El emblemático y mundialmente famoso centro vacacional de Acapulco, acaba de anunciar su quiebra económica. Desde hace algún tiempo sus instalaciones hoteleras fueron cerrando sus puertas al público y, en consecuencia, convirtiendo ese anhelado centro turístico en un antro fantasmal.
La noticia recorrió el mundo como pólvora: “La turística ciudad mexicana de Acapulco se declaró en quiebra, debido a una deuda que supera el presupuesto anual”… El Lic. L. Walton declaró en una rueda de prensa que “es un desastre económico. Hoy, que tenemos bastante problemas le vamos abonar el problema financiero, que es muy lamentable, deploró el político haciendo alusión a la ola de violencia que padece este municipio del estado de Guerrero, en el Pacífico”.
Factores como la violencia y dejar de ser un atractivo turístico fueron los detonantes. La oferta era un poco de lo mismo, mar y sol, golf y discotecas, el malecón y el centro de convenciones, y la parte más “folklórica” era la presencia de clavadistas que desde cierta altura se lanzaban al agua desde La Quebrada. El resto era “varilla y cemento”. Instalaciones desde 12 pisos de altura hasta 33, pasando por algunos de 31, 33, 26, es decir, convertida en una ciudad moderna, y dejaron en el pasado ese aspecto un tanto bucólico y romántico expresado en varias composiciones, como aquella de la estrella rutilante de la canción popular mexicana Agustín Lara expresada en María Bonita: “Acuérdate de Acapulco, de aquella noche, María bonita, María del alma…”.
Algo parecido está ocurriendo por estos lares, la violencia y el cierre de centros turísticos, verbigracia, en la costa norte. Da mucha pena ver como se va diluyendo en el salitre la inversión multimillonaria por los lados de Luperón. Ahora bien, al margen de esa estructura de servicios habitacionales y su logística alrededor de ellas, qué otra cosa usted encuentra. Nada. Sin embargo, hay que darle crédito a la Novia del Atlántico porque en alguna ocasión le construyeron el malecón, el teleférico, aeropuerto, etc., pero dejaron de lado y a su suerte la parte cultural como es el caso de las casas victorianas y otras estructuras cuyos costos de restauración son muy altos para sus propietarios, generalmente personas de clase media o clase baja. El Hotel Montemar sigue cerrado, el muelle no ha sido debidamente reparado. En donde una vez estuvo el Teatro Rex, frente al parque principal, una de las estructuras más bellas del país que debió ser protegido, fue derrumbada…
Probablemente lo que necesita Montecristi es una inversión particularizada en cada una de las casas que constituyen su patrimonio cultural en vez de un mega-hotel. Revalorizar toda esa estructura residencial instalada. La ciudad al menos dejaría de tener esa imagen de ruinas. El antiguo teatro también cerró. No sé la situación del hermoso piano, único en la región, que estaba en el Club del Comercio. Tal vez fue convertido en leña. Me encantaba visitar el pequeño de una casa de madera, frente a un pequeño parque.
Un símil podría establecerse con el municipio de Sánchez.
En fin, vernos en el espejo de Acapulco y actuar en consecuencia.
La noticia recorrió el mundo como pólvora: “La turística ciudad mexicana de Acapulco se declaró en quiebra, debido a una deuda que supera el presupuesto anual”… El Lic. L. Walton declaró en una rueda de prensa que “es un desastre económico. Hoy, que tenemos bastante problemas le vamos abonar el problema financiero, que es muy lamentable, deploró el político haciendo alusión a la ola de violencia que padece este municipio del estado de Guerrero, en el Pacífico”.
Factores como la violencia y dejar de ser un atractivo turístico fueron los detonantes. La oferta era un poco de lo mismo, mar y sol, golf y discotecas, el malecón y el centro de convenciones, y la parte más “folklórica” era la presencia de clavadistas que desde cierta altura se lanzaban al agua desde La Quebrada. El resto era “varilla y cemento”. Instalaciones desde 12 pisos de altura hasta 33, pasando por algunos de 31, 33, 26, es decir, convertida en una ciudad moderna, y dejaron en el pasado ese aspecto un tanto bucólico y romántico expresado en varias composiciones, como aquella de la estrella rutilante de la canción popular mexicana Agustín Lara expresada en María Bonita: “Acuérdate de Acapulco, de aquella noche, María bonita, María del alma…”.
Algo parecido está ocurriendo por estos lares, la violencia y el cierre de centros turísticos, verbigracia, en la costa norte. Da mucha pena ver como se va diluyendo en el salitre la inversión multimillonaria por los lados de Luperón. Ahora bien, al margen de esa estructura de servicios habitacionales y su logística alrededor de ellas, qué otra cosa usted encuentra. Nada. Sin embargo, hay que darle crédito a la Novia del Atlántico porque en alguna ocasión le construyeron el malecón, el teleférico, aeropuerto, etc., pero dejaron de lado y a su suerte la parte cultural como es el caso de las casas victorianas y otras estructuras cuyos costos de restauración son muy altos para sus propietarios, generalmente personas de clase media o clase baja. El Hotel Montemar sigue cerrado, el muelle no ha sido debidamente reparado. En donde una vez estuvo el Teatro Rex, frente al parque principal, una de las estructuras más bellas del país que debió ser protegido, fue derrumbada…
Probablemente lo que necesita Montecristi es una inversión particularizada en cada una de las casas que constituyen su patrimonio cultural en vez de un mega-hotel. Revalorizar toda esa estructura residencial instalada. La ciudad al menos dejaría de tener esa imagen de ruinas. El antiguo teatro también cerró. No sé la situación del hermoso piano, único en la región, que estaba en el Club del Comercio. Tal vez fue convertido en leña. Me encantaba visitar el pequeño de una casa de madera, frente a un pequeño parque.
Un símil podría establecerse con el municipio de Sánchez.
En fin, vernos en el espejo de Acapulco y actuar en consecuencia.
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