El ex presidente Fernández ordenó a las dependencias estatales la elaboración de unas memorias de sus últimos dos períodos gubernamentales que, en muchos casos, representan un claro despilfarro de los recursos públicos y tienen una utilidad muy limitada.
Leonel Fernández, definitivamente, no quiere ser olvidado. En enero de este año instruyó a los ministerios y otras entidades estatales la elaboración de informes digitales e impresos de los períodos de gestión consecutivos que encabezó (2004-2012). ¿El objetivo? “Heredar una memoria de carácter histórico para las actuales y futuras generaciones de la República Dominicana”, según consta en la comunicación mediante la cual su vocero oficial, el periodista Rafael Núñez, tramitó la orden del gobernante a los encargados de Comunicación de las distintas dependencias.
Leonel Fernández, definitivamente, no quiere ser olvidado. En enero de este año instruyó a los ministerios y otras entidades estatales la elaboración de informes digitales e impresos de los períodos de gestión consecutivos que encabezó (2004-2012). ¿El objetivo? “Heredar una memoria de carácter histórico para las actuales y futuras generaciones de la República Dominicana”, según consta en la comunicación mediante la cual su vocero oficial, el periodista Rafael Núñez, tramitó la orden del gobernante a los encargados de Comunicación de las distintas dependencias.
“Por instrucciones del Excelentísimo señor Presidente de la República Dominicana, doctor Leonel Fernández, la Dirección de Información, Prensa y Publicidad de la Presidencia, a través de los Gabinetes de Comunicación, le solicita iniciar la labor de compilación, edición e impresión de un libro Memoria de Gestión, así como un audiovisual que sinteticen los logros institucionales correspondientes a las gestiones de gobierno 2004-2012 de la entidad que dignamente usted dirige”, planteaba Núñez.
Esto ocurría en un contexto financiero adverso, de franco deterioro de las cuentas nacionales. El déficit fiscal consolidado superaba los RD$90 mil millones, según estimaciones del economista Nelson Suárez, experto en presupuesto.
Este escenario poco favorable fue resaltado por el Fondo Monetario Internacional, que a mediados de septiembre afirmó que “la situación fiscal se ha deteriorado en la primera mitad de 2012” y que el aumento del gasto, incluyendo los subsidios a la electricidad, situó el déficit del sector público consolidado en torno al 3.3% del PIB al mes de junio, una cifra muy superior al objetivo del 2% pautado en el presupuesto.
La fecha establecida para la entrega de las memorias a la Dirección de Prensa de la Presidencia era el día 1 de abril de este año, casi cinco meses antes de la fecha pautada para el traspaso de mando presidencial.
Las complicaciones económicas y hasta electorales, en momentos en el que el país vivía sumergido en una campaña presidencial, eran irrelevantes ante la imperiosa tarea de satisfacer el capricho del Presidente. No se trató de informes de rendición de cuentas. El resultado fue, en muchos casos, un documento que da claras señales de la actitud lisonjera de algunos funcionarios, de su afanado gusto por el derroche del dinero público, de su desdén por la institucionalidad y, sobre todo, de la escasa disposición que existe en las instituciones públicas a utilizar la herramienta del informe de gestión para rendir cuentas y ofrecer información útil a la ciudadanía.
En opinión del reconocido jurista Francisco Álvarez Valdez, coordinador del movimiento cívico Participación Ciudadana, la calidad de la información que se está proporcionando en las memorias no ayuda desde el punto de vista de la transparencia. “Es más, sabemos que lo que se está promocionando es el regreso, dentro de cuatro años, del presidente Leonel Fernández”, agrega.
Quizás el ejemplo más llamativo sea el ostentoso informe ofrecido por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, un documento que, si se juzga únicamente por su presentación puede considerarse una joya: un libro de 508 páginas de hermosas fotografías impresas en papel satinado, envuelto en un lujoso cofre rojo cuyo fondo está delicadamente cubierto de percalina azul marino, tipo terciopelo.
