"La gloria no es mandar sino ejercitar grandes virtudes"
Simón Bolivar
Simón Bolivar
"Esta ocurriendo por todas partes: resulta que el poder no es tan poderoso como dice que es"
Eduardo Galeano
Eduardo Galeano
Origen de la noción “Cambiar al mundo sin tomar el Poder”
Para los tiempos en que vivimos, la consigna “Cambiar al mundo sin tomar el Poder” suena a herejía. Vivimos en un mundo en el cual toda lucha parece en definitiva siempre definirse en torno a una lucha por el Poder. Irvin Kristol, Padre del movimiento ideológico neo-conservador hoy al mando en Estados Unidos, singular mezcla de “ex-izquierda liberal” con “derecha conservadora”, ha pretendido darle visos de verdad universal a lo anterior con el siguiente aserto: "Todo movimiento en las artes en la religión o en la politica persigue la toma del poder..."
El tema en disputa, en su esencia, es la toma del poder. En el mundo actual, en pos del Poder se compite en elecciones, se ponen o quitan gobiernos, se busca el control de organizaciones, e incluso se recurre a la violencia. Hasta gente independiente muy progresista trabajando en favor de los excluídos o pobres ha adoptado el lenguaje del Poder hablando ahora de que hay que “empoderar” (tomado del inglés to empower) a los pobres-excluídos para sacarlos de su situación.
Sin embargo, la contestaria –y a primera vista desconcertante- consigna de “Cambiar al mundo sin tomar el Poder” ha venido ganando adeptos en forma creciente. Particularmente en una nueva generación de movimientos sociales en la que confluyen actores tan diversos como los neo-zapatistas de México (pioneros en el lanzamiento de la consigna), los piqueteros argentinos, los Sin Tierra de Brasil, y el Foro Social Mundial –nuevos actores de no poca monta que han impactado ya la forma de hacer politica a nivel regional y global.
El “Poder” al cual se refiere principalmente la consigna es en efecto el “poder politico”, como valor en si mismo, como fuente de pautas o dirección, como panacea; y en particular, “el poder del Estado”. Esto último una gran herejía en verdad para un mundo político que ha centrado su razón de ser en la lucha por dicho poder. Herejía para “la derecha”, formalmente interesada en minimizar el Estado pero no en prescindir de los beneficos del control político del mismo para “la plena libertad económica”. Herejía aun mayor para “la izquierda” , interesada en destacar todas las bondades del control del Estado para “hacer la revolución frente al libertinaje insensible del capitalismo”. Un libro de un catedrático irlandés de la Universidad de Puebla en México, John Holloway, bajo el título “Cambiar al Mundo sin Tomar el Poder: El siginificado de la Revolución Hoy”, ha hecho mucho por poner el asunto en el debate ideológico internacional. La obra acaba de ser publicada en Venezuela por Vadell Hermanos (luego de ediciones en México y Argentina). La lectura del comentario de los editores deja claro el caracter radical de su planteamiento:"Que se vayan todos y no quede ni uno sólo”...! Qué bello sueño! Imagenémoslo: Un mundo sin políticos, sin sus amigos capitalistas, sin Estado, sin capital, sin poder... la gramática de los periódicos y de los medios, la gramática del análisis político, sea de derecha o de izquierda, es una gramática de poder, y sólo puede conducir a la sustitución de un poder por otro. El grito “Que se vayan todos !” apunta mas allá del poder, y nos enseña otra gramática, otra forma de pensar, otro concepto de la realidad."
Holloway, quien se ha centrado en el vanguardista aporte de los zapatistas sobre el tema, ha reseñado el asunto en los siguientes términos: "El llamado zapatista a construir un mundo nuevo sin tomar el poder ha tenido una repercusión extraordinaria. Esta repercusión está relacionada con el crecimiento en los ultimos años de un espacio anti-poder... Esta es una area en que las antiguas distinciones entre reforma, revolución y anarquismo ya no parecen relevantes, simplemente porque la pregunta de quien controla el Estado no ocupa el centro de la atención. Existe una pérdida de la perspectiva revolucionaria no porque las personas no anhelen un tipo de sociedad diferente sino porque la antigua perspectiva probó ser un espejismo. El desafío propuesto por los zapatistas es el de salvar a la revolución del colapso de la ilusión del Estado y del colapso de la ilusión del poder. "
Holloway coloca al pecado-ilusión del Estado en la misma categoría del pecado-ilusión del capital: el concepto de la acumulación como un fin o valor en si mismo. En el caso del Estado se trataría de la acumulación o centralización del poder político. La acumulación es algo anti-natura nos dice Holloway pues se opone al movimiento que siempre debe existir en todo lo concerniente a la Vida (esto último, en plena coincidencia con los valores indígenas–añadiríamos nosotros).
Por tanto, se convierte en un fetiche, algo alienante, y deviene inexorablemente en opresión. En las propias palabras de Holloway: "El Estado por su existencia misma es una forma capitalista, una forma de apropiar nuestro hacer, una forma de decirnos: ustedes no pueden hacer, déjennos a nosotros que hagamos."
Quizás por hablar desde el propio marxismo, como adepto al mismo, el planteamiento de Holloway ha causado las peores “ronchas” en algunos sectores de la “clásica” izquierda. Éstas han sido algunas las reacciones desde dicho ámbito –sin citar otras mas virulentas: “No plantearse la toma del poder es mostrar debilidad” (Jaime Petrás), “la de Holloway es una tesis virtual, para el ciberespacio” (Tariq Ali), “conduce a la derrota” (Raúl Dri), “alejar las masas del poder es hacerle el juego a las clases dominantes” (Partido Comunista Revolucionario de Argentina), “Holloway y los defensores de la no toma del poder estatal son reformistas pequeño-burgueses” (Partido de los Trabajadores Socialistas de Argentina). Sin embargo, en la “nueva izquierda” el libro de Holloway ha suscitado gran atención y generado una interesante nueva discusión.
