De esa manera, el PLD se mantiene activo a través de sus precandidaturas y especialmente a través de Leonel Fernández que aprovecha el período para repartir cajas navideñas y con ellas movilizar a sus seguidores en gran parte del país. Mientras eso pasa en el PLD, en el PRD se acentúa su dinámica por la división. Dos últimos hechos marcan la división material y definitiva de esa otrora poderosa organización partidaria: la decisión del TC en contra de la secretaria de organización suspendida y que confirma la preferencia política de las altas cortes por la facción que encabeza Miguel Vargas Maldonado; y la consecuente decisión de éste de convocar a una reunión “clandestina” del Comité Político para decidir la conformación de una Comisión de Organización de la convención, fijada para iniciarse en febrero próximo, bajo su entero control.
Mientras la facción del PRD-MVM se afianza en su estrategia con apoyo oficial o fáctico, la facción PRD-HM de vocación supuestamente democrática se ha empantanado hasta el punto de “plagociar” una unidad que su oponente no quiere y que especialmente el PLD no desea porque sabe que el único obstáculo al continuismo, que ha de durar más de 40 años, lo constituye un PRD unido y cabeza del movimiento por la democracia dominicana. La división del PRD es una condición imprescindible para el PLD y su hegemonía monopólica.
Bajo ese entendimiento el PRD-HM de ser consecuente con ese nuevo contexto y sus designios, con esa realidad, debe entonces decidirse, antes de perecer, a asumir una estrategia basada en la combinación de los fundamentos de la política: la “movilización” que no es desorden en las calles; el espíritu de progreso que deriva en la plataforma para el desarrollo; la democracia que organiza políticamente al Estado bajo los designios democráticos; y la satisfacción colectiva incorporando al pueblo a la idea del progreso democrático de la Nación. Todos esos elementos fundamentales del trabajo político, han desaparecido en el actor perredeísta, reduciéndose la política a un pragmatismo oportunista impulsado por los activistas sólo cargados de ignorancia y aspiraciones personales, sin la más mínima idea del quehacer político.
La alternativa
Los perredístas supuestamente democráticos y desarrollistas deben convencerse que la única alternativa para enfrentar al todopoderoso PLD es la convocatoria de todos los segmentos democráticos del país a una movilización por el progreso y por la democracia, para potenciar una opción triunfante en las futuras elecciones que desplace al PLD como partido único.
¡Evitemos una nueva dictadura!
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