La curiosidad por descubrir qué esconde la cima de la montaña más allá de la figura con los brazos abiertos que se alcanza a ver desde la carretera minimiza en parte el susto de subir por primera vez a un teleférico y vivir, en el pequeño cubículo que en ese momento transporta a unas 12 personas, los 10 minutos más largos del mundo.
La sensación es la misma no importa cuántas veces se realice el viaje.
“No miren hacia abajo -aconsejan algunos-, para que no se mareen”.
Pero no. Es imposible no caer rendidos ante los verdes del espeso follaje de la cordillera Septentrional dominicana. Hay que disimular el miedo y observar el paisaje, los árboles y esa franja de la costa norte del país salpicada de puntos de colores y tejas rojas.
Una vez acostumbrados a la vista ñy como nunca faltan los agitadores de miedo-, una voz comienza a imaginar futuras trágicas anécdotas que nos recuerdan que el artefacto, el primero del Caribe, no es de ahora, pues fue inaugurado en 1975 por el entonces presidente Joaquín Balaguer como parte de las infraestructuras levantadas para el lanzamiento de Puerto Plata como polo turístico.
El guía explica que la idea de construir un funicular para alcanzar la cima de la loma había sido del arquitecto Cristian Martínez, y que los trabajos comenzaron en 1972 con el suministro de los primeros equipos del teleférico a cargo de la empresa italiana Ceretti e Tanfani.
Mientras el funicular se interna en el verde y en la neblina, otra voz recuerda al visitante que no hay que tener miedo, que el Ministerio de Turismo reporta que miles de usuarios utilizan anualmente el teleférico (107,000 en 2012); que los cables son sustituidos cada cierto tiempo antes de que muestren deterioro; que el mantenimiento es permanente y que cuentan con una planta eléctrica de emergencia.
Pese a lo que dicen el guía y los “optimistas”, el visitante asustadizo nota que lo peor ocurre justo antes de llegar: la cabina se tambalea generando una angustia terrible y los cables negros y grasosos aparecen ante los ojos cada vez más cerca, como si se apresuraran a chocharnos de frente.
“Salten”, dice alguien y, algo mareados y sobresaltados, sorteamos los centímetros que separan la cabina de la oscura terraza donde ahora podemos respirar aliviados.
En realidad, pensamos ya en tierra firme, no era para tanto...
La loma
Así, al sur de la ciudad de Puerto Plata y a unos 800 metros sobre el nivel del mar, alcanzamos la loma Isabel de Torres.
Así, al sur de la ciudad de Puerto Plata y a unos 800 metros sobre el nivel del mar, alcanzamos la loma Isabel de Torres.
Declarada reserva científica el 11 de agosto de 1983 y monumento natural en 2009, es una parada casi obligada de los turistas que visitan la Novia del Atlántico, a unos 215 kilómetros al norte de Santo Domingo.
El recorrido por el área protegida deja muchas satisfacciones.
Lo primero en llenar la vista es la impresionante figura blanca del Cristo Redentor, una versión en miniatura del Cristo de Río de Janeiro levantada en 1970 y en cuya base o domo (una antigua fortaleza antiaérea construida en la época de Trujillo) funcionan tiendas de artesanía y un restaurante.
El primer impulso es subir las escalinatas hasta la punta del cerro y tomar fotos.
El aire puro invita a respirar hondo y llenar los pulmones de bocanadas frescas. Las flores, las calzadas y las fuentes del jardín botánico construido en 1973 por el ingeniero Benjamín Paewonsky sugieren pasear por los alrededores, disfrutar de un espacio que el viajero no se imaginaba que existía a esa altura. Las plantas han crecido tanto que han formado un bosque húmedo.
La vista de la Costa de Ámbar y de la ciudad de Puerto Plata ñsi lo permite la neblina- deja en el recuerdo un panorama espectacular de cielo y tierra simplemente inolvidable, tan inolvidable que la vuelta, de nuevo a bordo del teleférico, ya no da tanto miedo...
FLORA Y FAUNAHasta ahora, el inventario general de los recursos naturales del Monumento Natural Loma Isabel de Torres indica que hay alrededor de 594 especies botánicas, 583 dadas a conocer gracias a los estudios realizados por el doctor Alain Lioger. Once especies fueron reportadas por el doctor Eugenio de Jesús Marcano y su esposa.
Helechos, orquídeas, bromelias, pajón, yerba guinea, palmas manaclas y maya cimarrona sortean los senderos y el interior de la montaña, primera área protegida por decreto del país.
Entre la avifauna se han registrado 32 especies de aves, incluyendo 5 especies endémicas de la isla. Al agudizar ojos y oídos se pueden ver y escuchar ciguas palmeras, carpinteros, rolitas, cotorras, carraos, palomas ceniza, guaraguaos y algunos anfibios.
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