lunes, 6 de octubre de 2014

¡SE ACABARON LOS VEINTE PESOS!

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Editorial

Cuidado del agua

ACTUALIZADO 05.10.2014 - 4:04 pm
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Las vivencias de los últimos meses, con unos acueductos escasamente dotados del cúmulo deagua potable con la cual servir a las personas que esperan por ella, revive una expresión que un fallecido Presidente de la República utilizó en una oportunidad en la cual clamaba por comprensión y apoyo para las políticas públicas de reforestación, cuando dijo que habría de llegar el día en que un litro de agua costase más que un litro de petróleo.
   
Cada época presenta características definidas y las vivencias de los seres humanos son, por consiguiente, distintas a las de generaciones precedentes; pero, por el camino que recorren las oleadas humanas de estos tiempos, bien puede afirmarse que llegará el instante en que todos los hombres y mujeres de años sucesivos, vivirán idénticas situaciones, sobre todo las propias de la escasez de recursos como el agua y los alimentos. Esos serán los días de las catástrofes.
   
Estas expresiones no pretenden transmitir un mensaje apocalíptico ni mucho menos; estas expresiones, únicamente, pretenden llamar la atención de todos hacia la ineludible necesidad de repoblar bosques por un lado y otro de la isla, recuperar el equilibrio de zonas de vida y establecer formas sostenibles de explotación durante las cuales no se determine el aniquilamiento de las condiciones de los ecosistemas.
  
 Los períodos de sequía son cíclicos y nada de extraño ni de fenomenal se tiene cuando se cae en ellos; pero no cabe ninguna duda de que, en la medida en que se procure mantener con vitalidad los ecosistemas de esta parte de la isla y se ayude en ese mismo proceso a los vecinos a rescatar los ecosistemas por ellos y por sus amos coloniales destruidos, en esa medida se vivirá mejor en la isla Hispaniola.

¡SE ACABARON LOS VEINTE PESOS!
   
Las informaciones divulgadas por el Banco Central de la República, el banco emisor de la moneda dominicana, en el sentido de que cesará la circulación de papel moneda con valor nominal de veinte pesos, se ha difundido como un logro cuyos efectos contribuyen a mejorar la calidad de los medios de cambio puestos a disposición de las personas.
   
Sin duda; mas no debe olvidarse cómo también, cambió la vida del dominicano cuando las condiciones de la economía hicieron imprescindible eliminar monedas fraccionarias como el de la centésima parte del peso oro a la que llamábase chele de palmita y, subsecuentemente, la vigésima parte que eran los cinco cheles, y la décima parte de ese peso que eran los diez cheles y aún otras monedas fraccionarias de mayor valor como la cuarta parte del peso, que eran los veinticinco cheles o la media, que eran los cincuenta centavos.
   
Entonces cayó el cielo sobre la cabeza de los dominicanos y los huevos de a chele pasaron a peso; y la gasolina de treinta y siete centavos galón pasó a peso (por supuesto, no solamente por efecto del deterioro de la economía local) y así por el estilo, salarios y monedas perdieron capacidad adquisitiva y aumentó enormemente la pobreza.
   
Hoy, al despedir los veinte pesos hasta que los mismos queden deshechos, no queda sino rezar para que no sea el anuncio, una nueva etapa de empobrecimiento general o enriquecimiento para unos pocos.

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