jueves, 2 de enero de 2014

Un deseo dialéctico de año nuevo

El Año Nuevo es siempre motivo para los buenos deseos entre las personas. Se piensa que con el año nuevo se renuevan los esfuerzos y lo que no pudimos superar en el año viejo se piensa de forma mágica que el nuevo año traerá su solución. Así pues, pensando en el país, en el año viejo se manifestó una dialéctica cuya contradicción deseamos que este año evolucione de tal manera que salga ganando la democracia dominicana y su institucionalidad, para que mediante ella el país se impulse hacia el verdadero desarrollo humano, con efectividad y eficiencia pero a la vez con sentido de justicia y con una mayor igualdad.
    
La contradicción dialéctica surge del hecho de que a medida que el partido de gobierno ha demostrado su capacidad teórica y práctica en el manejo del Estado, ha logrado sentar las bases para edificar un dominio absoluto que apunta a una larga Era, suprimiendo a la oposición como una opción viable, con lo cual se violenta el principio democrático de la alterabilidad. Con la captura de todas las fuentes del poder político institucional, también se ha violentado el principio democrático de la separación de los poderes públicos, de modo que estos son, como reza la vulgata marxista, “la superestructura jurídico política que refleja el dominio de la clase dominante”. Esa nueva clase dominante ahora está vanguardiada por la cúpula del partido gobernante, la cual junto a sus relacionados también ha aprovechado su control político para integrase  a la oligarquía económica, a través de lo que se ha identificado como “la corporación peledeísta”, nueva expresión política y económica que ha renovado y suplantado a los sectores conservadores tradicionales de la Nación.
    
Ese balance sociológicamente antidemocrático, sin embargo, no ha sido todavía bien entendido en el plano local, aunque algunos sectores lo han percibido mediante la definición de una dictadura del partido único, tomando como referencia la vieja experiencia mexicana del PRI. Sin embargo, donde parece que se ha percibido con claridad es dentro de los sectores conservadores hegemónicos del imperio norteamericano. Dos expresiones recientes recogen y manifiestan esa  contrariedad con el régimen que se ha instaurado en la República Dominicana: El informe del CISS y la exposición pública del embajador Noriega para quienes  en el país se ha instaurado un régimen de partido único que atenta contra los derechos humanos universales, como quedó de manifiesto en la sentencia del TC, al tiempo de que el mismo amenaza la institucionalidad democrática en el país. Esos planteamientos son una clara manifestación contradictoria respecto a un régimen político nacional que parece haber perdido credibilidad y confianza en esos ambientes poderosos del imperio.  
 

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