Razones más de fondo que explican la consigna
Pero hay algunas razones antecesoras de los recientes movimientos sociales que han pavimentado el camino a la actual relevancia de la “noción anti-poder”. Por un lado, la bancarrota ideológica y de credibilidad en la actual clase política, a lo largo de todo su espectro. Por otro lado, la necesidad de tomar posición ante la renovada lucha y debate en los últimos tiempos en torno al papel del Estado, que comprende actores tan diversos como sus tradicionales críticos o manipuladores del lado del empresariado privado (que han cogido vuelo con el nuevo “evangelio” del neoliberalismo globalizado); el desafío de los movimientos de autodeterminación de culturas o grupos humanos ancestrales que se han sentido sojuzgados por el Estado-Nación a partir de la relativamente reciente irrupción de dicho ente en el mundo (hace apenas unos 300 años -comparado con los muchos mas siglos, o incluso milenios, de las culturas que dichos Estados compulsivamente subsumieron-en su mayor parte como herencia a su vez de pasados imperios que re-diseñaron el mapa del mundo a su antojo); y, finalmente, la insurgencia de una cada vez mas militante sociedad civil o sector ciudadano a nivel mundial, en respuesta a las omisones o desafueros tanto del sector empresarial-económico como del sector político-estatal, a su vez reflejo de la mayor complejidad o madurez social en el mundo. Sin embargo, podría haber una razón antecesora aun mas fundamental que todas las anteriores: Luego de un ciclo de demasiada alienación y dirigismo externo, un resurgimiento de la vieja ansia humana por la auto-referencia y la autorrealización (vs la imposición desde afuera), un ansia por volver a vivir la libertad y el goce del auténtico Ser (vs. las ataduras alienantes del “tener”como preocupación principal -incluyendo el dinero y el poder), por volver a tener la dignidad de ser protagonista de la vida propia, y por volver ser parte de auténticas comunidades sociales auto-referidas, autorganizadas y autosostenidas.
La importancia de esta vuelta a un auténtico “Ser” ha sido expuesta por una organización social venezolana de larga trayectoria y cuestionadora también de la lógica del Poder: la Central de Cooperativas del estado Lara (Cecosesola). Cecosesola ha señalado: "La auto-organización se potencia al estar acompañada de un proceso transformador de reencuentro con nuestra identidad, nuestro propósito en la vida, en fin con nuestra esencia biológica que esta basada en el amor y la cooperación, no en la agresividad y la violencia."
Se trata de una reflexión de 25 años de experiencia y logros que han convertido a Cecosesola en una referencia nacional e internacional; reflexión que, además de la sabiduría humana ancestral, ha tenido también en cuenta investigaciones recientes sobre la más natural forma de organización social tales como las del eminente biólogo Humberto Maturana.
De lo que se trataría, pues, en definitiva, es del regreso a los valores de épocas pretéritas de la historia humana en que sociedades menos estructuradas desde afuera y mas autogobernadas y autogestionadas desde adentro vivían una armonía mas natural, feliz y solidaria. Las llamadas “edades de oro” que se mencionan en la historia de culturas tan diversas como la hindú, la griega, y culturas aborígenes americanas como la de los pemones en Venezuela y los Hopis en Estados Unidos. “Edades de oro” en sintonía con la naturaleza mas primigenia y propia del ser humano reivindicada en las enseñanzas de todas las principales tradiciones espirituales o religiosas.
Ello explicaría la coincidencia del lider hinduista Mahatma Gandhi, del maestro taoismo chino Lao-Tse, y el brillante anarquista norteamericano David Thoreau, en el común aserto:"El mejor gobierno es aquel que menos gobierna porque los ciudadanos se gobiernan a si mismos." No muy lejos de lo que nos dejara el propio Bolívar en su cardinal sentencia: "Son ciudadanos virtuosos mas que leyes los que hacen las repúblicas."
Bolívar a su vez, como otros próceres de la independencia en Las Américas, admiró mucho los valores de autogobierno en las ancestrales culturas aborígenes del mundo americano, según nos indicara su siguiente testimonio: El indio es de un carácter tan apacible que sólo desea el reposo y la soledad; no espera acaudillar a su tribu, mucho menos a dominar las extrañas... esta especie de hombres es la que menos reclama preponderancia; aunque su número excede a la suma de los otros habitantes... es una especie de barrera para contener a los otros partidos, ella no pretende la autoridad, porque ni la ambiciona ni se cree con aptitud para ejercerla, contentándose con su paz, su tierra y su familia. El indio es amigo de todos."
Aunque no se puede decir que todas las culturas indígenas del continente americano se ciñeron a este tipo de valores (las hubo imperialistas como los Aztecas) ni que ellos hayan perdurado incólumes hasta hoy (el proceso de aculturacion y sojuzgamiento ha dejado inexorables efectos de degeneración en las culturas indígenas), es justo decir que la percepción de Bolívar sobre tal entonces interpretó a nuestro modo de ver la realidad predominante.
Por ello no sorprende que su contemporáneo Thomas Jefferson en Estados Unidos tuviera un similar reconocimiento en cuanto al modo de vida de los indios en Norteamerica: "Los indígenas norteamericanos no están sometidos a ningunas leyes, poderes coercitivos o sombras de carácter gubernamental. Sus únicos controles son sus propias costumbres y sentido moral de lo correcto e incorrecto. La violación de ello es castigado con el desprecio o la exclusión de la vida social... Imperfecto como este tipo de coerción pudiera parecer, los crímenes son muy raros entre los indígenas." (Lamentablemente tal respeto-admiración por lo indígena no sería mantenido por los herederos políticos de los próceres, como bien mostraría la posterior historia sojuzgadora de las nuevas naciones-estado del continente).
