El "hábitat", con sus variables económicas, sociales, culturales, políticas, ideológicas y espirituales, tiene un condicionamiento profundo sobre la cosmovisión, filosofía ante la vida y comportamiento de los seres humanos. Hay un código y una lógica existencial, con creencias y tradiciones de los grupos sociales que deben de conocerse antes de tomar decisiones que tengan que ver con ellos.
Hay un conocimiento y unos valores que prevalecen en los comportamientos y en las aceptaciones de los cambios sociales.
Incluso hay actitudes ante la posibilidad de las transformaciones, donde el comportamiento tiene que ver con la percepción de seguridad y tranquilidad como resultado de una "credibilidad" y reconocimiento de la verdad y de las intenciones de los proponentes de las propuestas de cambios.
No basta con las "buenas" intenciones ni con propuestas ideales. Es como, se "vendan" y sea percibido por los supuestos beneficiados. No bastan las aparentes ventajas, las personas tienen que creer y racionalizar estas propuestas.
No basta con llegar a imponer, es necesario la conversación, el diálogo y la participación en el proceso, porque además hay una conceptualización existencial popular sobre su marginalidad y las responsabilidades sobre esto. Mientras la "historia" de promesas es mayor, hay más dificultades para la incredibilidad.
La presencia de posibles engaños está vigente. El estar "chivo" decía Zaglul es una cualidad para sobrevivir del dominicano a nivel popular.
Los cambios urbanos tradicionales, donde la lógica de lo físico y de arquitectura tradicional prevalece, son un fracaso, no importa su "modernización".
La ruptura impuesta del hábitat, no importa que el otro sea "mejor", no resuelven los problemas de la marginalidad ni garantizan nuevos comportamientos en nuevos contextos.
Es necesario un proceso educativo, pedagógico, que posibilite la asumida de conciencia de pertenencia de los nuevos espacios, con nuevos vecinos y nuevas normas de convivencias, muchas de ellas impuestas, sin su racionalización.
La "valorización del nuevo hábitat", debe de tener una 1ógica existencial, incluso para su convivencia y su sobrevivencia. No se gana nada sólo con "bellos apartamentos", con parques hermosos, el proyecto, la propuesta tiene que estar ubicada en lugares que permitan la interacción con sus lugares de trabajo y de sobrevivencia.
Si están físicamente muy aislados, con dificultades para la interacción con la cotidianidad de "mantenerse", será rechazado y la tentación a la venta, al deterioro, al rompimiento, al abandono y a la indiferencia de su suerte estarán presentes. Es una respuesta contestataria.
Las viviendas no pueden ser concebidas sólo con la 1ógica arquitectónica, es necesario el "descubrimiento" de las simbolizaciones espirituales-culturales, donde incluso el tamaño, la composición, los materiales y hasta los colores juegan un papel espiritual-emocional fundamental.
Además, las posibilidades de beneficiarse, de adquirir los nuevos espacios, tiene que ver con sus realidades económicas y un alto costo de las mensualidades, los cuales van a definir tipos de comportamientos.
Los que no tengan posibilidades, se resentirán más profundamente con el sistema, con el Poder, si se politizan a nivel partidista para su reparto traerá sólo conflictos y si son demasiado caras las tarifas mensuales, en la lucha de la cotidianidad se sentirán estafados.
Aflorara la percepción, de que no hay tales buenas intenciones, sino un negocio o una politiquería.
Si hay dificultades reales para resolver los problemas vitales de convivir y de sobrevivencia a nivel de salud, educación, recreación, deportes, arte y cultura, será un fracaso, no importa lo bello que sean los apartamentos.
Los cambios de hábitat, las transformaciones urbanas físicas, no son sólo un problema de urbanismo o de arquitectura, son un problema educativo, de diafanidad en cuanto a su implementación y de credibilidad en cuanto a sus acciones, de integración de sus protagonistas y de la asumida de conciencia de sus actores. Si no, es una crónica anunciada y más de lo mismo.
La Barquita tiene la oportunidad de no ser eso, de no repetir lo mismo, hay que hacer "lo que nunca se ha hecho".
Apartamentos
A comienzos del nuevo milenio, poco más del 50% de los 6.100 millones de habitantes del planeta, vivían en ciudades, siendo la urbanización en la actualidad un fenómeno global.
Dentro de las regiones de menor desarrollo, América Latina y El Caribe son las que presentan la mayor tasa de urbanización.
En la actualidad aproximadamente 74% de su población vive en centros urbanos, identificándose para los próximos 15 años un crecimiento sostenido de la población, tanto de sus ciudades intermedias como de las pequeñas.
La promesa
El 9 de septiembre del 2012, el presidente Danilo Medina visitó La Barquita y proclamó que había llegado el momento de acabar con el drama de ese empobrecido sector de la zona Este de la capital.
El Presidente se internó temprano, con una corta comitiva, sin mucho aparataje y se reunió con el padre Gregorio Alegría, párroco de La Barquita Norte, en Sabana Perdida, escuchó el sentir de los dirigentes comunitarios sobre los males que arrinconan a las familias que mal viven allí.
De esa visita nacieron las comisiones que trabajan en el proyecto de la construcción del nuevo hábitat para estas familias.
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