Ese resultado ha provocado la frustración del “Soberano” defensor del medio ambiente de la Patria y la algarabía de los asociados con los “poderosos” defensores de la “mega minería que promueve el capitalismo salvaje”, dispuestos a destruir el medio ambiente siguiendo la lógica de la “eficiencia y la competitividad” que le impone la “racionalidad parcial del Mercado” y cuyo desenlace final se entiende mejor con la caricatura de los dos actores que compitiendo por la mayor “eficiencia y competitividad” cortarán la rama del árbol sobre la cual están sentados, pero que al caer morirían.
Esa lógica de la “Irracionalidad de lo racionalizado” explica los dos grandes resultados para la humanidad del llamado “capitalismo salvaje”: pobreza y desigualdad; y la destrucción del medio ambiente y las guerras. En nuestro caso es lo que pasaría con la destrucción de Loma Miranda, con lo cual los “capitales buitres” extraerán beneficios de forma competitiva, pero después podría no haber vida para la población restante.
Pero mientras ese fantasma del “capitalismo salvaje” se manifiesta en contra del ambiente de la Patria, también evidencia su capacidad destructiva de la institucionalidad de la Nación. Esa institucionalidad rodó por el suelo cuando el Poder Ejecutivo avalado por el poder hegemónico del partido único, impuso su voluntad monopólica sobre los representantes del Soberano en el Congreso de la República, quienes de un plumazo se plegaron a esa voluntad única y hegemónica, echando hacia atrás la justificación de su defensa ardorosa de Loma Miranda. Sólo tres senadores encabezados por el representante de La Vega, tuvieron la dignidad de mantener su voto a favor de una Ley aprobada casi de forma unánime. Por eso con Loma Miranda también se entierra la institucionalidad y los principios de la separación de los poderes del Estado, dándole un golpe traicionero a la democracia en la República Dominicana.
El empobrecimiento institucional y debilitamiento de la democracia son expresiones consecuentes del proceso de descomposición moral y valorativa que está ocurriendo en todos aquellos pueblos donde se ha ido imponiendo como institucionalidad económica el “capitalismo salvaje”, el cual va provocando el vaciamiento de los valores y de los preceptos que sustentan la cultura de los derechos humanos y del estado de derecho. Por eso ha ido muriendo en muchos de nuestros países la democracia liberal clásica, siendo sustituida por el llamado “socialismo del siglo XXI”, como respuesta de los pueblos en contra de la imposición de “la cultura de la muerte” asociada al poder aplastante que surge del “capitalismo salvaje”.
¡Ojo con la muerte de la democracia junto con Loma Miranda!
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