Aún revolucionarios europeos predecesores o contemporáneos de los próceres americanos, tales como Tomas Moro (autor de La Utopía), Locke y Rousseau, fueron influenciados en la concepción de sus teorías contra las tiranías, por las informaciones que les llegaron del “Nuevo Mundo”“ sobre el autogobierno indígena. Los propios padres del Marxismo, Marx y Engels estudiaron con gran interés la formas de organización indígena americanas, y en particular a través de la obra de investigación de Lewis Henry Morgan, un antropólogo 100 años antes de ellos contemporáneo de la Liga Iroquesa (la misma época de Jefferson y Bolívar) y estrecho conocedor de dicha cultura indígena.
Engels incluso dejó dicho que lo descrito por Morgan sobre los iroqueses era importante porque “nos da la oportunidad de estudiar la organización de una sociedad que funciona sin un Estado”. Aún mas en su obra El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, a la luz de las investigaciones de Lewis Morgan, Engels dejó el siguiente admirado testimonio sobre la forma de organización iroquesa y su contraste con la europea: "Todo se maneja bien sin soldados, gendarmes, o policía, sin nobles, reyes, gobernadores, prefectos o jueces; sin prisiones, sin procesos judiciales. Toda querella o disputa es resuelta por todos los directamente interesados. La aldea es administrada en forma comunitaria por un grupo de familias; la tierra es propiedad de la tribu, sólo pequeños huertos son asignados a hogares individuales. Todo ello sin requerir ni una pequeña porción de nuestra extensa y complicada maquinaria y administración. No hay pobres ni necesitados. La aldea y sus integrantes conocen su responsabilidad para con los ancianos, los enfermos y los discapacitados de las guerras. Todos son libres e iguales- incluso las mujeres."
Cómo estas iniciales enseñanzas de Marx y Engels sobre las bondades del autogobierno indígenas devinieron luego en el infortunado aupamiento de estados totalitarios y dirigistas por el posterior marxismo y gobernantes-seguidores del mismo, es materia para la historia y la discusión aleccionadora. A los efectos de nuestro análisis, citemos tan sólo lo que alguien como Frei Betto, exponente de la –asociada a la izquierda- teología de la liberación, ha tenido que decir al respecto: "Se cayó el ideario socialista, víctima de su pragmática identificación con el progreso material."
”No debemos querer conquistar al mundo si no hacer un mundo nuevo proclaman los zapatistas.. Hoy la lucha no es de un clase contra otra sino de toda una sociedad contra un modelo perverso que hace de la acumulación de la riqueza la única razón para vivir... (...) Es inútil ceñirse a la utopía del control del Estado como precondición para transformar la sociedad. Antes es necesario transformar la sociedad... La crisis de la izquierda no procede sólo de la caída del muro de Berlín. Es también una crisis teórica y práctica. Teórica: la de quien enfrenta el reto de un socialismo sin estalinismo, sin dogmatismo, sin sacralización de líderes y estructuras políticas. Práctica: la de la quien sabe que no hay salida sin retomar el trabajo de base, reinventar la estructura sindical, reactivar el movimiento estudiantil, e incluir en la agenda las cuestiones indígenas, raciales, feministas y ecológicas.”
En verdad, todo interesado hoy en cualquier reedición del “socialismo para el siglo XXI” haría bien en estudiar primero las enseñanzas de las sociedades ancestrales de nuestro propio medio, antes de abordar las de los teóricos izquierdistas modernos de otras latitudes que las desconocen.
De dicho serio estudio concluiría además que, mas allá de un cambio del modelo político o económico, mas allá del capitalismo y el socialismo, de lo que se trata en definitiva es de un cambio de civilización. Un cambio hacia una civilización de carácter universalmente solidario e inclusivo. En tal sentido, desde lo que aun nos queda vivo del legado indígena comunitario solidario, hoy como ayer América podría aportar mucho a si misma y al resto del mundo.
Por otro lado, no era que el orden indígena se autogobernaba de la nada. La forma de autogobierno indígena que admiraron todos los ideólogos revolucionarios señalados, descansaba, en verdad, sobre unas “leyes” o preceptos básicos a los cuales los indígenas les rendían fiel devoción. Pero no las usuales leyes gubernamentales-mundanas que hoy nos rigen, sino las inmutables y superiores leyes del Orden Natural, leyes que ellos consideraban también en coincidencia con las de Dios (“El Gran Espíritu”).
Un código ético y espiritual, en verdad, normaba la vida indígena. Pero, mas que leyes que necesitaban ser exigidas por un poder coercitivo externo, eran leyes internalizadas a nivel de cada individuo, leyes internalizadas y naturalmente compartidas a nivel de la comunidad; “leyes” que en definitiva minimizaban la necesidad de gobiernos dirigistas.
Como hemos señalado en anteriores artículos nuestros, entre dichas leyes destacaban: la Ley de la Unicidad de la Vida o de la Interdependencia (“todo es uno y todo está vivo”); la Ley de Causa y Efecto (“se cosecha lo que se siembra”); la Ley de la Impermanencia (“lo único constante es que nada es constante”); la Ley del Movimiento en Ciclos Espiralados; la Ley de la Diversidad (que al complementar la primera de las aquí enunciadas origina el precepto de la “unidad en la diversidad”), y otras mas en las cuales se encuadraba el comportamiento y organización indígena. Leyes que, como reza el famoso aserto del indio Seattle: La tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la tierra, tendían a enfatizar –contrariamente a lo hoy en boga- el tema del cumplimiento de los deberes sobre los derechos y su corolario de que los derechos fluyen del cumplimiento de los deberes y no al revés.
