No están las personas, llamadas a juzgar a su prójimo y contra esa tendencia grita el Hijo de Dios al sostener que únicamente el Creador está llamado a juzgar a cada una de las criaturas que mandó al que se entiende mundo de los vivos en la Tierra.
De todas maneras, no pueden las cabezas dejar de pensar en la bondad del Padre que permitió a Jean Claude Duvalier irse tranquilamente, fulminado por un ataque cardíaco sin tener que presentarse ante un tribunal de sus coterráneos para responder por los robos y los crímenes a que sometió a la sociedad haitiano a lo largo de los años en que mantuvieron aherrojados a sus conciudadanos, él y su padre, Francois.
Cierto que en algún instante tras su regreso, pidió perdón por los desmanes propios y de su papá, pero, ¿bastó este acto para lograr el perdón de Dios que le fue concedido si se mide la situación por la forma benigna si se quiere, de su muerte?
lunes, 6 de octubre de 2014
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