Sólo imprimir mil ejemplares de una pieza similar a esta costaría RD$1,754,580, según una cotización de la misma empresa que le ofreció el servicio a Obras Públicas. Es decir, que cada ejemplar termina costando RD$1,754.58. Esto, sin contemplar los gastos de corrección de estilo, fotografía, diseño ni diagramación del documento.
Este costoso informe, con texto elaborado por la vocera del Ministerio de Educación, Emilia Pereyra, podría ser únicamente útil para el deleite visual, dado que la cantidad y calidad de la información que ofrece son ínfimas. Ni siquiera recoge un dato tan elemental como el monto de la inversión de las obras fotografiadas, puesto que el texto incluido en el documento se limita a destacar la “oportunidad” de la ejecución de esos proyectos y sus funciones, como si los dominicanos ignoraran, por ejemplo, que un puente ayuda a mejorar la comunicación terrestre, que las carreteras ayudan a facilitar el desplazamiento o que los elevados se construyen “con el objetivo de facilitar el tránsito”. Cuando mayor información se ofrece sobre alguna obra, apenas se llega a precisar la fecha de su inauguración.
Al parecer, otro organismo que tiene poco qué expresar con palabras es el Instituto Nacional de la Vivienda (Invi), dirigido por Alma Fernández. La entidad imprimió 500 ejemplares de un documento de 161 páginas, en tapa dura y papel satinado, que tuvo un costo total de RD$670,400 para el Estado. El material, exclusivamente gráfico, prescinde de toda información sobre los principales problemas del país en materia habitacional y sobre las políticas públicas y planes diseñados en este sentido.
La ausencia de un contenido útil caracteriza también las memorias de la gestión de Franklin Rodríguez en el Ministerio de la Juventud. El informe está concebido sobre todo en términos gráficos y para la exaltación de las figuras del ex presidente Fernández y del joven funcionario, que aparece fotografiado 149 veces en un libro de 129 páginas.
Es decir, que con el dinero público se produjo un libro en papel satinado y tapa dura (sólo la impresión de dos mil ejemplares costaría RD$633,360,000) que omite cualquier referencia a la gestión de la administración de los recursos de ese Ministerio y a la penosa situación de la juventud en el país, pero funciona muy bien como un álbum fotográfico que recoge el paso de Rodríguez por esa institución.
Desde la portada, que está ilustrada con una foto de Fernández y Rodríguez, tomados de la mano y sonriendo, las muestras de adulación son terriblemente evidentes.
En armonía con esa actitud, antes de la introducción que le hiciera el entonces ministro al documento, están las palabras que el ex presidente Fernández había pronunciado en un acto dirigido a los jóvenes, una práctica poco habitual, dado que las memorias suelen ser introducidas directamente por los funcionarios a cargo de la dependencia de que se trate.
Este no es el único informe de gestión con características de este tipo. El Ministerio de Cultura, por ejemplo, introduce su informe de gestión 2004-2012 con un homenaje a la figura de Fernández: “tributo de reconocimiento y gratitud al jefe del Estado, por su visión y voluntad ejemplar para incentivar y promover los grandes valores de la cultura, convirtiendo este periodo de gobierno (2004-2012) en el más productivo en materia de políticas culturales que haya conocido la República Dominicana”. Al frente, una foto a página completa del homenajeado vestido de blanco y luciendo su distinguida banda presidencial.
En sus palabras introductorias, el ex ministro afirmaba que, en materia de cultura, los logros de las dos gestiones de Fernández eran tantos que no cabrían en esas memorias, aunque basta con hojear el documento para verificar que la utilización del espacio y los materiales no se hizo en sus niveles óptimos. Con un poco más de modestia, la institución hubiera tenido la “posibilidad” de producir un documento más completo y citar algunos de los logros que tuvo que sacrificar. Bien pudo incluir, por ejemplo, información detallada sobre la inversión en los programas del Ministerio, eventos e intervenciones en distintos espacios culturales y los niveles de eficiencia de este gasto.