Por otro lado, no era tampoco que las mencionadas culturas indígenas carecieran de la figura de “lideres”. Los tenían. Pero era más el lider ejemplar que el líder acaparador de poder. El líder que comandaba respeto más por sabiduría que por la fuerza; por ser él mismo un ejemplo en el dar más que en el pedir. En suma, el líder que más que un dirigente impuesto o electo era una “autoridad natural”, un referencial para la comunidad. Como ejemplo emblemático esta el del chamán, que concentraba por lo general el papel de guía espiritual y sanador-curandero en una tribu: nadie se convertía en un chamán por votación o designación formal de una comunidad pero todo mundo sabía quien era el chamán.
Gandhi también se nutrió de la sabiduría ancestral para su magistral síntesis práctica que subordinó lo político a lo ético-espiritual (por lo cual fue llamado “un santo entre los políticos y un “político entre los santos”). A los efectos de nuestro análisis, vale la pena recordar algunas de sus enseñanzas: "...La verdadera liberación no vendrá de la toma del poder por parte de algunos, sino del poder que todos tendrán algún día de oponerse a los abusos de la autoridad."
En otras palabras, se deberá llegar a la liberación inculcándoles a las masas la convicción de que tienen la posibilidad de controlar el ejercicio de la autoridad y de hacerse respetar; advirtiendo sin embargo el Mahatma que “la regla de la mayoría” tenía sus límites: La regla de la mayoría tiene un campo limitado de acción...es obrar como un esclavo someterse a la mayoría, sean cuales fueren sus decisiones...la ley de la mayoría no tiene nada que decir donde le toca hablar a la conciencia.
Y advirtiendo asimismo en cuanto a la acción gubernamental que "Cada ciudadano se hace a si mismo responsable de todo lo que hace su gobierno: tiene que prestarle todo su apoyo mientras ese gobierno vaya tomando decisiones aceptables. Pero el día en que el equipo que está en el poder haga daño a la nación, cada uno de los ciudadanos tiene la obligación de retirarle su apoyo... si la injusticia cometida es intolerable, es un derecho y un deber de toda nación y de todo individuo no someterse a ella."
La llamada “desobediencia civil” que él resumiera así: “La desobediencia civil completa es una rebelíon pero sin ninguna violencia. El que se compromete hasta el fondo en la resistencia civil no se contenta simplemente con prescindir de la autoridad del Estado; se convierte en un fuera de la ley, que se arroga el derecho de pasar por encima de toda ley contraria a la moral”.
Concluyendo incluso Gandhi que: "Por consiguiente, el Estado ideal es aquél en que no hay ningún poder político, en virtud de la desaparición del Estado." De hecho Gandhi favoreció más bien a la aldea o al pequeño poblado como la unidad política principal, bajo el gobierno de concejos democráticos-participativos llamados pachanyats, unidad política que sería la base de la Nación –constituida de una federación de aldeas-repúblicas.
En lo cual colidió con los planes de su pupilo Nerhu quien favoreció al típico gran estado-nacional-desarrollista como forma de gobierno para la nueva India. Aún más, Gandhi ni siquiera quiso formar parte del nuevo gobierno sino que mas bien prefirió promover un movimiento social “paralelo” para programas de autogestión comunitaria y para vigilar lo que él intuía como inminentes desviaciones gubernamentales del proyecto y espíritu independentista inicial.
El tema de evitar la sujeción alienante al poder y de buscar mas bien la fuerza del autogobierno en un espacio antipoder ha sido materia también de las enseñanzas del cristianismo en el Nuevo Testamento, y en particular de San Pablo, que distinguen entre el “poder" y “fuerza”. De ello se desprende según el teólogo José Luis Vázquez Borau que mientras que:"El “poder” es una técnica de mando, la “fuerza” es la capacidad creadora de un ideal. De ahí que la fuerza de la iglesia-pueblo de Dios esté en razón inversa al poder. Si se deja deslumbrar por el poder, pierde automáticamente parte de su fuerza" (Lamentablemente no se puede decir que la Iglesia históricamente ha honrado siempre dicho precepto; con la consiguiente lesión a su credibilidad en cuanto a la más fiel observancia de lo predicado en el evangelio cristiano).
Es interesante ver como una organización social como la antes citada Cecosesola ha llegado a una similar conclusión en su contraposición al Poder: "La fuerza no se exhibe. No es violenta pues no se trata de un poder para imponerse sobre otro... Se esfuma cuando alguien intenta colocarla en función de sus intereses personales o grupales, ya que se trata de una energía colectiva que responde a otra lógica. Se diluye si tratamos de encasillarla dentro de la lógica patriarcal de acumulación del poder, ya que al intentar acumular la solidaridad, como dinero guardado en el banco para ser utilizado oportunamente, destruimos su esencia... (...)Al contrario, la solidaridad se multiplica justamente cuando la practicamos generosamente, convirtiéndose en una fuerza transformadora."
El Papa Juan Pablo II dejó entre sus últimas enseñanzas interesantes reflexiones en cuanto a la desmistificación del poder político o cualquier forma de gobierno, y aún de la democracia, si no están encuadrados en el bien común y las normas éticas fundamentales. Recordemos que Hitler fue electo por una democracia y que hasta una monarquía de un rey y pueblo sabios pueden ser mejor que una democracia de ciudadanos y dirigentes ruines. En definitiva, las virtudes en que se sustenta la forma de gobierno es lo que cuenta más como remarcó Bolívar.
