viernes, 10 de enero de 2014

Protestas preocupantes

El plan de lucha iniciado por la Federación Dominicana de Comerciantes y que amenaza con una huelga nacional por 48 horas, es una señal que debe preocupar. Los paros iniciados en San Francisco y que abarcarán a otras localidades en forma escalonada, tienen su origen manifiesto en la resistencia del sector comercial para que la DGII no instale las impresoras fiscales que persiguen formalizar gran parte del comercio mediano y pequeño, al tiempo de aumentar las recaudaciones fiscales con el cobro de los impuesto que ahora, en la informalidad, son evadidos. Esa situación se agrava por la reacción, también en contra, de las amas de casa organizadas que se han manifestado opuestas a que se apliquen los aumentos del ITBIS a los productos pendientes de aplicación. 
   
Se sabe que la necesidad de recursos que tiene el gobierno, induce a recurrir al cobro de más impuestos a manera de aumentar los ingresos fiscales para responder a las necesidades presupuestales. Por esa razón en los últimos años se han aplicado unas siete reformas tributarias que han encarecido el costo de la vida y consecuentemente han deteriorado el poder adquisitivo de la gente, especialmente los de menos recursos.
   
Esas tendencias a medida que se profundizan han hecho que ciertos sectores sociales y empresariales, hayan dirigido su atención a la forma de aplicación del gasto público, reclamando que el mismo se ordene según prioridades racionales, exigiéndose que se reduzcan los gastos superfluos, así como aquellos provocados por el clientelismo partidario y que se han traducido en una empleomanía supernumeraria que supera ya los 600 mil empleados, muchos de los cuales son considerados “botellas” improductivas, pero que despilfarran buena parte de los recursos fiscales y ajenos, perdiéndose la oportunidad de destinarlos a la inversión pública reproductiva.
   
El círculo vicioso que esa lógica del gasto genera se ha justificado en nombre de una llamada estrategia de gobernabilidad, para cuya realización no sólo se dilapidan los recursos públicos, sino que obliga al gobierno a endeudarse cada vez más de forma peligrosa para la República, al tiempo de recargar de más impuestos a la población en general, que cada vez se reciente de la pesada carga impositiva, y sin que la misma signifique un sacrificio presente que se devuelva en un dinamismo económico con balance positivo para el futuro.
   
En ese panorama las protestas de los comerciantes y de las damas de casa contra los aumentos de los impuestos, no sólo descubre la tradicional resistencia al cambio, en este caso desde la sociedad informal en contra de la sociedad formalizada, sino que también esconde, sobre todo del lado de los comerciantes, su también tradicional predilección por una informalidad que propicia la evasión perjudicando al fisco. Pero siendo justos, también se evidencia el lacerante problema del derroche de los recursos públicos que se asocia al flagelo de la corrupción.
  
Las protestas de los comerciantes y las damas de casa, en medio de un ambiente cargado de negatividad, debe llamar a la reflexión, para una orientación de políticas que garanticen la paz y la tranquilidad de las familias dominicanas.

¡Qué se ponderen las protestas económicas!     

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