sábado, 11 de mayo de 2013
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Aunque República Dominicana debe poco más de tres mil millones de dólares a Venezuela por suministro de petróleo y se pactó la posibilidad de cubrir esa deuda mediante la entrega de mercancías y servicios, se está a punto de perder la partida puesto que nada menos que el heredero del fenecido mandatario Hugo Chávez, Nicolás Maduro, se entrevistó con la Presidente de los estados unidos del Brasil, Dilma Rousseff, para solicitarle asistencia técnica a los fines de promover proyectos agrícolas en territorio venezolano.
Este servicio técnico para el fomento de la agricultura, similar al ofrecido y prestado por Cuba con profesores dedicados a alfabetizar y médicos que se han internado en zonas rurales venezolanas, es una tarea que pudo ser pactada con el propio Chávez y pudo tener un valor social y económico considerable, habida cuenta que, en realidad, Chávez lo que deseaba era proveer de petróleo a los dominicanos sin acudir a la palabra “regalo”.
Como se sabe –y Maduro lo expuso ante la mandatario brasileña- los venezolanos sufren desde hace tiempo la carencia de alimentos de la tierra, debido al abandono por parte de los grandes propietarios, de los trabajos de producción a causa del acoso político sufrido por ellos y de las expropiaciones forzosas a las que fueron sometidos en vida de Chávez.
Los dominicanos pagan el petróleo exportado por Venezuela hasta el valor de los cincuenta dólares el barril y reciben financiamiento reembolsable al uno por ciento anual por el valor que exceda este precio; y ese financiamiento puede pagarse no solamente en moneda contante y sonante sino en productos provenientes de la tierra dominicana y en servicios.
Los esfuerzos por cumplir con las obligaciones de esta generosa manera de venderle este hidrocarburo al país, no halló una respuesta firme, decidida, constante y persistente, razón por la cual pudo verse, en el anterior gobierno, una conducta que bien pudo tacharse de negligente por no darle otro carácter de más severa significación.
El que Maduro, durante su recorrido por países del continente al sur de Venezuela, haya planteado a la Presidente brasileña la posibilidad de negociar un acuerdo de apoyo técnico de los brasileños para beneficiar la agricultura venezolana, habla de la gran falta de los dominicanos, de una enorme incapacidad de quienes llevaron las riendas del país hasta hace poco, para contemplar, en el acuerdo de PetroCaribe, una oportunidad para impulsar la producción nacional, para fomentar las exportaciones hacia un país que se declaró cautivo de potenciales exportadores dominicanos por propia decisión y de la ausencia de una clara decisión de cumplir los compromisos contraídos con la compra del petróleo.
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