viernes, 20 de diciembre de 2013

En esta Navidad

Josefina AlmánzarPor JOSEFINA  ALMANZA.--Nuevamente es Navidad. Tiempo que nos invita a reflexiones, meditaciones, encuentros internos.  En esta ocasión luego de haber hecho un análisis de los hechos ocurridos durante el año que casi termina debemos pasar  balance de todo lo vivido, de todas las experiencias acumuladas. Analizar qué tenemos como activos y pasivos en nuestro libro de contabilidad cotidiana.
   
Este tiempo  nos motiva  a encontrarnos de una manera directa con nosotros mismos, a buscar soluciones y respuestas que sólo están en nuestro interior.  Nos invita a dejar el consumismo a un lado y adentrarnos en nuestra realidad actual. Hacer menos bulla, menos algarabías, menos brillo exterior y más reflexiones, meditaciones internas, más sinceridad, honestidad con nosotros mismos.
   
Nos invita a identificarnos más con el Jesús Vivo que habita en cada uno de nosotros y actuar desde ese conocimiento. Esta conectividad con el Cristo nos depara armonía, para poder sentir la paz y nos genera el gozo que sólo podemos lograr cuando alcanzamos una incorporación verdadera con la Divinidad.
   
Jesús encarnado en niño y luego en hombre adulto nos  dio un ejemplo y un mensaje  luminoso, contundente, coherente y verdadero.  Una buena noticia que ha trascendido la eternidad de los tiempos sin variaciones, sin dudas y sin teorías.
   
Entonces, ¿por qué en esta Navidad no tomamos un espacio para reflexionar en ese mensaje de amor, de humildad y de entrega incondicional  para aplicarlo en el diario vivir.? ¿Por qué no seguir el ejemplo de María y de José quienes  se ofrecieron  como instrumentos para darle al mundo el fruto de la Divinidad, sin esperar nada a cambio y enfrentando todos los obstáculos y peligros del mundo de Herodes.?
   
¿Por qué no dejarnos guiar como los Reyes Magos por el resplandor de la Estrella de David para encontrarnos al final del camino con ese niño lleno de vida? Encontrarnos con esa criatura de bienaventuranzas, de esperanzas, de gozo que podemos arrullar, que podemos acariciar y acurrucar entre nuestros brazos cada día.
   
No permitamos que las energías negativas, ni las oscuridades de nuestros días empañen el verdadero significado, la verdadera esencia de la Navidad.
   
En la  nochebuena, comparte con tus seres queridos el pan que habrá en tu mesa. Sigue la tradición de hace milenios de años para esperar la llegada de ese Divino Niño que siempre debe vivir  en nuestros corazones.  Permitamos que el espíritu y el ángel de la Navidad inunda nuestro ser. Que las campanas de Belén tocadas por los ángeles suenen  y se quede para siempre en el santuario de nuestros corazones.

¡Feliz Navidad, amor y paz para todos y todas!.

La autora es Abogada y Docente Universitaria.

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