Cuando Martha Heredia alcanzó el premio American Idol, en Buenos Aires, Argentina, este diario hizo suyo el éxito de lo que entonces era una muchachita, pero también advirtió que ese premio debía ser administrado emocionalmente para evitar, precisamente, que cayese en los actos que ella misma, en el tribunal, durante el juicio, admitió eran vergonzosos.
Pero ya es tarde. Aunque se apele la sentencia, Martha Heredia fue condenada y la sentencia, de por sí, surte un efecto moral, más que legal, sobre una persona que pudo haber sido, como el premio recibido, un ídolo de la juventud.
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