NUEVA YORK (AP) — Las personas reunidas en el costado de un edificio en la Tercera Avenida parecían refugiados que buscaban calentarse alrededor de una fogata. Sin embargo, en lugar de llamas crepitantes, lo que los atraía era tecnología más avanzada: un cable con energía para cargar los teléfonos celulares.
Esta escena era indicio de la desesperación de algunos neoyorquinos ante la falta de electricidad después de que diversos sectores de la ciudad se quedaron sin energía a causa de la supertormenta Sandy.
Entre la multitud se encontraba Patrick Dugan, quien llamó el miércoles desde un teléfono público tras salir de su apartamento y caminar por la calle en busca de electricidad.
"¿Cuánto cuesta la llamada en un teléfono público?, preguntó Steve Breslawski, quien observaba cargar su teléfono por casi una hora.
"Continúa siendo 25 centavos para llamada local y 75 centavos para la de larga distancia", explicó Dugan.
La mayoría de la gente sobrevivía con resistencia y buen humor las secuelas de la tormenta. La gente recorría una ciudad sin semáforos ni metro. Muchos habitantes de sectores sin energía se mudaron al norte para quedarse con amigos. Otros permanecieron en casa con víveres enlatados y velas.
En un paisaje urbano de tiendas y restaurantes cerrados las personas buscaban comida, electricidad y una ducha caliente. Muchos restaurantes fueron reforzados con tablas en el exterior.
La electricidad demarcaba algunas calles: los inmuebles tenían luz en un lado y estaban oscuros en el otro. La vida era notablemente normal en las zonas residenciales, aunque más lenta y tranquila porque no había transporte público. Sin embargo, en el centro todo era diametralmente distinto.
Las esquinas de las calles eran caóticas abajo de la vecindad general de la 30ma Calle mientras las personas intentaban en vano tomar taxis.
Sin semáforos en funcionamiento ni agentes de policía que ayudaran a mantener el aparente orden la mayoría de las intersecciones eran muy peligrosas para los peatones.
Dos días después de que la supertormenta Sandy paralizó Nueva York, los habitantes, ansiosos por volver al trabajo y por recuperar su vida habitual, notaron algunas señales de que la ciudad comienza a recuperarse, aunque dista mucho de volver a la normalidad.
El tráfico matutino pareció incluso más intenso que el de un día ordinario, luego que la gente comenzó a volver al trabajo en una ciudad sin servicio de trenes subterráneos. En algunas de las autopistas principales, el tráfico avanzaba a vuelta de rueda.
El alcalde Michael Bloomberg tocó la campana que marcó la reanudación de operaciones en la Bolsa de Valores, que inusitadamente suspendió sus operaciones por dos días.
Tal vez lo más prometedor fue que la gente esperara en las paradas de los autobuses, un indicio de que el transporte colectivo comienza a prestarse de nuevo, aunque el sistema del tren subterráneo y algunos túneles vehiculares seguían paralizados por las inundaciones sin precedente que dejó Sandy.
Rosa Díaz, que tiene 58 años y padece diabetes, esperó un autobús que la llevara al Bronx, a fin de acudir a una cita con su endocrinólogo. Reside en la sección Flushing del barrio de Queens, pero se hospeda con su madre, quien vive en un asilo en el vecindario de Chelsea, en Manhattan, sin energía eléctrica.
"Es horrible", dijo. "Gracias a Dios compré galones y galones de agua para beber y lavarme". Un galón equivale a 3,78 litros.
Pese a que la vida normal se iba recuperando, no había espacio para el optimismo.
"Está claro que los desafíos que enfrenta nuestra ciudad en los próximos días son enormes", dijo el alcalde Michael Bloomberg el martes, mientras que las autoridades advirtieron que el suministro de energía no se restablecería sino hasta el fin de semana, en una ciudad acostumbrada a disfrutar al máximo los beneficios que la electricidad brinda.
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