lunes, 8 de julio de 2013
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Todos sabemos que la misión de la Iglesia Católica es cuidar la vida espiritual de la humanidad. Su meta es que aprendamos a amarnos, respetarnos y vivir en paz. Enseña que el tesoro más valioso está en el alma del individuo. A mi juicio, ella seria más eficiente en la divulgación de estos principios, si la cúpula aprovechara cualquier evento nacional, para enseñar con el ejemplo, para recordar que el poder político, material, de cualquier índole, es basura cuando no va acorde con la justicia social.
En estos días, han trascendidos eventos impactantes, experiencias duras, que deberían ser utilizadas por la iglesia como plataforma, para dar lecciones cristianas de amor, humildad y respeto. Tenemos el conflicto con Haití, la crisis del PRD, los afanes de combatir la corrupción y la impunidad, divorcios, pobreza extrema, antivalores.
Se sigue con interés, el divorcio de una pareja que envuelve poder, millones, hijos. La renovación de sus 30 años de matrimonio acaparó las páginas sociales. Fue una ceremonia hermosa, pomposa, que presidió el Cardenal Nicolás López Rodríguez. Fui de las que sonreí y suspiré contenta. Hoy, dos años después, el escenario es diferente. Se están separando. No ha aparecido el Cardenal en la escena. Es lamentable. Si los ayudan a dialogar con serenidad, pueden llegar a un acuerdo que les permita vivir en paz y dar mejores ejemplos a sus hijos y la sociedad.
El Cardenal seria el más adecuado. Si renovó sus votos puede ayudarlos, sin dar la impresión de que se inclina hacia el mejor postor. Las iglesias no son empresas, son casas de Dios. Los mensajes enviados por años a través de medios de comunicación, Eucaristías y predicas, puede resumirlos en una acción, demostrando que aun en las grandes crisis, los seguidores de Cristo, logran un final feliz.
Por otro lado, no debe permitir la impunidad en los actos de corrupción. Sus pronunciamientos son tímidos. Parecería que teme lastimar a poderosos, a los que le quitan el pan a los pobres para enriquecerse.. El Vaticano esta dando lecciones de coraje en contra de funcionarios corruptos. Los Cardenales deben hacer lo mismo, caiga quien caiga. Con su firme posición, aprenderíamos a controlar las tentaciones, ser valiente y entender mejor la palabra de Dios.
La iglesia nunca debe perder de vista los que están sumergidos en la pobreza. Por la salud espiritual de la sociedad, debe ayudar a que se erradique y bloquear la entrada de antivalores como las drogas y corrupción.
Ella también puede ayudar a solucionar conflictos como el del PRD, que amenaza con dividir a sus miembros. Son hijos de Dios. No es cuestión de “lamentar su situación, llamarlos a deponer actitudes y decir que afecta la democracia”, es ayudar a una solución civilizada, ejemplar, cristiana. Jamás dar la impresión de apoyar el que más poder y recursos económicos puede darle. El escenario es para recordar el daño que hace la ambición y el orgullo. Refrescar la memoria sobre la paz que da actuar con humildad, dialogando y pensando en los demás.
La iglesia puede ayudar a armonizar con el vecino país, Haití. No creo que “nos ponen de mojiganga”, como dijo el Cardenal. No es recomendable, tirarle mas leña al fuego y menos cuando sólo somos espectadores de esta dinámica. Ellos necesitan que le toquen el alma. Recordarles la importancia del diálogo entre los seres humanos y los pueblos, para mejor entendimiento. ¡Procede que los cardenales de ambas naciones, se reúnan con los mandatarios!.
La prepotencia, la soberbia, el desprecio por los infelices, no son armas que deben esgrimir los cristianos. Deben manejarse con criterios religiosos, no políticos partidista ni discriminatorios.
Urge que la Iglesia Católica recuerde constantemente, que Dios es el único poderoso en el universo. Envió a su hijo Jesús, para dar lecciones de amor y humildad. ¡Le lavó los pies a los discípulos, no a los poderosos!!. Señor Cardenal, de la cúpula de la iglesia esperamos un rol más activo, no de espectador. Me permito sugerirle que aproveche cualquier evento para apoyar con coraje la justicia social y recordarnos actuar como Jesús, al lado del desvalido y en el camino que conduce a la paz. ¡Buscar soluciones, es otra forma de dar bendiciones!!.
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