A la luz de todo ésto, es de particular interés la siguiente reflexión del fallecido Papa: "La democracia parece el sistema político más ideal, pero la Iglesia está lejos de canonizarla. Monarquía, aristocracia y democracia han podido servir al objetivo central del poder: el bien común. En todo caso, el presupuesto indispensable es el respeto de las normas éticas fundamentales... La ley establecida por el hombre, por los parlamentos o cualquier otra entidad legislativa, no puede contradecir la ley natural, es decir, en definitiva, la ley eterna de Dios." Esto último nos retrotrae a la similar identidad que destacáramos antes en la tradición espiritual indígena, lamentablemente también desconocida y reprimida en el pasado por la Iglesia (en crédito también de Juan Pablo II, éste, en reivindicación genuinamente cristiana, pidió perdón al mundo indígena americano por las atrocidades cometidas contra él en nombre de Cristo).
El aporte del zapatismo
En base a todo lo antes expuesto, no sorprende que un movimiento de extracción indígena-maya, como el de los rebeldes neo-zapatistas haya sido el mas notable expositor de la tesis del anti-poder. Apenas a dos años del levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, su hoy legendario subcomandante Marcos dejaría claro ante el mundo (en el Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y en contra del Neoliberalismo, acogido por los zapatistas en la selva Lacandona en 1996) lo siguiente en cuanto a la posición del nuevo movimiento insurgente:"Llegamos a la conclusión de que necesitábamos reformular la cuestión del poder. No repetiremos la formula de que para cambiar el mundo hay que tomar el poder, y que una vez en el poder se procederá a organizarlo en una mejor forma, o sea en una mejor forma para mi porque Yo soy el que estará en el poder. Nosotros creemos mas bien que si nosotros argumentamos que no estamos interesados en la toma del poder, esto traerá una nueva forma de política, otro tipo de política, un nuevo tipo de politicos, otro tipo de seres humanos que hagan una política muy distinta de la practicada por los políticos de hoy y que hoy sufrimos a lo largo de todo el espectro político."
Los zapatistas no sólo lanzaron una consigna impactante. Se han dedicado a hacerla realidad en su propia praxis comunitaria cotidiana en los años siguientes. Aún en los peores monentos del asedio hostil del gobierno mexicano, los zapatistas se ha dedicado a promover la autogestión y autoorganización en sus comunidades “liberadas” a fin de atender sus mas ingentes necesidades; sin esperar al anhelado ”gran cambio nacional”; evitando toda estructura piramidal, dirigista y autoritaria; e incluso cediendo gran parte de las iniciales atribuciones políticas y administrativas del EZLN a las bases y nuevas autoridades civiles de las comunidades liberadas (aunque sin abandonar su capacidad militar defensiva).
Sobre este último significativo proceso, en su reciente Sexta Declaración de la Selva Lacandona, del pasado mes de junio del 2005, los zapatistas han testimoniado, en el típico lenguaje llano que los ha caracterizado, lo siguiente: “...aquí el problema fue que la parte política-militar del EZLN no era democrática, porque es un ejército, y vimos que no está bien eso de que esté arriba lo militar y abajo lo democrático, porque no debe de ser que lo que es democrático se decida militarmente, sino que debe ser al revés: o sea que arriba lo político democrático mandando y abajo lo militar obedeciendo. O tal vez es mejor que nada abajo sino que puro planito todo, sin militar, y por eso los zapatistas son soldados para que no haya soldados... es nuestro modo que lo que decimos pues lo hacemos, porque si no, pues entonces para qué vamos andar diciendo si luego no hacemos" (¡).
En el mismo comunicado los zapatistas han anunciado su decisión de proyectar aun mas su lucha al plano nacional e internacional, a través de diversas acciones para cerrar filas con otro movimientos sociales políticos afines, y en particular del campo de la Izquierda, en el entendido de que, a pesar de sus fallas, la izquierda sigue siendo la mejor opción para el cambio requerido. En tal propósito, y aun a las puertas de unas nuevas elecciones nacionales en México, los rebeldes mantienen en el Comunicado la tesis anti-poder en diversos pasajes claves como los siguientes (lo subrayado es nuestro a los efectos de destacar expresiones particularmente reveladoras):
“(...)el EZLN establecerá una política de alianzas con organizaciones y movimientos no electorales que se definan, en teoría y práctica, como de izquierda, de acuerdo a las siguientes condiciones: No a hacer acuerdos arriba para imponer abajo, sino a hacer acuerdos para ir juntos a escuchar y a organizar la indignación; no a levantar movimientos que sean después negociados a espaldas de quienes los hacen, sino a tomar en cuenta siempre la opinión de quienes participan; no a buscar regalitos, posiciones, ventajas, puestos públicos, del Poder o de quien aspira a él, sino a ir más lejos de los calendarios electorales; no a tratar de resolver desde arriba los problemas de nuestra Nación, sino a construir DESDE ABAJO Y POR ABAJO una alternativa a la destrucción neoliberal, una alternativa de izquierda para México. Sí al respeto recíproco a la autonomía e independencia de organizaciones, a sus formas de lucha, a su modo de organizarse, a sus procesos internos de toma de decisiones, a sus representaciones legítimas, a sus aspiraciones y demandas;....
O sea que, como quien dice, invitamos a las organizaciones políticas y sociales de izquierda que no tengan registro, y a las personas que se reivindiquen de izquierda que no pertenezcan a los partidos políticos con registro, a reunimos en tiempo, lugar y modo que les propondremos en su oportunidad, para organizar una campaña nacional, visitando todos los rincones posibles de nuestra patria, para escuchar y organizar la palabra de nuestro pueblo. Entonces es como una campaña, pero muy otra porque no es electoral”.
Debe quedar claro, sin embargo, como se desprende de lo anterior, que los zapatistas no están en contra de la política como tal sino que abogan por otra forma de hacer política.
