Este lunes tiene lugar el asueto de celebración del día en que por vez primera se proclamó la Constitución de la República, un 6 de noviembre de 1844, en la entonces aldea de San Cristóbal; y este día por corresponder a aquella efemérides, ha debido ser tiempo, por supuesto que además del descanso colectivo, como en cierta medida ocurre, para recordar la existencia de la ley de leyes, un documento al cual se presta escasa atención y al cual se recurre, exclusivamente, cuando es prudente citarlo para fingir conocimientos. Y para nada más.
Porque, como se sostiene con frecuencia, salvo quienes estudiaron leyes y prestaron atención en sus estudios, pocos tienen en mente que la Constitución es una ley, diferenciada de las leyes adjetivas en el carácter sustancial de la misma; es decir, en el valor de base de todas las estructuras jurídico políticas y por ende, de todas las demás leyes.
Si bien se pospuso la celebración del día de la proclamación, también han debido mudarse actividades de recordación de que el actual texto vigente de esa ley no es más que una continuación renovada de aquella proclamada en 1844.
En ausencia de tales actividades, lúzcase, al menos, por doquier, la Bandera Nacional.
lunes, 10 de noviembre de 2014
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