miércoles, 26 de noviembre de 2014

Anomia electoral

Las dificultades de la oposición para aprobar y ejecutar un método de escogencia de sus candidatos que cumpla con los requisitos de la democracia interna y que produzca un golpe de efecto a su favor, así como su incapacidad de formular una propuesta a la Nación que exprese un ideario político que entusiasme y recree la “esperanza nacional”, descarta a la oposición como una opción competidora de cara a las elecciones del 2016.
   
Esa empobrecida oposición que solo exhibe un activismo electoral, sin contextualizarlo en el sistema político y sus tendencias, provoca un clima de frustración que hace que la población se incline hacia el partido de gobierno, el cual no solo se ve como el favorito y el más fortalecido, sino que por ausencia de una oposición real el conflicto dialéctico entre los poderes se traslada a lo interno del propio partido oficial, donde se perfilan dos grupos o tendencias enfrentadas: una primera encabezada por el expresidente Leonel Fernández; y la otra encabezada por el actual presidente Danilo Medina. 
    
La primera articula un gran poder económico político por haber convertido a su cúpula dirigencial en parte importante de la oligarquía económica del país con fuertes vinculaciones nacionales e internacionales, además de conservar una gran influencia en los demás poderes formales del Estado, en particular en la Justicia y en las llamadas altas cortes, y de cuyo poder se genera la necesidad de que Fernández asuma el objetivo de postularse para retornar a la Presidencia de la República. Por su parte, la tendencia del Presidente, a su vez, genera una fuerza coyuntural derivada del control, sobre todo del presupuesto nacional y consecuentemente del manejo de la asignación y distribución de las oportunidades, de acuerdo a una agenda de gobierno muy bien evaluada por la población y que le ha generado  una elevadísima simpatía. Esa alta simpatía es de por sí un gran capital político sobre el cual se ha montado la manifestación a favor de su repostulación para la reelección. En esa tesitura el expresidente Fernández, pese a su gran poder, se enfrenta a una elevada tasa de rechazo que se fortalece en la comparación de su gestión de gobierno con la del Presidente Medina, además de generar una fuerte resistencia en ciertos sectores de los poderes fácticos que rechazan la idea  del retorno al pasado. De su lado, el Presidente Medina, encara un fuerte valladar en la prohibición constitucional que por el momento parece insalvable. 

Opción anómica

Esos obstáculos para ambos líderes oficialistas crean un vacío que se traduce en un panorama electoral incierto, donde la oposición parece anulada y las tendencias con poder dentro del partido oficial también parecen anularse entre sí, generándose entonces un ambiente de anomia o indefinición electoral, que podría abrirle la oportunidad a una opción anómica dentro del partido oficial, que por la falta de una opción opositora que concite apoyo, podría ser la solución para el 2016. Con esa solución anómica y vacía de poder real para enfrentar una crisis más agravada, el pueblo habrá de exclamar:

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