Con la decisión que tomó el Presidente Medina, mediante decretos, frente a la crisis hospitalaria del Robert Reid Cabral, se ha intentado resolver una situación dramática que caracteriza la cotidianidad de los servicios de salud en el sector público y que alcanzó ribetes de escándalo con la muerte simultánea en un fin de semana de 11 niños. El informe de la Comisión designada por el Presidente, estableció que cuatro de los niños fallecidos, murieron por haber contraído otra enfermedad en el mismo hospital, mientras otros cuatro habrían muerto por fallas en la atención médica.
El informe fue suficiente para que el Poder Ejecutivo decidiera la destitución del Ministro de Salud y de la Directora del Hospital, al tiempo de aprovechar la ocasión para introducir otros cambios en otras aéreas de la Administración Pública de conveniencia política muy lejanos al problema de Salud Pública. La decisión presidencial ha sido muy controvertida porque no respondió a los problemas sistémicos del servicio público de salud y que tienen más que ver con la falta de recursos y las prácticas para su mejor utilización.
Aunque el Presidente Medina se ha caracterizado por su prudencia y su predilección por planificar con racionalidad las decisiones públicas en el marco de una mentalidad racional y profesional, en esta ocasión su decisión por su corto alcance respondió más que nada a la mentalidad que caracteriza a la personalidad social típica de la dominicanidad, la cual fuera muy bien caracterizada por el observador extranjero, cuando se percató que el dominicano frente a un problema no seorienta por definir primero cuál es el problema, sino quién es el problema, reduciendo la solución a un acto personal y emotivo, calculado según criterios de conveniencia a corto plazo. De esa forma, la Comisión y el Presidente no se fueron por cuál era el problema hospitalario, sino quién era el culpable del problema, encontrando la fácil y criolla respuesta de que el problema eran el Ministro y la Directora del Hospital y en consecuencia la solución era disponer su cancelación.
De esa manera se resolvió la situación, pero evidentemente sin resolver el problema hospitalario del Robert Reid Cabral y del sistema hospitalario nacional, dentro de un sistema de Salud Públicaque prácticamente ha colapsado por la falta de recursos, en primer lugar y agravado por el consecuente abandono, siguiendo el fatal desenlace que diagnostica la reconocida teoría administrativa de “las ventanas rotas”. Si se quiere resolver el problema del Robert Reid apliquemos esa teoría, pero de forma integral, diagnosticando cuál es el problema y no quién es el “problema”, para después aplicar las medidas de rehabilitación físicas, técnicas y de personal pertinentes.
¡Recuperemos, pues, la racionalida
martes, 14 de octubre de 2014
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