martes, 23 de diciembre de 2014

Reforzando el atraso

La incertidumbre caracteriza el quehacer partidario hasta tanto se definan los escenarios electorales, principalmente las candidaturas presidenciales de las dos grandes asociaciones electorales: La del perredeísmo en sus variadas expresiones; y la del peledeísmo en sus diversas pretensiones. Sin embargo, dos figuras asoman amenazantes en la definición del panorama. En el PLD parece inminente la decisión de Leonel Fernández de repostularse en busca de la candidatura presidencial, mientras que en el PRM ya se ha anunciado la decisión de Hipólito Mejía de lanzarse a la candidatura compitiendo con el joven Luis Abinader.
    
La decisión de ambos pone en tensión a sus respectivas comunidades partidarias, porque ambas decisiones recrean el viejo modelo de dominación caudillista que ha guiado el comportamiento de ambos dirigentes partidarios. Leonel Fernández pese a su formato modernizante, ha preferido ejercer su dominio de acuerdo al modelo del caudillismo  ilustrado que exhibiera el Dr. Balaguer, dándole continuidad a la tradición autoritaria, a la que se oponen algunos de sus colaboradores y que ahora compiten con él por la candidatura. Por su parte, Mejía que se manifiesta autoritariamente democrático incitando a sus contendientes a lanzarse a la competencia, ha ejercido su dominio dentro del más puro liderazgo autoritario tradicional de los tiempos del “conchoprimismo”, despreciando la conceptualización en la política.  
    
Esas características de esos liderazgos que combinan elementos de la modernidad con los del atraso tradicional, sirven de ejemplos que confirman el postulado de la sociología clásica latinoamarericana (Gino Germani) que reza que “la modernización con frecuencia refuerza los patrones de conducta tradicionales”. En este caso, la modernización democrática en nuestro país está operando de tal manera que fortalece el modelo tradicional del caudillismo político, por lo cual se obstruyen los procesos que viabilicen los principios democráticos de la “separación de los poderes del Estado y el de la alternabilidad”. Los caudillos proyectan su dominio de manera infinita (continuismo) suprimiendo la alternabilidad, al tiempo que tienden a controlar todas la fuentes del poder institucional (Ejecutivo, Justicia y Legislativo) suprimiendo la separación de los poderes del Estado.  
    
Esas son las razones sociológicas que justifican la percepción de que la democracia dominicana se encuentra amenazada por la permanencia del liderazgo caudillista, el cual trata por todos los medios lícitos e ilícitos de permanecer como la forma de ejercer el poder político en el país. El predominio de ese patrón de liderazgo, se generaliza y no solo se manifiesta en los grandes liderazgos, sino que se reproduce también en aquellos líderes o dirigentes que se definen como partidarios del “cambio” alternativo y por eso éstos  no logran expresar ni representar el sentimiento de la “oposición” que se define favorable al “cambio”. El cambio para una real democracia no cuenta con un liderazgo atractivo y efectivo.
    
Y por eso la mayoría de la población consultada por las encuestas, prefiere como liderazgo más racional o que razonablemente evitaría la vuelta al pasado tradicional, el que está representando el actual Presidente de la República, por lo cual esa misma mayoría se inclina por la reelección, ahora por dos períodos consecutivos.

¡Qué destino: Reelección para cambiar y seguir igual!   

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