El diferendo se ha magnificado luego de la sentencia del Tribunal Constitucional dominicano que dictaminó que los hijos de padres haitianos irregulares en el país desde 1929 no son dominicanos, ratificando y legitimando la decisión administrativa aplicada por la JCE desde el 2007, cuando ésta comenzó el proceso de despojo de los documentos de identidad a más de 200 mil personas afectadas por la decisión. Previamente a la algarabía causada por la sentencia del TC y que ha ameritado la visita al país de la CIDH y la reacción negativa de otros organismos internacionales que han calificado la decisión como discriminatoria y violatoria de los derechos humanos, el propio gobierno haitiano había tomado decisiones unilaterales en materia de la importación de productos de origen dominicano que perjudicaron a empresarios y comerciantes que exportan productos nacionales hacia Haití.
Por esa doble complicación entre los dos países, es de toda racionalidad que los gobiernos hagan esfuerzos para normalizar y avanzar en la mejoría del clima en las relaciones entre los dos países. Por eso hay que considerar atinada la posición del Presidente Medina y la del Presidente Martelly, al decidir la conformación de la Comisión Bilateral, para que, mediante la reanudación del diálogo, ambos gobiernos busquen solución a los problemas comunes en materia de migración y de comercio.
Para ese diálogo se hace imprescindible que los comisionados se despojen de todo prejuicio histórico y de actitudes “medalaganarias” y arbitrarias, que sólo sirven para obstaculizar la concertación de medidas y procedimientos que permitan que los dos países avancen en regularizar y ordenar los procesos migratorios y comerciales atendiendo a los intereses comunes y compartidos. En esas negociaciones deben dejarse de lado enfoques de extremo “sentimentalismo” y de extremo “nacionalismo” con frecuencia matizados por la brutalidad emotiva, para que fluyan posiciones racionales y formalizables que viabilicen la aplicación de mecanismos prácticos que garanticen un mejor desempeño en las relaciones entre las dos naciones.
¡Adelante con el diálogo civilizado y racional!
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