Prestigio: si se alcanza la máxima posición de una organización política con gran arraigo y tradición en la sociedad dominicana se logra formar parte activa de la élite que decide de acuerdo a los estatus el alcance de las políticas nacionales; se posiciona en la parte determinante del debate político y, desde cualquier perspectiva, quienes forman parte del Comité Central (CC) pudieran ser considerado como ente con un gran desarrollo político de cara al modelo democrático prevaleciente.
Lucha Grupal: nadie ignora que dentro del PLD cohabitan grupos bien definidos; donde los intereses forman parte del laborantismo, la lucha partidaria se refleja en cada uno de los dirigentes adscriptos a estos proyectos políticos. No puede negarse, tampoco, que en término práctico disponer del apoyo o la solidaridad de unos de estos proyectos se le allana el camino en el calaje de las canonjías adquiridas, sean estas en el aspecto meramente material como el estrictamente político.
Satisfacer el ego: quien más hondo a penetrado en este análisis lo fue el Profesor Juan Bosch en aquellos días donde perfilaba el tipo de organización política a la que aspiraba. Según él, en su conocida Composición Social Dominicana, la nuestra es una sociedad eminentemente dominada por la pequeña burguesía. Elementos con gran vacío existencial y una ansia insaciable a la hora de establecer aspiraciones. Nadie quiere estar formando parte de los Comités de Bases o las simples direcciones Intermedias, alguien con prestigio social requiere cerrar el ciclo y formar parte del máximo organismo partidario (CC).
Lógica de repartición: Resulta consabida la idea que al momento de alcanzar el éxito electoral y empezar el proceso de distribución de las responsabilidades en el Estado no podría dejarse fuera del pastel a alguien que sea miembro del CC. Peor aún, ni siquiera se empezaría dicha estructuración considerando a las direcciones municipales, provinciales o regionales. No. Imposible, sería a partir de la poderosa estructura del CC ahora ampliado a 550 miembros, vale decir asignar este número de posiciones en primer orden en el estado y lo restante a los municipios, provincias, sector externo y otros núcleos, si es que alcanza para estos.
Inoperancia orgánica: En el modelo de partidocracia establecido en el país resulta oneroso incursionar desde las élites y no desde las simples estructuras orgánicas, muchas veces inoperantes y ajenas a ser consideradas como parte de un debate decisivo. El propio desarrollo organizacional va a acompañado de un desarrollo complejo. Esto equivale a establecer una especie de proporcionalidad: a mayor desarrollo mayor complejidad organizacional, convivencia poco armónica de los actores y una escalonada lógica de negociación para poder entenderse en la cotidianidad.
Méritos alcanzados: Creo que sí. Hay quienes tienen lo suficientes meritos para llegar a formar parte del CC. Su trabajo histórico, su bien ganada honorabilidad y su desempeño en tareas rutinarias a lo largo de su vida orgánica constituyen un buen aval para ser ascendido al máximo organismo del partido. Sin embargo, vale recalcar que estos dentro del debate actual carecen de esperanza, por no formar parte de la lucha grupal, generalmente determinante en la hora decisiva para obtener los votos necesarios. Se ha discutido mucho este tipo de situación, lo que en el pasado obligó al Comité Político reservarse una cuota para poder satisfacer este tipo de “injusticia partidaria”. Los ejemplos sobran: figuras con gran relevancia no alcanzaron los votos suficientes y fue con la intervención de esta maniobra como hoy forman parte del CC.
Vía para ascender en la pirámide social: El clientelismo político permitió, a partir del establecimiento de la “democracia” una vez caída la dictadura el enriquecimiento a partir de la actividad política. La debilidad de las instituciones; el apadrinamiento de los partidos políticos y, la capacidad social para admitir este desenfreno en el uso indebido de los fondos públicos constituyen una vía para ascender en la pirámide social a partir de la acumulación de riquezas y las facilidades que devienen de ocupar posiciones públicas.
Aunque en años recientes se establecieron organismos para perseguir la corrupción administrativa, aún no se conoce ningún sancionado por esta práctica. Esta brecha para enriquecerse fue identificada por quienes se involucran en esta guerra feroz que se libras en las estructuras partidarias bajo la creencia de que nadie podrá cambiar esta manera de pensar de la sociedad dominicana.
En los próximos días veremos cómo se incrementa la batalla por alcanzar la membrecía del Comité Central del PLD y mucha gente del pueblo se preguntará y por qué se gastan tantos recursos en una actividad que aparentemente no deviene en ningún beneficio. La respuestas podrían ser múltiples pero en la actividad política de nuestro día podría estar el camino para acumular las riquezas que la sociedad le impide a los individuos crear mediante el trabajo tesonero y la actividad productiva, algo que no parece ser ético pero si explicaría la lucha encarnizada por ser miembro del CC. Así de simple!
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