El hermano pueblo de Chile acude mañana a las urnas para elegir Presidente de la República en una segunda ronda de votación debido a la imposibilidad de la ex mandataria, Michelle Bachelet, de lograr el cincuenta por ciento más uno hace alrededor de un mes, con lo cual, debido a las exigencias legales, debieron darse nueva cita ella y su contrincante, Evelyn Matthey, la cual figura muy remotamente detrás de la posible ganadora. Las dos confrontan un fenómeno relativamente inédito en los procesos electorales entre los países de este continente, como lo es el desgano de los electores.
Entre los chilenos, la emisión del voto constituyó una obligación legal que ahora, por vez primera, se ha convertido en una acción voluntaria que tanto en la primera vuelta como en la elección de mañana, parece destinada a perjudicar al sistema, pues los electores parecen poco dispuestos a contribuir a la conformación de gobierno, aunque ya, en el proceso del diecisiete de noviembre, fueron electos representantes al Congreso y otros funcionarios. Faltó el Presidente de la República.
Cuando este diario expone lo que define como un fenómeno es porque nunca los votantes han acudido en su totalidad a las urnas, aún en aquellas naciones en los cuales el ejercicio del voto es una obligación legal, y concurren como votantes, incentivados por los llamados que hacen los organismos a cargo de organizar los comicios y los reclamos de los partidos políticos que contienden con sus respectivos candidatos; y aún bajo tal contexto, siempre se producen abstenciones, más o menos elevadas.
Se evidencia ahora, más que la inclinación a la abstención, un desgano que resalta en el Chile tradicionalmente obligado a votar, pero que no estuvo ausente como fenómeno social, en una Venezuela en la que la escasa participación de electores en el proceso recién cumplido, llevó a un empate entre las candidaturas progubernamentales y antigubernamentales, durante los comicios recientemente llevados a cabo. Este desgano, conforme los dirigentes opositores al chavismo, determinó el equilibrio de fuerzas.
Lo que llega ahora, por supuesto, es conocer qué inclina a los votantes a no inclinarse por acudir al llamado de las autoridades que organizan los comicios y a los candidatos de uno y otro lado que se ofertan como potenciales funcionarios y en cambio, permanecer ajenos a procesos que antes, fueron no solamente fiestas cívicas, sino populares.
Determinar qué inclina al desgano de los electores, en cuyas manos y razones reside la soberanía de los pueblos, es algo a lo que se obligan para un inmediato futuro de algunas naciones, los estudiosos del comportamiento social, antes de que el fenómeno se generalice.
sábado, 14 de diciembre de 2013
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