En su comunicado lo expresan de la siguiente manera:"Vamos a tratar de construir o reconstruir otra forma de hacer política, una en que otra vez prive el espíritu de servir a los demás, sin intereses materiales, con sacrificio, con dedicación, con honestidad, que cumpla la palabra, que la única paga sea la satisfacción del deber cumplido,...Y debe quedar claro también que los zapatistas no carecen de su propia clara postura política; la tienen. Como lo resume el comunicado mencionado: ...un programa que sea claramente de izquierda o sea anticapitalista o sea antineoliberal, o sea por la justicia, la democracia y la libertad para el pueblo mexicano."
Pero, dentro de dicho básico pronunciamiento, los zapatistas se manifiestan por la vía plural, no imposicionista, no violenta (tomando distancia del zapatismo de hace 100 años y aun de su propia inicial forma de insurgencia), de abajo hacia arriba, de la cotidianidad local a los espacios mas grandes, con sentido de urgencia pero sin precipitarse, entendiendo desde su propia básica cosmovisión de que “hay muchos mundos y todos tienen su lugar, su tiempo y su modo” –en un planteamiento muy propio de la visión indígena de la cual ellos proceden.
Y, finalmente, quedar claro que los zapatistas tampoco albergan una posición nihilista del Estado; están dispuestos a convivir con un Estado que sirva no que mande, un Estado plural no un Estado totalitario, un Estado al servicio de lo social y no del capital, un Estado que entienda que no puede sustituir la autodeterminación del pueblo o sociedad civil.
Y por ello, en relación a esto último, se han planteado presionar para que se reforme la actual constitución mexicana a fin de cambiar la naturaleza y reglas de juego del actual Estado.
Como ha señalado Gustavo Esteva, otro analista mexicano, que ha estado muy vinculado a los zapatistas: Para los zapatistas en definitiva la cuestión no es quien está en el poder, o cómo cualquier persona, grupo o partido puede tomarlo...ellos se han convencido de que los cambios requeridos sólo pueden venir de la transformación de la sociedad por si misma, desde adentro, desde el propio tejido social en las comunidades, barrios, municipalidades... los zapatistas en definitiva están viviendo mas allá de la lógica del mercado, el Estado y el capital." Por todo lo que ha significado, Esteva ha llamado al zapatismo “la mas radical, y quizás mas importante, iniciativa política en el mundo”.
Resonancia en otros movimientos
Cúal ha sido el alcance de la repercusión o resonancia de la consigna en del “anti-poder” en otros movimientos? Raul Zibechi, un agudo estudioso del actual acontecer social contestatario en la América Latina, ha hecho el siguiente recuento: Me parece evidente que los principales hechos políticos en América Latina en los últimos quince años los han protagonizado los movimientos sociales. Han derribado presidentes, han hundido sistemas de partidos corruptos en varios países, han contribuido a debilitar enormemente la legitimidad del neoliberalismo y han contribuido directa o indirectamente a llevar al gobierno a presidentes o partidos autoproclamados progresistas (otra cosa es lo que hacen luego)....En las experiencias que hay en América Latina destaco sin lugar a dudas la de los zapatistas, la de los sin tierra, la de los aymaras, quechuas bolivianos y ecuatorianos e indígenas colombianos, desocupados y piqueteros argentinos, y de otras ciudades del continente, la de innumerables habitantes del sótano de las ciudades y de los campos...
El mundo de estos movimientos es un mundo autocentrado porque tiende a …establecerse de acuerdo a su propia agenda: su agenda no es un espejo de la agenda del sistema y sus tiempos no son espejo de los tiempos del sistema y esto tiene que ver con la capacidad de autoafirmación de estos nuevos sujetos...Se les critica duramente por eso, o se les dice que son antipolíticos o prepolíticos o escasamente concientes por no participar en esa agenda..Creo que el día que este mundo otro que está naciendo –que lo vemos nacer día a día- no sea diferente del sistema –sino mero calco y copia como decía Mariátegui-habrá perdido sentido o se habrá extraviado en, como le pasó al socialismo real soviético, alguna forma de capitalismo o forma de sociedad en la que volverán haber opresores y oprimidos."
A todos estos nuevos movimientos les importa mucho la forma de hacer las cosas. Para ellos –contrariamente a la consigna “el fin justifica los medios” base de todo tipo de maniqueismos y traiciones a altos ideales- los medios no deben discrepar del fin, los medios son parte del fin, los medios determinan el fin.
Ello explica la célebre expresión de Gandhi: "No hay un camino a la Paz; la Paz es el camino." Esto tiene muchas consecuencias retadoras para los movimientos. Por ejemplo, si se predica un carácter no violento -y muchos de los nuevos movimientos sociales lo hacen- no se puede caer en medios violentos para lograr lo que se desea. En tal sentido, cabe preguntarse sobre la coherencia de la práctica del cierre de carreteras o calles como forma de protesta de grupos piqueteros o indígenas bolivianos, para citar algunos ejemplos (en vista del sufrimiento que tal forma de conflicto causa a gente inocente –uno de los tabués más importantes de la no violencia).
La organización argentina de desaparecidos por la dictadura HIJOS, que Zibechi considera “la organización mas puramente zapatista del mundo no indígena en America Latina” ha expresado la importancia de la forma de hacer las cosas de la siguiente manera: "Todas las organizaciones expresan en su forma de trabajar el norte al que quieren llegar. La forma de hacer política es una muestra del mundo, la sociedad, en la que queremos vivir."
A la luz de todo lo anterior el camino no ha sido fácil o enteramente coherente para muchos de los mencionados movimientos (incluyendo también, por cierto, a los propios zapatistas). Pero la gran mayoría de ellos, fieles a verse como un “proceso propio de crecimiento-concientización” mas que algo pre-determinado, han ventilado sus yerros en forma transparente, resueltos a aprender de ellos y rectificarlos oportunamente.
