POR LITO SANTANAMañana el presidente Medina cumple su primer mes como jefe del Gobierno. ¡Qué rápido ha pasado! Los más lentos aún debaten si le dan o no los tradicionales cien días de tregua, cuando ya va casi un tercio de esa cantidad.
Naturalmente, 30 días no son nada comparados con los 1,440 que les tocará gobernar en los 48 meses que van del 16 de agosto del 2012 al 16 de agosto del 2016.
Sin embargo, estos 30 días han sido suficientes para marcar la ruta que ha de seguir este mandatario que se estrenó de manera muy particular con su mismo eslogan de campaña de “Continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo”.
Esto así, porque casi siempre los discursos de los que llegan al Palacio Nacional cambian en el mismo momento en que pasan de candidato a presidente electo y luego a presidente constitucional de la República.
Los detalles más relevantes de estos treinta día van asociados a su Plan de Alfabetización, el impulso a las pequeñas y microempresas, la asignación de cuotas mediante subastas para la importación de importantes productos de consumo masivo y, más que nada, el impulso de pequeñas obras en todo el territorio nacional. Unas obras que están iniciadas y otras que están en lista de espera por pedido popular.
Uno de sus ministros ha dicho que “la construcción de un pequeño puente en un paraje equivale para sus pobladores a una de las líneas del Metro construidas en el Distrito Nacional”, lo que ha caído muy bien entre la gente de los poblados pequeños, que con frecuencia se ven abandonados por los cabildos, instituciones supuestas a levantar este tipo de obras minúsculas.
El anuncio de que se reanimarán las ayudantías de Obras Públicas en el interior para construir caminos vecinales y pequeños tramos de carreteras, es otra buena iniciativa que ha contado con la aprobación de las comunidades más apartadas.
Una de sus decisiones cuestionadas, sobre todo por movimientos de partidos de izquierda, es la inminente firma de un pacto con el FMI, pero esa posición ha sido típica de estas organizaciones que han evaluado al organismo como un instrumento para exprimir a los sectores de bajos ingresos en base a la creación de impuestos, preservando el estatus quo de este sistema económico que es su razón de ser.
Entonces no se sabe si la oposición no ha dado los llamados 100 días de tregua por no ponerse de acuerdo o no hallan motivos para cuestionarlo. l
Naturalmente, 30 días no son nada comparados con los 1,440 que les tocará gobernar en los 48 meses que van del 16 de agosto del 2012 al 16 de agosto del 2016.
Sin embargo, estos 30 días han sido suficientes para marcar la ruta que ha de seguir este mandatario que se estrenó de manera muy particular con su mismo eslogan de campaña de “Continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo”.
Esto así, porque casi siempre los discursos de los que llegan al Palacio Nacional cambian en el mismo momento en que pasan de candidato a presidente electo y luego a presidente constitucional de la República.
Los detalles más relevantes de estos treinta día van asociados a su Plan de Alfabetización, el impulso a las pequeñas y microempresas, la asignación de cuotas mediante subastas para la importación de importantes productos de consumo masivo y, más que nada, el impulso de pequeñas obras en todo el territorio nacional. Unas obras que están iniciadas y otras que están en lista de espera por pedido popular.
Uno de sus ministros ha dicho que “la construcción de un pequeño puente en un paraje equivale para sus pobladores a una de las líneas del Metro construidas en el Distrito Nacional”, lo que ha caído muy bien entre la gente de los poblados pequeños, que con frecuencia se ven abandonados por los cabildos, instituciones supuestas a levantar este tipo de obras minúsculas.
El anuncio de que se reanimarán las ayudantías de Obras Públicas en el interior para construir caminos vecinales y pequeños tramos de carreteras, es otra buena iniciativa que ha contado con la aprobación de las comunidades más apartadas.
Una de sus decisiones cuestionadas, sobre todo por movimientos de partidos de izquierda, es la inminente firma de un pacto con el FMI, pero esa posición ha sido típica de estas organizaciones que han evaluado al organismo como un instrumento para exprimir a los sectores de bajos ingresos en base a la creación de impuestos, preservando el estatus quo de este sistema económico que es su razón de ser.
Entonces no se sabe si la oposición no ha dado los llamados 100 días de tregua por no ponerse de acuerdo o no hallan motivos para cuestionarlo. l
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