sábado, 30 de agosto de 2014

Tiempos perdidos

Josefina AlmánzarPOR Josefina Almánzar.--Recientemente andaba buscando unas tarjetas de agradecimientos en papel. Visité cuatro librerías del Centro de la ciudad.  Al hacer mi petición las empleadas me miraron como si yo hubiese salido de la Era de Piedra y me hacían una negación con la cabeza.

No era la primera vez que me pasaba, pues, algunos meses atrás buscaba tarjetas con motivo del Día del Padre y también se me dificultó encontrar algunas que no estuviesen con aspecto amarillento y empolvado.

Es una pena que las tarjetas de papel estén siendo tratadas como un artefacto tan antiguo que las librerías no quieran invertir en la compra de las mismas para tenerlos en sus catálogos de venta.
 
Es una pena que hayan pasado de moda los tiempos en los cuales esperábamos una carta o una tarjeta en el correo ordinario. Peor aún, que las personas ya no se motiven a enviarlas porque hasta los detalles se están perdiendo.

Soy hija de personas que tuvieron que emigrar de  este país en la década de los 70  para buscar mejores condiciones de vida y nuestro único medio de comunicación eran las cartas, las tarjetas, las postales.  Las cuales esperábamos con ansiedad y recibíamos con una inmensa alegría. Quizás por eso valoro y añoro esos tiempos perdidos.
 
Sé que estamos viviendo en la Era digital, cibernética.  Acepto, reconozco  y valoro los avances tecnológicos que esta Era le ha regalado a la humanidad.  Es maravilloso pulsar el teclado y en fracciones de segundo estar conectados con otros continentes.  

Sin embargo, siento y percibo que nos hemos desconectado del alma. Siento que toda esta Era digital ha desconectado la esencia de la humanidad, en el contacto físico, con la ausencia de la presencia física. A tal nivel que si por nosotros fuera todo lo resolviéramos por un  mensaje en el whatsapp.
 
Tiempos perdidos, tiempos añorados.  Mientras tanto seguiré escribiendo mensajes.  Si es posible haré mis propias tarjetas de papel y las seguiré enviando.  Sé que del otro lado del mar Caribe hay seres amados  que no están contaminados con la tecnología y cuyos corazones palpitan de alegría al recibir una tarjeta especial, cualquier día.

La autora es Abogada y docente universitaria.

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