La inicialmente muy vigorosa coordinadora indígena ecuatoriana Conaie cayó en la tentación de querer colaborar directamente con el encubierto gobierno neoliberal de Lucio Gutiérrez y quedó engarzada en el “karma” del mismo –que a la postre trajo su defenestramiento. Gallardarmente la Conaei rectificó retirándose de dicho gobierno antes de que éste cayera, pero todavía se recupera de las repercusiones de tal experiencia sobre su propia credibilidad e integridad. Y ahora tiende a volver sobre su inicial fundacional postura muy afín a la zapatista: Nuestra meta no es la toma del poder o el gobierno sino la transformación de la naturaleza del actual poder del Estado, y se ha propuesto –como los zapatistas- la meta central de reformar la constitución ecuatoriana a los fines anteriores.
A modo de acotación es interesante recordar que el subcomandante Marcos en reciente declaración no ahorrado palabras fuertes para advertir sobre la importancia de que las filas indígenas no sucumban a la contaminación o manipulación política, a fin de mantener las miras superiores:"Agradecemos al movimiento indígena nacional, al que no se vendió por puestos gubernamentales, por viáticos, por lisonjas."
El Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil , a pesar de la tradicional cercanía de la mayoría de sus militantes al partido de Lula, el PT, ha hecho grandes esfuerzos como movimiento por preservar su coherencia y autonomía ante las “tentaciones” e incoherencias del lado del gobierno de ese país. A raíz de la irrupción de la gran reciente crisis de corrupción y desvío gubernamental de las iniciales altas promesas, el MST se ha visto forzado a aclarar mas su deslinde del poder oficial, en los siguientes categóricos términos: "Es el gobierno el que debe resolver su embrollo. Nosotros continuaremos siendo autónomos y llevando adelante nuestra línea política...La única certeza de que pueda haber cambios en cualquier parte del mundo es si los trabajadores se organizan en forma independiente, se movilizan y luchan por cambios. Nunca ningún gobierno dio nada gratis."
Ante la crisis, el Presidente Interino del PT Tarso Genro, hablando del imperativo de refundar el partido y tomando distancia de la cúpula del PT defenestrada a raíz de dicha crisis, ha tenido que admitir: "Hubo una cierta soberbia y una cierta equivocación sobre lo que es el Poder. Y hubo una simbiosis profundamente equivocada entre el partido y el gobierno."Leonardo Boff, también activista de la Teología de la Liberación, ha añadido a lo anterior lo siguiente, con una aguda reflexión general que refuerza nuestro planteamiento:"Hay una profunda decepción en grupos sociales importantes, sobre todo populares, que depositaron su confianza en el PT con la certeza de que los desvíos éticos no se repetirían jamás. Y se repitieron. Un grupo del PT cayó en la tentación del poder y de la seducción del dinero, porque sucumbió a su lógica intrínseca que es: no se puede garantizar poder y dinero si no es buscando mas poder y dinero.”
En Venezuela, la causa de la autodeterminación social y el anti-poder se encuentra actualmente ante un gobierno revolucionario en muchos aspectos de gran vocación estatista clásica y sustentación militar. Un gobierno que ha fomentado nuevos espacios de participación-militancia social, sobre todo al nivel de los antes excluidos, una democratización o desconcentración de los medios de comunicación, una más amplia conciencia sobre la insustentabilidad del actual “orden mundial”, y un nuevo interesante modelo de alianza cívico-militar (aunque todavía privando lo militar).
Pero que también, con los formidables recursos petroleros a su disposición, ha copado el espacio político-social en forma tal y ha prometido tanto, que podría a la postre bien sucumbir por un exceso de funciones y promesas inmanejables minado por la incapacidad, la corrupción, el sectarismo, ó la propia rebeldía social que él ha mismo ha estimulado; o bien inhibir, o colidir en forma frontal con, la autodeterminación y auto sustentación social mas genuinas -sobre todo a nivel del espacio local. Para no hablar de las amenazas externas que aun se ciernen sobre el destino nacional autónomo y del hecho de que el gobierno dependa todavía tanto de un sólo líder.
A nuestro modo de ver, en el fondo la mayor vulnerabilidad y lo que mas sigue comprometiendo la causa de una verdadera liberación en Venezuela es la persistencia de la petro-dependencia (a la cual se pretende añadir ahora el desarrollo a gran escala del gas), y todas las implicaciones y contradicciones que se derivan de tal modelo a los efectos del mundo nuevo que reclama la humanidad y el planeta; petro-dependencia a la cual se ha mantenido adicta hoy mas que nunca toda la sociedad nacional. Si hay algo que ha resultado ser problemático donde quiera que ha reinado es el “poder petrolero”.
Como hemos señalado antes en otros trabajos, la industria petrolera donde quiera que ha regido, además de sus conocidos efectos de dependencia-distorsión económica, corrupción social, e inherente gran daño ambiental, ha sido también a la postre inherentemente anti-democrática o ha minado los sistemas democráticos.
Esto último, por la sencilla razón de que, en términos económicos, de infraestructura y operación –y esté en manos de transnacionales, tecnócratas o gobiernos, dicha industria concentra invariablemente poder político en sus detentadores en altísimo grado. A diferencia de la propensión del paradigma de las alternas energías renovables (sol, viento, biomasa, mini-hidro, hidrógeno, etc) -todavía tan lamentablemente ausentes en la agenda de Venezuela y el mundo; las cuales, por razones opuestas, tienden mas bien a descentralizar el poder, y en cuyo desarrollo, por lo demás, yace la salvación de la humanidad y el planeta.
Por otro lado, entre los movimientos sociales que se han anotado en el campo del anti-poder se encuentra también uno que ha adquirido enorme proyección mundial, hasta el punto de que ha sido calificado como la iniciativa política internacional mas importante de los últimos años. Se trata del Foro Social Mundial (FSM) –lanzado también por cierto desde América Latina, y en particular desde Porto Alegre en Brasil.
