martes, 16 de octubre de 2012
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Antes de todo, es liberador sentirse con el espíritu descargado y sabiendo que cuando actúas con la verdad, en ocasiones tarda pero indisolublemente llega, para quienes la requieren y para mostrarle en frente de la cara de los que hacen de la mentira y el subterfugio un modo de vida. Unido a los que utilizan el crimen organizado para matar actuaciones y actitudes de bien y ganadas a base de trabajo.
Eso precisamente fue lo que sentí, junto a mi familia, cuando el martes 9 próximo pasado, la magistrada juez del Tercer Juzgado de la Instrucción dictó la sentencia o Auto de Apertura a Juicio en contra de los siete imputados que conformaron la trama para asesinarme, sino lo lograron, aunque eran sus intenciones, no como tristemente trataron algunos de la defensa técnica de los imputados de alegar en contrario, minimizando el asunto a golpes y heridas, ¡qué cachaza! Con esta decisión, más que un triunfo personal o familiar, es social y colectivo, es la demostración de cuando se actúa apegado a la verdad y la transparencia y con el trabajo dedicado en la recolección de pruebas, no existe otro destino que encontrar la justicia por medio de la verdad.
Es un triunfo de lo mejor de la sociedad dominicana y de cada padre, madre, hijo e hija, que conformen una familia que busque el orden y la decencia: es un triunfo para los medios de comunicación responsables y objetivos, que ni antes ni ahora se prestaron a utilizar la difamación, la injuria y la bajeza como método para asesinar moralmente, como sicarios morales. Es un triunfo para la justicia dominicana y específicamente la de Santiago, que por más subterfugios legales, chicanas, trapisondas e intento de cuestionamientos al buen proceder de la misma; supo elevarse como el ave Fénix ofreciendo un fallo acorde a lo legal y legítimo basado en pruebas fehacientes.
Es un triunfo para los abogados y abogadas que ejercen su profesión y ejercicio, como verdaderos auxiliares del sistema y no como instrumentos para detractarlo y convertirlo en un retranca. Aquellos y aquellas, que si bien defienden los derechos de sus patrocinados, no se convierten en peores calañas o en cómplices de las actuaciones de sus clientes o defendidos.
Es un triunfo para todo y toda, aquel y aquella que se ha identificado con el caso y que lo ha sentido propio. Para todos y todas, que han expresado de mil maneras su solidaridad para con nosotros.
Es un triunfo para todo dominicano y dominicana, que no desea vivir al amparo del tigueraje, del desorden, de la delincuencia y del crimen organizado, sino que está dispuesto en enfrentarlo. Todo aquel o aquella, que haciendo su labor o trabajo honesto y responsable, se atenta contra su vida, ese fallo es también un triunfo y una bandera que puede utilizar para enarbolarlo en contra de los que creen en la justicia.
Este fallo, aunque de la fase intermedia, y sabiendo que aún queda camino por recorrer, reivindica una vez más, ante el daño moral que también se deseo provocar en una familia de bien. Esta decisión ya indicada, es un triunfo de todos. Gracias Señor.
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