viernes, 8 de noviembre de 2013

El drama educativo

Cuando se informa sobre algún aspecto de la educación dominicana en comparación con otros países, siempre los indicadores utilizados colocan al país en una posición rezagada, poniendo al descubierto el atraso de la educación, especialmente en lo que tiene que ver con su calidad.  Confirma esa aseveración los datos dados a conocer en el Segundo Congreso de Educación Matemática de América Central y del Caribe que se celebra en nuestro país, donde se ha establecido, según un estudio regional de calidad de la educación en matemática, que la República Dominicana ocupa las últimas posiciones con los más bajos índices de desempeño en matemáticas. Comprobar una y otra vez esa penosa realidad sobre el atraso de la educación en el país, debe sacudir la conciencia de  la comunidad educativa nacional y de las propias autoridades públicas y privadas del sector, de modo que se impulsen con la determinación firme de que ese triste espectáculo ha de ser transformado con toda decisión y seriedad 
    
En esa dirección hay que destacar los esfuerzos del actual Presidente Medina, quien decidió apoyar el 4% para la educación, como punto inicial para una profunda “reforma educativa” que eleve la cobertura y la calidad de la educación, de manera tal que la educación deje de estar en los peores lugares, pero sobre todo que se convierta en un real factor de desarrollo del país. Pero para que esto se produzca no basta con la voluntad decidida del Presidente. Éste debe contar con autoridades educativas que sintonicen con esas intenciones presidenciales, y que se dispongan a revolucionar la pesada rutina de un sistema educativo distorsionado e incapaz de asimilar las innovaciones requeridas para crear una realidad educativa que entusiasme mediante  una efectiva aplicación del famoso 4%.
    
Esa efectiva aplicación no sólo debe contemplar la construcción de las aulas programadas, sino que se deben planificar y mejor ejecutar los demás componentes de la Reforma en cuanto a renovación curricular, formación y capacitación del profesorado, la dotación de equipos, laboratorios y tecnología educativa, apoyo bibliográfico y de logística doméstica para los estudiantes, de manera que la reforma se lleve a cabo a través de una estrategia integral que cree una sinergia que amplíe el espacio y tiempo educativos. Pero para ello se requieren los dominios de la organización y la planificación educativas. Es así que podrá salir de la escuela dominicana un producto-alumno de mayor calidad en capacidad de competir en este mundo globalizado.

Romper la rutina

Pero esa estrategia motivante debe ser aplicada con capacidad y seriedad profesional por las autoridades educativas, las cuales deben tomar todas las medidas de organización y planificación, de modo que no haya lugar a la improvisación arbitraria e irracional propia de la personalidad “medalaganaria” y autoritaria muy abundante en nuestra dominicanidad paradójicamente “modernizada”.
   
Sería una pena y un despropósito que la decisión del Presidente Medina de promover una “revolución educativa” con el 4%, que es un desafío para nuestros educadores y nuestras autoridades educativas, se desperdicie y se diluya por la ineptitud y la inercia que impone la pesada e improductiva rutina. 

¡Revolucionemos la educación!        

0 comentarios:

Publicar un comentario