sábado, 11 de enero de 2014

Ejemplo Japonés

El Japón que por estos años se muestra como la pujante nación que encabeza o marcha en lugares preferentes en los mercados mundiales de producción de automotores, aparatos electrodomésticos y equipos electrónicos aplicables a las ciencias médicas, las comunicaciones y la informática, quedó como un país empobrecido al término de la segunda guerra mundial, al extremo de que la República Dominicana, entre otros países del Nuevo Mundo, recibió hornadas de emigrantes nipones establecidos en el primer tercio del decenio de 1950, en tierras de Constanza, de Dajabón y de Duvergé, lugares en los cuales exhibieron la pujanza de un pueblo destinado a emerger de los percances y las penurias.
    
Antes de ello, por supuesto, los japoneses poseían las características de un pueblo desarrollado, con grandes astilleros, magníficas plantas aeronáuticas, fábricas de electrodomésticos y una gran flota naval y aérea para uso militar y comercial, al extremo de que tanto en la primera como en la segunda de las dos grandes guerras del siglo XX, los japoneses poseyeron un parque militar superior al de las naciones de Occidente; pero los terribles conflictos desvanecieron la pujanza y Japón se depauperó al extremo de necesitar el auxilio de otros países para albergar a sus hijos.
    
Hacia los años de las inmigraciones a la República Dominicana, Japón sufría los nocivos efectos de los dos conflictos bélicos, aunque recompuso con inteligentes acciones públicas –y cabe señalar que con el apoyo de su principal contendor, Estados Unidos- ese parque industrial que desde fines del siglo XIX, y más que nada, al ingresar al siglo XX, ya distinguía a los nipones como nación en desarrollo.
    
Políticas de apoyo financiero a los industriales destruidos, de sostén económico a nuevas iniciativas, de propulsión del ahorro público y doméstico, de adecuado aprovechamiento de la asistencia financiera reembolsable y no reembolsable ofrecida por los norteamericanos, alianzas con empresas similares a las creadas por ellos, pero de capital de la nación vencedora y otras decisiones similares, sacaron a Japón del abismo, para relanzarlo como el rico país que preexistió a las guerras.
    
A lo largo de los últimos veinte años Japón ha vivido una crisis económica que si bien no alcanzó las características de la última que sacudió a Estados Unidos y a varias naciones de Europa, no por ello dejó de surtir efectos sobre el pueblo asiático, que no por ello dejó traslucir a sus socios comerciales de Occidente sus penurias; crisis de la que se levanta en tiempos recientes, con el vigor que le es propio a ese pueblo y a sus gobernantes.
   
Por todo ello es ejemplo Japón para muchas naciones. Pero, pueblo minucioso y detallista además, no deja de ser ejemplo también por pequeñas acciones como las emprendidas en años recientes, cuando impulsa la siembra de una variedad de arroz que desarrolló a lo largo de siglos y de la que extrae una bebida alcohólica de secular aceptación, el sake. Hoy día, al ritmo de las exportaciones automotrices y de otros artículos de más valor de mercado, los japoneses se encuentran inmersos en esa otra y pequeña batalla por recuperar ese arroz de tipo tradicional, a partir del cual los ancestros de las actuales generaciones, destilaron la bebida que el año pasado supuso ingresos por exportaciones, de ocho mil quinientos millones de yenes, alrededor de ochenta millones de dólares, para los fabricantes del amargo pero digestivo alcohol japonés.
    
En medio de los números de las ventas al exterior de las fábricas automotrices y de otros artículos de mayor valor de mercado, es significativo el empeño ofrecido por el gobierno japonés a unos cultivadores de un tipo tradicional de arroz y el apoyo que nada menos que la oficina del Primer Ministro presta a los destiladores y exportadores del sake, en una prueba indudable de que ese pueblo no creció y se desarrolló como fruto del azar, sino como resultado de una tarea dedicada a lograr el bien común para los japoneses.
   
 Y por esta última e insignificante tarea, que no hace sino repetir en pequeña escala lo hecho para impulsar la producción a gran escala, los japoneses son un ejemplo para muchos otros pueblos de la Tierra.
 

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