El Banco Central, que presentó memorias de ocho años mejor documentadas que en los ejemplos citados antes, incluyó en su informe un segmento destinado exclusivamente a la reproducción de fotografías de los altos funcionarios hechas por el exclusivo profesional del lente Luis Nova. La lujosa sección en blanco y negro, que abarca casi 30 páginas y cuya pertinencia y necesidad no están claras, prueba –definitivamente prueba– el sobrado talento de los ejecutivos del Banco Central a la hora de posar, y el excelente ojo del retratista. Además, deja muestras visibles del costosísimo aparataje con que fue desarrollada la iniciativa, si se juzga por el pomposo montaje de luces y escenarios utilizados para la ocasión.
También se destaca la memoria de gestión del Centro de Información Gubernamental, a veces, por la ausencia de información, precisamente.
Las muestras de deficiencias son claras en este documento en que se manifiesta, de una manera más gráfica que en los casos anteriores –por la forma en que se presenta la información–, la falta de datos relativos a la inversión que se hace en las distintas obras y programas públicos. Incluye tablas en las que se identifica la institución ejecutora, el nombre del proyecto y la inversión, pero este último renglón no siempre está completado. En muchos casos, sólo contiene las señas “n/d” para expresar que el dato no está disponible, utilizadas en los casos de muchos proyectos de la OISOE, o bien con la frase “No identificado”, que aparece en los proyectos de Promese. En otros, simplemente se queda en blanco el espacio dispuesto para la cifra de la inversión.
El libro, encuadernado con tapa dura, protegido con camisa e impreso en papel satinado, se titula El nuevo país, la exitosa gestión de Leonel Fernández, y no tiene en la portada el logo del ministerio ni ninguna señal que distinga el documento como oficial.
Despilfarro
Al parecer, el periodista Rafael Núñez, quien ostentó rango de ministro como director de Información Prensa y Publicidad de la Presidencia, no ve nada negativo en la elaboración de informes llenos de lujos y vacíos en materia de contenido útil.
Al hablar del tema, repara más bien en una extraña lógica que lo hace suponer que realizar todos estos esfuerzos en distintas instituciones resultaba menos costoso para el país que tramitar una única publicación con las memorias de los ocho años de Fernández.
“No recogimos en un libro las memorias de todo el Gobierno porque no teníamos recursos para eso. Cada institución lo hizo en forma particular, en la medida de sus posibilidades”, expresa.
Para Francisco Álvarez Valdez está claro que el ejercicio que hicieron estas instituciones estatales es un ejemplo de despilfarro del dinero público, tanto por los formatos lujosos de muchas publicaciones como por la falta de sustancia en su contenido.
A su juicio, muchas memorias de gestión contienen información con la que se persigue, únicamente, la promoción del Gobierno, en lugar de una rendición de cuentas que ayude a transparentar la administración pública.
El coordinador de Participación Ciudadana está convencido de que, sobre todo en el actual contexto económico y financiero del país, producir documentos costosos y de un uso muy limitado constituye más que una falta de respeto para la sociedad dominicana. “Esto se puede calificar como un dispendio, un despilfarro. Y esa práctica del Gobierno anterior es la que tiene al país entre las naciones con mayor despilfarro de dinero público. Porque parece que el dinero público se da en las matas y se puede usar de manera completamente deficiente”, cuestiona.
De hecho, la impresión de documentos en formatos muy lujosos fue prohibida por el presidente Medina con el decreto 499-12, emitido el pasado 22 de agosto, mediante el cual dictó sus primeras medidas de austeridad para contrarrestar el déficit fiscal que lacera las cuentas públicas.
“Las publicaciones que por mandato legal o reglamentario deban realizar los órganos y entes sujetos a este Decreto, relacionados con las actividades que realicen, serán ejecutadas prescindiendo de materiales costosos o lujosos y el número de impresión será el estrictamente necesario”, reza el párrafo uno del artículo 4 del decreto citado.
Álvarez Valdez está consciente de que el dispendio en la elaboración de informes lujosos no es la primera causa del déficit del país, pero resalta que, mucho o poco, sigue tratándose de dinero público y su administración debe corresponderse con los criterios de “eficiencia, prioridad y economía” establecidos en el artículo 238 de la Constitución.
“¿Qué son centavos en comparación con los más de 100 mil millones que constituyen el déficit? Sí, pero como decimos en el campo: de grano a grano se llena el buche la gallina”, concluye.
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