miércoles, 3 de octubre de 2012

Con una tasa de inflación a la baja, ¿qué podemos esperar?

POR ROBERTO DESPRADEL


El Banco Central basa su política monetaria en metas de inflación. Para este año, la meta es de una tasa del 5.5%, con una fluctuación de más o menos un punto porcentual (una banda que va desde un tope del 6.5% hasta un piso del 4.5%). Sin embargo, entre julio del 2012 y julio del 2011 la inflación acumulada  ha sido de apenas 1.6%, muy por debajo de las metas establecidas. Si bien una alta inflación no es deseable, una baja inflación tampoco, pues puede ser un reflejo de una merma en la demanda.
Varios factores inciden en la tasa de inflación; el más conocido es la tasa de cambio. En los últimos 12 meses hemos tenido una devaluación de 2.9%, lo que demuestra el control sobre dicha variable. A pesar del persistente déficit en cuenta corriente, el Banco Central mantiene niveles de reservas internacionales relativamente altas. A junio, se encontraban un 20% por encima del mismo mes del pasado año. Con la confirmación de las autoridades monetarias se envía una clara señal del deseo de mantener un comportamiento estable en la tasa de cambio. Otro elemento importante que incide en nuestra inflación corresponde a los bienes importados, principalmente alimentos e hidrocarburos. El índice de precios de los metales que importamos, así como de los insumos industriales están a niveles inferiores de 12 meses atrás. Lo mismo sucede con el petróleo y el gas natural. El índice de alimentos promedia un aumento de tan solo un 2%.  No estamos importando inflación. Incluso, es muy probable que la inflación importada sea negativa.
Otro elemento que influye en la inflación es una baja en la demanda interna, pues motiva a competir por los precios. Es bien conocido que la economía está creciendo por debajo de sus niveles históricos. Si lo combinamos con el aumento de la competencia fruto de la apertura comercial, se torna difícil poder compensar mermas en volúmenes con aumentos de precios.
En el último trimestre del 2011, el Banco Central motivó hacia aumentos de tasa de interés como mecanismo de anclaje. Estimuló el ahorro en pesos con el objetivo de enfriar el consumo y aliviar los desequilibrios de las cuentas externas. Redujo el ritmo del crecimiento, pero logró mantener una inflación controlada durante el período electoral.
Vale mencionar que durante todo el 2011 los ahorrantes recibieron tasas de interés reales negativas, y no fue hasta diciembre que se revertió la tendencia, recibiendo tasas reales positivas como resultado del aumento de las tasas nominales y de una baja inflación.
Cuando segregamos la inflación según sectores, durante los últimos 12 meses se aprecia que los renglones que más aumentaron fueron la salud (4%) y la educación (7%), ambos con componentes elevados de empleomanía y que corresponden a servicios no transables. Varios renglones tuvieron inflación negativa, como las prendas de vestir y calzados, las viviendas y el transporte. Las comunicaciones alcanzaron una inflación del 0%.  El sector de alimentos aumentó un 2.2%, muy similar al índice de precio internacional.
A raíz de que tenemos una tasa de inflación inferior a la prevista, empujada por una baja demanda interna, y a su vez no se vislumbran amenazas inflacionarias importadas, el Banco Central está enviando señales al mercado para dinamizar la economía. Por un lado, reduciendo sus tasas de interés referenciales de corto plazo y, por otro, devolviendo liquidez por la vía de la no renovación de sus certificados financieros. Estas acciones combinadas empujan, primeramente, a una baja de las tasas a los depositantes, lo que motivará el consumo y, segundo, a una baja en las tasas de interés de los préstamos, lo que deberá estimular el gasto y la inversión.
Con estas medidas nos estamos subiendo a una nueva ola para calentar la economía. ¿El tiempo que duraremos montados? Dependerá en gran medida de las presiones que se generen en nuestra balanza de cuenta corriente, en la confianza de los agentes económicos y en los resultados de las conversaciones con el FMI, quien de seguro marcará las pautas para una importante reforma fiscal.


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