martes, 17 de diciembre de 2013

¡Una feliz Navidad!

Por Nurys Rivas.-El universo ataviado de luces, está recibiendo el beso de la Navidad, es como un parpadeo, una ráfaga imperceptible casi, un efluvio que toca al corazón y lo acaricia. Por momentos nos contagia una fragancia que se esparce en el aire, por momentos también, algo nos estremece  muy adentro, es quizás añoranza, nostalgia de otros días semejantes, de afectos y cariño que se han marchado ya, o se encuentran muy lejos.
    
El telón de la vida sube y baja, al igual que las hojas de cualquier calendario, que marcan al caer las estaciones; son apenas unos días en que la naturaleza festeja el advenimiento que identifica ese acontecimiento que conmovió la humanidad y así como raudos llegan, se disipan, nos exprimen, nos zarandean y nos ponen de frente a la vida. Balances, promesas de cambiar y ser mejores, peticiones, generosidad… verdaderos propósitos en muchos, juramentos fallidos en muchísimos más, ojalá quisiera Dios dotarnos de un corazón menos vulnerable, donde la frivolidad diera paso a la misericordia, la mentira caiga ante la verdad y la justicia nos rescatara del equilibrio de una balanza siempre inclinada hacia el laberinto en el que moran aquéllos que pagan con creces el derecho a vivir. 
    
Ojalá no fuera preciso estar en Navidad para hacernos el propósito de ser mejores personas, que comer no formara parte de un envoltorio incluido como regalo navideño, ojalá tuviésemos el poder de hacer del tiempo una eterna Navidad, menos suntuosa, más humana, donde cada hogar encendiera una estrella de esperanza y cada ser humano luciera  la dignidad como una de las luces que en esta época iluminan al mundo.
    
Es Navidad y se estila desear y hablar de cosas positivas, quizás debería escribir un artículo lleno de ternura donde se adivinen las lucesitas intermitentes, los regalos y se aspire el aroma del festín que caracteriza la época, sin embargo contraria a los tópicos como soy, prefiero hablar de realidades.
    
Que me perdonen los que tienen la certeza de que no siempre basta con decir feliz Navidad, aquellos que no entienden que vale más no desdeñar ni ignorar durante todo el año, que tener una sola vez, un gesto de aparente bondad.  
    
Ojalá fuera posible hacer que ese sentimiento de piedad perdure más allá de diciembre, que invada el corazón y permanezca, porque el mundo necesita de nuestra bondad y justicia.
    
Sin embargo, no complicaremos la algarabía de estos días ni nos adentraremos en análisis que caerán en el vacío, es mejor quedarme satisfecha haciendo que los entusiastas de los parabienes se sientan complacidos, por consiguiente, desear para ellos y para todos, una feliz Navidad

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