A diario vemos con tristeza el incremento de la tasa de suicidios. En los últimos meses las cifras se han disparado, la problemática es compleja en razón de que es por todos conocidos que las causas que llevan a acometer contra la propia vida son diversas y las soluciones a muchos de nuestros males nos pareciera que son inasequibles.
Creo fervientemente en el respeto por la vida…, es un regalo de Dios y por tanto, no tenemos derecho a disponer de ella para acabarla ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué valoramos tan poco esta oportunidad de ser parte de la creación?. Son tantas las ¨razones¨ que a su entender y en su desesperación, motivan a que cada día más personas atenten contra sus vidas y en muchos casos decidan disponer de las de los demás previo a cometer el hecho.
El mundo está inmerso en un mar de problemas que sin ánimo de pecar de desesperanza podríamos llamarle desafíos, por lo cuesta arriba que se nos hace enfrentar y concretizar soluciones viables.
El consumismo es el pan nuestro de cada día, queremos arroparnos más allá de donde las sábanas nos dan y esto aunado a la competencia que impera en nuestros días –si tú tienes un carro yo tengo que tener uno mejor-, nos está llevando a una inconformidad creciente.
Necesitamos estar atentos, no me cabe la menor duda de que antes de una persona cometer suicidio existen señales que nos alertan: Depresión, aislamiento emocional, baja autoestima. estrés, amor obsesivo, exposición al peligro, adicción a las drogas y alcohol, entre otros. Tengamos sumo cuidado cuando vemos este tipo de comportamiento dentro de nuestro entorno (familiares y amigos), podemos ayudarle si lo detectamos a tiempo.
He visto con dolor como adolescentes se han sumado a las estadísticas de este mal que nos aqueja, -en muchos casos, cuanta falta de amor reciben ellos-. Como padres tenemos que auto cuestionarnos, pues en múltiples casos les exigimos a nuestros muchachos lo que nosotros no fuimos capaces de hacer, Queremos cumplir nuestras metas en ellos y no tomamos en cuenta su parecer; los avergonzamos delante de los demás, les exigimos cuando en muchas ocasiones no hemos dado buen ejemplo y se nos va la mano. Si tenemos problemas que resolver con nuestros hijos, hagámoslo civilizadamente y de día, no escojamos la noche para bombardearlos con miles de reclamos sin darle la oportunidad de expresarse.
Tolo lo anterior tiene una connotación importante, pero el mayor de los males en relación a este incremento está en la falta de crecimiento interno (espiritual).Somos sumamente seculares, no vislumbramos un entorno más allá del que tenemos y nos dejamos cegar en este escenario que llamamos vida y cuando el panorama se torna negro, se piensa que no hay salida…, no le damos la oportunidad a Dios de tomar nuestras cargas y problemas.
Nuestra fortaleza esta en Dios, Él tiene la mirada puesta sobre cada uno de nosotros.
En tus momentos más difíciles, si sientes que a nadie le importas, cierra tus ojos y deja que Dios -fuente de vida- te abrace con su perfecto amor y esa ventana que tanto anhelas, se abrirá de par en par.
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