Todos los días tenemos alguna manifestación en nuestro país, en la capital lo hacen en el parque Independencia, frente a FUNGLODE; en las provincias, como el monumento en Santiago; por primera vez también en ciudades del exterior como fueron el caso de Miami, New York, Argentina, México, Cádiz y otras; las hacen donde pueden y cuando pueden. Más ciudadanos se quejan de la situación económica, jóvenes protestan por la frustración que genera no conseguir un trabajo digno y vivir en un país que dé oportunidades para todos, también por la impunidad. Pero mientras tanto, ¿dónde están los partidos políticos? ¿Dónde están los dirigentes políticos que deberían representarlos?
Es fundamental que la dirigencia política, en particular, el partido que gobierna ya en su tercer período, escuche a la gente, empatice con las consignas de la gente, responda a sus reclamos. En especial cuando al ver quienes lideran estas protestas, queda evidenciado que en su mayoría, son los grupos que le dieron las victorias electorales al oficialismo, jóvenes y clase media.
Estos hechos merecen una lectura más profunda, sobre la representatividad en nuestro país; sobre las estructuras de poder político, que no le dan cabida a la mayoría de la población, que no le dan voz a los que quieren expresar, a través del proceso democrático, sus diferencias y solicitudes, que no le han dado solución desde el gobierno a los problemas de la mayoría.
Estamos observando, desde hace algún tiempo, los cambios que suceden en los continentes, en el norte de África, en Europa y en América, algunos de los cuales son por cansancio social, otros por el deterioro de la economía o por la falta de representación de los partidos políticos tradicionales. Hoy, en nuestro país se registran los tres casos y pareciera que importan más los candidatos y que la doctrina fuese el control de los medios de comunicación. Cuando los partidos y dirigentes políticos responden a las necesidades de sus ciudadanos, con soluciones de una u otra tendencia ideológica, pero con soluciones, la población encuentra una representación digna y sólida en sus líderes políticos.
Como resultado de los últimos ocho años de gobierno del expresidente Fernández, según el Foro Económico Mundial 2012, nuestro país ocupa el lugar No. 144 en gastos públicos mal gastados y en favoritismo de decisiones gubernamentales de 144 países evaluados y en el lugar No. 142 en desviación de fondos públicos. Además el índice mundial del hambre nos coloca en el 4to. lugar de América Latina, apenas superando a Bolivia, Guatemala y Haití. El Índice de Democracia 2011 de Economic Intelligence Unit nos da el lugar 70 de 167 países y nos cataloga como Democracia defectuosa. El FMI refleja en su último informe de este mes de noviembre, que el déficit de este año será de 8.5% del PIB y que el gasto público se realizó por encima de las apropiaciones del presupuesto reduciendo la transparencia en las operaciones. La deuda externa se multiplicó por seis en los últimos 12 años, representando esto más de 780 mil millones de pesos. En un momento que la mayoría de los países, desarrollados y subdesarrollados, están impulsando programas de austeridad, de reducción del gasto público, el gobierno de Fernández impulsó políticas populistas, de aumento del estado de bienestar de unos pocos, actividad que justamente es lo que ha llevado a la crisis económica a los países desarrollados. ¿Qué realidad están entonces mirando?
En los últimos ocho años se aprobaron siete paquetes tributarios en República Dominicana. Sabemos que esto no solucionará los problemas de fondo si no se frena el populismo y la demagogia del partido gobernante. Hay esperanza en que el presidente Danilo Medina reduzca el tamaño del estado del gasto público, del empleo gubernamental, porque de seguir así, no hay aumento de impuesto que sea suficiente, con el negativo impacto en la inversión y generación de riqueza del sector privado.
Pero pareciera que no es únicamente la falta de visión en lo económico, en la que ha caído la dirigencia política, sino, más bien, la incapacidad de escuchar a la población, de escuchar los verdaderos reclamos de la ciudadanía. Tenemos tiempo de rectificar, de lograr que la dirigencia política se haga eco de los reclamos de la gente. Enfoquémonos en aprobar la ley de partidos políticos, modificar la ley electoral y propiciar este año próximo la renovación de las instituciones políticas dándoles participación a los jóvenes y a las mujeres en el debate de ideas, para tener propuestas que luego permitan presentar candidaturas frescas de cara a las elecciones del 2016. Ojalá el partido de gobierno con su mayoría lo entienda pronto.
El autor es diputado por el Distrito Nacional.
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martes, 27 de noviembre de 2012
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