martes, 23 de octubre de 2012
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Cuba era el lugar anhelado para los “cabezas calientes”, jóvenes que no soportaban las cadenas de la dictadura, allí se urdieron innúmeras luchas en pro de la libertad dominicana y de otros países del área bajo regímenes dictatoriales.
Fue en La Habana donde Enrique Cotubanamá Henríquez, creó conciencia sobre los principios democráticos iniciándose el 21 de enero de 1939, junto a un grupo de valientes dominicanos y otras nacionalidades que compartían la lucha, el nacimiento del glorioso partido que años más tarde pudo haber tenido mejor suerte de la que le granjearon sus dirigentes.
Acababa de nacer la izquierda democrática latinoamericana, integrada por eminentes hombres de diferentes países, inspirados en las ideas democráticas martianas, entre los dominicanos presentes en la fundación del PRD, se encontraban Juan Bosch, su prestigioso ideólogo, Juan Isidro Jimenes, Virgilio y Rafael Mainardi Reyna y otros más.
Desde Cuba y otros países se trabajaba en la clandestinidad contra la dictadura de Trujillo, el PRD siempre a la cabeza de toda lucha, desde allí se organizaron las expediciones que todos conocemos.
Muerto Trujillo, amparados por la garantía ofrecida por el gobierno de Balaguer, arriban al país el 5 de julio de 1962, Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, venían a difundir públicamente sus ideales políticos, iniciando así la vía de democratización y lucha contra los remanentes de la tiranía que encabezaba Ramfis, su hijo mayor.
De inmediato el PRD obtuvo el apoyo de la ciudadanía, ya que aunque existía la Unión Cívica Nacional, ésta representaba los intereses de la burguesía trujillista y el PRD era el partido con que se identificaba el verdadero pueblo.
En las primeras elecciones libres, obtuvo la victoria con el Profesor Juan Bosch como Presidente, la caída siete meses más tarde por el golpe de Estado, no se debió a que los dominicanos no estuvieran preparados para vivir en democracia, sino porque los remanentes trujillistas se resistían a ser gobernados.
Luego la lucha de intereses dentro del partido y la división definitiva, cuando el Profesor Bosch fundó un nuevo partido, un camino que debió transitarse en una dirección, se vio truncado peligrosamente y obligado a separarse.
El partido volvió a gobernar en dos ocasiones, fue entonces cuando sus dirigentes mostraron su verdadera esencia.
Volvamos a lo que hoy es el PRD, a pesar de su historia de lucha y patriotismo, este partido ha llegado a desvalorizarse de tal manera, que las litis entre sus cabecillas es una vergüenza pública.
No hablemos solo de la memoria del Profesor Bosch, uno de sus insignes fundadores, es que irrespetan además, los preceptos de José Francisco Peña Gómez, un hombre que aún enfermo, murió de pie en plena campaña, tal era su dedicación al partido.
Este partido carece de la categoría necesaria porque ha perdido credibilidad ante el pueblo, le falta fuerza y liderazgo sobrando en sus filas división, imprudencia y desvergüenza.
Los grandes dirigentes del PRD, se acusan, se insultan, los otrora líderes son hoy ejecutores de fechorías impropias de alguien que pretenda gobernar un país.
La rivalidad entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas, es un baño de vergüenza que no solo afecta a los propios perredeístas, sino a los dominicanos en general, ellos como cualquier vecina de pueblo, tiran a la calle sus miserias, convirtiendo en un muladar al panorama político, parecen ignorar que sus pleitos y acusaciones, les afecta directamente en la poca credibilidad que pueda quedarles.
Es una verdadera lástima que un partido político en el que los dominicanos depositaron su confianza, se haya convertido en cualquier grupo, al que ya apenas se presta atención.
Y esta gente ahora se dedica a echar sobre otros, la culpa de situaciones que ellos mismos impulsaron, en lugar de mirar hacia sus raíces y reagruparse siquiera por respeto a la historia del partido, aunque de aquél, solo su nombre perdure.
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