sábado, 9 de noviembre de 2013

El reformismo por dentro y por fuera

El Partido Reformista es una estructura política que tiene incidencia en el país desde hace más de cincuenta años. Su liderazgo, que debió ser colectivo a raíz de la desaparición física de su fundador Joaquín Balaguer, no supo reciclarse a sí mismo, continuando con la vieja práctica del individualismo como conducto dirigencial. No obstante, las estructuras básicas del reformismo, aunque desgastadas, permanecen vigentes en casi todo el territorio nacional. Rescatar y renovar estas estructuras es el trabajo que se impone en el reformismo. Casi todos los dirigentes que fungen de voceros reformistas, hablan con vehemencia de las posibilidades de ese partido en el futuro electoral inmediato. Estas posibilidades que existen realmente, nunca serán factibles mientras los reformistas no se preparen cabalmente para ser opción electoral. Decir que el reformismo puede optar por el poder, es muy fácil, lograrlo es otra cosa. Un partido como el PRSC, donde no existe la mínima unidad de criterio, donde la disputa por la dirigencia máxima no está basada en una acción programática, sino simplemente en un quítate tu para ponerme yo, donde no se reconocen los logros muchos o pocos obtenidos, sino que se critica maliciosamente para dañar, no podrán lograr mucho en esta etapa que se define como crucial para esa agrupación política.
Por otra parte, visto desde fuera, el reformismo transfigura una imagen de división, mercantil y de poca fortaleza. Para optar por el poder, hay que convencer a la gente de que ese partido puede cambiar o por lo menos que está en una etapa de transformación verdadera. Esto se logra con acción y no con promesas que todos sabemos se las lleva el viento. Oí, en un reciente programa radial, decir a un distinguido dirigente reformista que él había apoyado una opción contraria a la escogida por su partido, por un asunto de “principios”, pero además pone como ejemplo la decisión tomada por Balaguer en 1996. Balaguer nunca aceptó alianzas de primera vuelta, las rechazó todas, aún siendo algunas de ellas muy convenientes. A eso se le puede llamar tener “principios”, lo otro es simple conveniencia de intereses individuales. Por .--

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