Este, puede ser definido como un exceso de estimación propia, fatuidad, vanidad.
Es el amor propio de nuestro ego, es también, un sentimiento elevado o más que elevado de la propia dignidad.
Al hablar de orgullo, podríamos diferenciar entre un orgullo bueno y sano, como sería el que sienten los padres por sus hijos, y un orgullo malo y mezquino, como aquel que se convierte en soberbia y en presunciones ridículas.
El orgullo en las relaciones personales, sobre todo en las relaciones de pareja, es un factor que impide una buena comunicación y provoca una acumulación de resentimientos, en el cual puede verse comprometida hasta la continuidad de la relación, debido en gran medida, a la indiferencia, indolencia e inacción de una o ambas partes! Cuantas veces por el tonto orgullo, se han tirado por la borda, años de feliz comunión, de entrega y pasión por nimiedades que adquieren grandes dimensiones y que no son resueltas? Cuantas veces ninguno de los dos se atreve a dar el primer paso, en la búsqueda de una reconciliación, de una solución al conflicto que les atañe, por no dar a torcer su brazo o por no hacerle ver al otro u otra, que la relación en verdad les importa, sencillamente porque no quieren mostrar su interés, para no aparentar que son más “débiles” porque llamaron o buscaron primero!
El orgullo busca poner de manifiesto, quien es más fuerte, quien es más resistente, quien aguanta más, sin saber, que mientras más se es menos! Porque, de que te serviría ser el más fuerte, cuando lo que quieres o amas lo estás alejando de Ti y lo estás perdiendo? Abre bien tus ojos, abre bien tu entendimiento y NO te dejes arrastrar por el orgullo, que hasta ha sido descrito como uno de los mayores pecados, sino el mayor!
Han llegado a afirmar por ahí, que “el orgullo grita, cuando el amor calla”, nada puede ser más cierto, así que por el bien de nuestras relaciones, no escuchemos este grito, no permitamos que el orgullo ahogue los demás sentimientos, que en definitiva son más hermosos, nobles y útiles! Y llenan nuestras vidas de felicidad. Perdonar y aprender a pedir perdón, son las claves para deshacernos de este absurdo modo de ver la realidad.
El orgullo solo sirve para producir parálisis y para envenenar nuestras almas, no le encuentro ninguna otra utilidad. Cuando el orgullo nos asalte, tratemos de darnos cuenta de que nuestras personalidades no son nada en sí mismas. Nuestra humildad debería de ser mayor, para poder reconocer nuestra fragilidad ante El Creador, y por qué no, ante la persona amada. Olvídate de lo de ayer, si en verdad quieres proseguir con libertad, perdona, deshazte del odio y el rencor, saca ese orgullo de Ti.
Para amar sin más complejos, hoy es hoy y siempre será hoy.
Algunas citas célebres acerca del orgullo:
“Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen”. Alfonso X.
“Hay que dejar la vanidad, a los que No tienen otra cosa que exhibir”. Balzac.
“Todos los cementerios están llenos de gente que se consideraba imprescindible”. Clemenceau.
“La vanidad es la necedad del egoísmo, y el orgulloso, la insolencia de la vanidad” Caballero.
“Los que están siempre de vuelta de todo, son los que No han ido nunca a ninguna parte” Antonio Machado.
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