martes, 2 de septiembre de 2014

La contra protesta

La larga lucha y protestas populares por la preservación de Loma Miranda, culminó por el momento con la proclamación del Congreso de la República de la Ley que convierte a Loma Miranda en Parque Nacional, Ley  pendiente de promulgación por parte del Poder Ejecutivo, el cual  ha sostenido que el caso de Loma Miranda está cerrado por las decisiones de tribunales y de las autoridades competentes.   
 
   Las reacciones de parte de la empresa y sus relacionados y servidores han sido de rechazo a la decisión del Congreso, iniciando una movilización inducida, que busca revertir la decisión de las autoridades de la Nación. Se argumenta para ello que la promulgación de la Ley representa un alto riesgo que se traduciría en una condena en un eventual arbitraje que implicará un alto costo al país. Frente a ese argumento los que defienden a Loma Miranda y la decisión del Congreso, mantienen el criterio de que Loma Miranda no debe explotarse por el gran peligro ecológico que ello acarrearía al medio ambiente de la República.  
 
   Llama la atención que en la contrariedad no se hayan levantado las informaciones básicas para establecer juicios de hecho que permitan iluminar el debate en base a informaciones válidas que sustenten decisiones de mayor racionalidad para la vida. Las informaciones que se han dado a conocer más bien favorecen la decisión que ha tomado el Congreso, ya que ni las autoridades de Medio Ambiente y de Minería y Energía, ni la propia empresa han realizado los estudios técnicos de lugar respondiendo a las recomendaciones del PNUD, cuando sugirió la prohibición de la explotación porque el estudio de impacto ambiental proporcionado por la empresa no garantizaba una explotación viable.
   
 En esas condiciones la autorización de la explotación de Loma Miranda sería una decisión suicida, sin sentido de la vida. Sería un ejemplo de lo que se llama la “irracionalidad de lo racionalizado” donde lo que importa es la “eficiencia y la competitividad”  de las empresas, tal como lo  analiza el pensador tico-alemán, Franz Hinkelammert, quien en su crítica a la teoría de la acción racional de Max Weber, caricaturiza la “irracionalidad de lo racionalizado” con la figura  de dos actores que compiten por demostrar la mayor “eficiencia y competitividad”  “cortando la rama del árbol sobre la cual están sentados”. La cortarán con “eficiencia y competitividad”, pero al caer morirán. Lo mismo pasaría con Loma Miranda de permitirse la explotación sin consideración del impacto ambiental. Extraerán las utilidades de la mina con alta “eficiencia y competitividad”, pero al “serrucharla” eliminarán una fuente de vida para mucha gente y por mucho tiempo, sólo para salvar unos cientos de empleos y sobre todo para garantizarle a la empresa la máxima rentabilidad. 

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