Establecido inicialmente como antítesis del Foro Económico de Davos, cenáculo del capitalismo neoliberal mundial, el FSM en poco tiempo se ha convertido en la tribuna principal del movimiento anti-globalización y de las múltiples alternativas actualmente pugnando desde los pueblos para el logro del “otro mundo posible” que ha vislumbrado el FSM. Su ultimo encuentro en Porto Alegre congregó 150.000 participantes de 135 países, 4.000 organizaciones, 2500 actividades, y 2800 voluntarios en su organización (Caracas, por cierto, será sede del próximo FSM en enero del 2006).
El Foro Social Mundial en sus estatutos se ha definido fundamentalmente como en contra de la globalización neoliberal totalitaria, la hegemonía del capital o cualquier forma de imperialismo asi como de la corporaciones, gobiernos e instituciones al servicio de lo anterior, declarándose en sus propósitos independiente de todo poder económico o político, favoreciendo un pluralismo participativo y en forma autoorganizada (en base a la forma de “Red”).
Chico Whitaker uno de los ideólogos mas representativos del FSM ha resumido los valores del Foro en torno al tema del poder de la siguiente manera: "No habrá un día en que el mundo nuevo comenzará a ser construído despues que se tome “el poder”. Dicho mundo ya esta siendo construido de adentro para afuera, de abajo para arriba, por una infinidad de acciones que van ampliando el espacio conquistado al mundo viejo. Ellas van creando condiciones –inclusive culturas- para un cierto momento en que los cambios en curso puedan ser entonces consolidados, duraderamente, desde la cima para abajo...Los grandes cambios verdaderos llegan por la acumulación de cambios cualitativos y cuantitativos tanto sobre las reglas de juego de la vida colectiva como sobre la conciencia y comportamiento de las personas, con las rupturas que sean posible a lo largo del camino"
Para Zibechi en definitiva tres rasgos básicos caracterizan a los nuevos movimientos contestatarios: "(...)la lucha y resistencia en los márgenes, no para incluirse como subordinados sino para luchar como nuevos sujetos, manteniendo sus diferencias; la autonomía como clave de la resistencia pero también de la construcción de otra sociedad: y la creación aquí y ahora de nuevas relaciones sociales que son de hecho el corazón del mundo nuevo"
Conclusión
La noción “anti-poder” que se deriva de la consigna “Cambiar el mundo sin tomar el Poder” no desconoce, en verdad, al poder político y al poder del Estado –o a cualquier otro tipo de poder, incluyendo al notorio poder económico- como realidades, e incluso como instrumentos que pueden ser útiles para la búsqueda del bienestar humano. Es mas, en cuanto al poder político podría pensarse en efecto que en estos tiempos de tanta turbulencia, de tanto des-orden, hacen falta en el mundo gobiernos y Estados más “fuertes” que permitan capear mejor el gran temporal que asola a la humanidad, incluyendo a la actual desbocada globalización (aunque como hemos implicado antes, tanto los gobiernos como los Estados requieren hoy de una sustancial redefinición).
Pero la noción anti-poder se rehúsa a ver al Poder como un fin en si mismo, como una panacea, y de hecho considera funesto centrarse en la toma del Poder en base a valores o relaciones para el dominio o la opresión de unos seres humanos por otros. Ello no sólo sería un engaño, una desviación, sino también una traición a los altos fines del cambio deseado. Como nos dejara dicho Bolívar: "El Poder sin la virtud es un abuso y no una facultad legítima."
La noción anti-poder nos enseña que el Poder debe ser un servidor, no un amo. Y que el Poder por si sólo, el Poder sin dirección correcta, termina, precisamente, convirtiéndose en un amo corruptor, incluso de quien cree poseerlo. “Los poseedores terminando poseídos”; “los tomadores del Poder terminando tomados por éste”. El cumplimiento del viejo adagio: “El Poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Aún más, para qué serviría la toma de una estructura de poder viciada hasta el fondo –como muchas en el colapsante mundo de hoy? No sería como la toma de un buque fatalmente agujereado que se está hundiendo? En tal sentido tendría mas sentido pensar en un barco nuevo. Y un nuevo barco no se construye desde el mar, se construye desde tierra firme; no se construye desde sus mástiles o techo, se construye desde el casco o la base. Ante esto cobra pleno sentido la proclama zapatista: “no queremos tomar este mundo, queremos un mundo nuevo”; así como el clave aserto gandhiano: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”(la responsabilidad personal como cimiento de la responsabilidad colectiva).
Y todo lo anterior cobra particular vigencia en los -enormemente retadores- tiempos en que vivimos. Pues, como bien ha dicho Jose María Vigil: "Los paradigmas mas profundos que han vertebrado la sociedad humana están a punto de caer. Concretamente el paradigma de la dominación de los otros, de la conquista, de la depredación, del endiosamiento nacional y del desprecio de los otros pueblos...es insostenible a estas alturas de la historia, se esta cuarteando -a la vista de quien quiera ver- y se debate en retirada, acorralado...La batalla no es mediante las armas, ni el dinero, ni por el enfrentamiento. No es por la “toma del poder”, sino por la toma de la conciencia: por el poder de la Verdad, de la convicción, de la persuasión, por la fuerza de la razón, contra la razón de la fuerza...Se trata en suma de un cambio civilizacional."
Un cambio, en definitiva, que reivindique al “Ser” sobre el “tener”-incluyendo al Poder, y nos reconecte con nuestra hechura esencial de espíritu y entidad común con otros y la Creación toda, recordando la máxima chamánica de que “Todo es uno y todo está vivo”. Un cambio que reivindique la primacía de la autodeterminación y la dignidad, por sobre el dominio y la sujeción. Un cambio, en definitiva, superior a todo Poder, mas allá de todo Poder.
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