoge de la zona fronteriza y que ilustran la intensificación del flujo ilegal de haitianos dan una clara señal de lo que está sucediendo con la migración descontrolada de los haitianos, que en “trullas” penetran hacia la República. Ha contribuido a ese flujo masivo, la sentencia del TC que escandalizó el problema de la nacionalidad y de la soberanía, sin un adecuado enfoque del problema distinto que representa la inmigración, con lo cual se debilitaron aún más las posibilidades de control del lado dominicano, al decretarse el Plan Nacional de Regularización que prohibió la repatriación de los haitianos ilegales por casi dos años, empeorando el delicado problema.  
   
De esa forma la intensificación del flujo migratorio por una frontera inexistente quedó bien ilustrada por aquella yipeta que traía en su interior a 20 jóvenes haitianos y un minibús con más de 40 que fueron interceptados por las autoridades militares dominicanas y devueltos a su país. Ahora el propio CESFRONT denuncia que devuelve al mes a unos 3,145 haitianos ilegales que intentan entrar por el punto fronterizo de Dajabón. Esa cifra, según esa fuente oficial, significa que diariamente son devueltos hacia Haití entre 100 a 150 inmigrantes ilegales haitianos.
   
Si se toma en cuenta que son varios los puntos fronterizos de entrada, más todos los puntos informales que perforan la frontera a todo lo largo de su extensión y que no tienen vigilancia y control, podemos hacernos una idea de la magnitud y gravedad en que se está tornando el problema de la inmigración de los ilegales haitianos, los cuales estarían entrando en miles al día. La situación hará que su estadía en el país se haga insostenible, al no poderse integrar a laeconomía nacional muy limitada en su capacidad de generar oportunidades de trabajo para un aluvión de mano de obra ociosa. Al mismo tiempo ese flujo masivo de mano de obra ilegal presionará para mantener o empeorar los bajos niveles de salarios, empobreciendo más a los pobres del país, además de atrasar tecnológicamente la economía y provocar otros males que tienen que ver con la salud de la población y con la conservación del medio ambiente y los recursos naturales.
   
Por esas razones se impone que las autoridades revisen sus pasos y en vez de “atollarse” en el problema de la nacionalidad, que es consecuencia y no causa del descontrol y de la desorganización del Estado, así como de la ambición de los empresarios más interesados en explotar a la mano de obra ilegal que en el problema de la soberanía nacional, deberían los funcionarios concentrarse en cómo establecer el sistema nacional de control migratorio, con su programa de regulación interna, su plan de control efectivo de la frontera y el plan de repatriación masiva de ilegales, además de los programas institucionalizados de contratación y repatriación de la mano de obra extranjera, de modo que por esa vía se preserve la nacionalidad y la soberanía de la República.
   
Rectifiquemos la orientación irracional de un “nacionalismo medalaganario” que violenta la racionalidad, al mismo tiempo que violenta los derechos humanos, condición universal del desarrollo humano.

¡Controlemos la inmigración con efectividad y humanidad!

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