Por Josefina Almánzar.--
Dentro del sistema ordinario en que vivimos estamos acostumbrados a ser impuntuales. Nos habituamos a llegar tarde a nuestras citas, reuniones, invitaciones y aceptar esta conducta como buena y válida. Lo anormal sería ser puntual. Pero existen otros tipos de impuntualidades que son mucho más serias y que traen consecuencias funestas, estas son las que he elegido denominar como impuntualidades emocionales.
Como no soy psicóloga no puedo dar una definición científica y metódica de la misma pero desde mi punto de vista, las impuntualidades emocionales, son aquellas ausencias, dejadez que vamos acumulando en la vida de las personas que nos rodean. Es el dejar de hacer a tiempo lo que nos corresponde hacer, es dejar siempre nuestro hoy por un mañana incierto inventándonos excusas como respuestas.
Las impuntualidades emocionales tienen como característica principal la cesión de espacios. Las consecuencias inmediatas los vacíos existenciales, los reproches y las amarguras que nos dejan los impuntualidades emocionales sobre nosotros y nosotras.
Por su parte, los que viven en ese constante dejar de hacer, dejar de sentir y dejar de actuar se crean la coraza del no me importa, no me interesa. Luego, al final de sus vidas o de cualquier tipo de situación o relación terminan lamentándose por lo que no pudo ser o por lo que no se permitieron ser, por no tomar una decisión a tiempo o tener la valentía de comenzar de nuevo.
Son situaciones que se crean por no decir los esperados: “te necesito”, “eres importante para mí”, a su debido tiempo. Por no hacer las llamadas de afectos, de agradecimientos, por no darse la oportunidad de amar y de ser amado , por simplemente tenerle miedo a la vida y refugiarse en las impuntualidades emocionales.
Estas actuaciones no sólo van en una vía, es decir en la que deja de hacer sino también en la que deja de recibir lo esperado. Ambas partes son afectadas en sus emociones creándole consecuencias de difícil valorización emocional.
Es recomendable vernos a tiempo en ese cuadro para poder identificar en cuáles de las vertientes de estas impuntualidades nos encontramos porque en ambos casos se nos puede pasar el tiempo y con el, llegar el arrepentimiento de no haber tomado las decisiones adecuadas en el momento preciso.
Y así llegamos al final de nuestra existencia añorando, deseando lo que pudo haber sido y no fue, lo que simplemente por impuntuales dejamos de hacer a su debido tiempo. Dejando de tomar en consideración, en nuestro complejo de eternidad, a la muerte física, la cual nos ronda sin pausas y sí es muy puntual a pesar de nuestras impuntualidades.
La autora es Abogada y Docente Universitaria.
Como no soy psicóloga no puedo dar una definición científica y metódica de la misma pero desde mi punto de vista, las impuntualidades emocionales, son aquellas ausencias, dejadez que vamos acumulando en la vida de las personas que nos rodean. Es el dejar de hacer a tiempo lo que nos corresponde hacer, es dejar siempre nuestro hoy por un mañana incierto inventándonos excusas como respuestas.
Las impuntualidades emocionales tienen como característica principal la cesión de espacios. Las consecuencias inmediatas los vacíos existenciales, los reproches y las amarguras que nos dejan los impuntualidades emocionales sobre nosotros y nosotras.
Por su parte, los que viven en ese constante dejar de hacer, dejar de sentir y dejar de actuar se crean la coraza del no me importa, no me interesa. Luego, al final de sus vidas o de cualquier tipo de situación o relación terminan lamentándose por lo que no pudo ser o por lo que no se permitieron ser, por no tomar una decisión a tiempo o tener la valentía de comenzar de nuevo.
Son situaciones que se crean por no decir los esperados: “te necesito”, “eres importante para mí”, a su debido tiempo. Por no hacer las llamadas de afectos, de agradecimientos, por no darse la oportunidad de amar y de ser amado , por simplemente tenerle miedo a la vida y refugiarse en las impuntualidades emocionales.
Estas actuaciones no sólo van en una vía, es decir en la que deja de hacer sino también en la que deja de recibir lo esperado. Ambas partes son afectadas en sus emociones creándole consecuencias de difícil valorización emocional.
Es recomendable vernos a tiempo en ese cuadro para poder identificar en cuáles de las vertientes de estas impuntualidades nos encontramos porque en ambos casos se nos puede pasar el tiempo y con el, llegar el arrepentimiento de no haber tomado las decisiones adecuadas en el momento preciso.
Y así llegamos al final de nuestra existencia añorando, deseando lo que pudo haber sido y no fue, lo que simplemente por impuntuales dejamos de hacer a su debido tiempo. Dejando de tomar en consideración, en nuestro complejo de eternidad, a la muerte física, la cual nos ronda sin pausas y sí es muy puntual a pesar de nuestras impuntualidades.
La autora es Abogada y Docente Universitaria.
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