sábado, 22 de septiembre de 2012
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PARA SER UN BUEN POLÍTICO PRIMERO DEBEMOS APRENDER SER BUENOS CIUDADANOS...
A partir del carácter social del hombre se descubren relaciones que lo llevan a conformar comunidades que trabajan buscando el Bien común. Es así que aparece la política como elemento aglutinante de todos aquellos esfuerzos que buscan el bien común, pero con el transcurso de los tiempos la política se convierte en asegurar el bien común de unos pocos: de los que llegan a poder. A partir de la mera observación podemos deducir que el hombre no vive solo. De hecho, los hombres han vivido desde siempre en estado social. La sociabilidad le viene al hombre no del hecho de que convive con otros hombres sino de su propia naturaleza. En realidad, el hombre no puede ser comprendido sin incluir alguna referencia a su dimensión
social. En este sentido, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino enseñan que el hombre es un animal social y además político. Por eso el hombre desarrolla su actividad humana en diversas formas y niveles de convivencia, es decir, sometido a las diversas circunstancias que se le presenta dentro de su habitad, por tales motivos, lo social no puede serle analizado como algo extraño con entidad propia, lo social es algo humano y el hombre es su fundamento.
"El que el hombre es fundamento del orden social quiere indicarse, en primer lugar, que es el sujeto real en el cual lo social se verifica como realidad accidental o de inherencia. Lo social no es nunca un sujeto con consistencia real propia; no es sustancia; por el contrario se verifica siempre como algo que es del hombre, vale decir, como accidente humano."
Como ya hemos dicho, el hombre es el fundamento de la vida social cualesquiera que sean las formas o manifestaciones de ésta. De allí que sea importante redescubrir al hombre como eje y centro de la dinámica social.
"La persona política necesita de la vida social. Esta no constituye para ella algo sobreañadido, sino una exigencia de su naturaleza"; Por lo tanto, toda doctrina sobre el orden social debe comenzar por una recta intelección del hombre, su vida y sus fines.
Ahora bien, lo social al ser una propiedad del hombre, es decir un accidente que emana con necesidad de la naturaleza humana, consiste en un obrar o hacer juntos de muchos. Vale decir, en una practica común o colectiva que tiende a un fin.
Ahora bien el orden social de un político ha de encontrar su principio de ordenación en el fin social, que debe ser siempre el bien común.
"Por bien común, es preciso entender el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección".
En este sentido, el fin social de un grupo está determinado en su contenido por la perfección del hombre en su labor política, que es siempre una forma de actividad o vida y el bien común no es otra cosa que la perfección de la vida social. Entonces es ahí donde incide la moral.
Esta reflexión, debe llevarse a cabo simultáneamente en dos planos que se complementan: el plano de la fe y el plano de la razón y de la experiencia humana. Para el creyente, el plano de la fe incluye al de la razón y de la experiencia humana. Para el no creyente, el reflexionar por medio de ambos le mostrará la correspondencia entre ellos.
Una persona que tiene a su responsabilidad la administración de una entidad publica, sujeta al servicio social, debe tener la mayor integridad espiritual que sea posible y un profundo disentimiento para entender el sentido de la existencia humana, porque sus funciones están limitadas pura y simplemente a su investidura ya que todas las actitudes pragmáticas constituyen la voluntad, no de una persona común, sino, de un funcionario que tiene a su vez en sus manos decidir sobre el destino de los demás ciudadanos, y las mismas serán en provecho o perjuicios de todos, de modo, que cuando se tiene el poder la situación puede ser grave sino se actúa con verdadera prudencia y con verdaderos criterios lógicos.
Cuando una persona que ha contraído un deber para con su patria desde el momento de su juramentación al frente del Estado y ha de cumplir con una serie de responsabilidades delegadas por la misma sociedad, para propiciar su bienestar engaña, es algo sumamente preocupante. Si se tiene conciencia y raciocinio del bien común no debería haber ningún motivo para engañar, al contrario, debería haber transparencia en toda su labor, para mantener la confianza y el respeto de lo demás, pero lamentablemente esto es quizás de lo que mas carecen la mayoría de nuestros políticos porque se ha demostrado a través de los años que aspiran llegar a la administración publica para ultrajar y enriquecerse ilícitamente a costa del sacrificio de un pueblo hambriento y desesperanzado.
Lo peor de todo es que hurtan el poder de mañas para manipular y alcanzar fines a costa de lo que sea... compran puestos públicos como si se estuviera en una subasta que al final solo será favorecido el mejor postor y mientras todo esto ocurre, allí, esta sentado un inocente pueblo con el corazón afligido, marginado en la miseria; observando como el alma indolente de un animal se aprovecha de su ignorancia y de su nobleza...
Lamentablemente mucha gente cree que la moral es una serie de impedimentos arbitrarios al disfrute de la vida. La moral no es simplemente un conjunto de reglas para guiar nuestra conducta. Es eso, pero es mucho más que eso.
Nada más lejos de la verdad. La vida moral, para decirlo de forma bien sencilla, es la vida del amor: el amor a Dios y el amor al prójimo. Pero el amor no es algo sin forma, necesita un rostro bien definido. Los mandamientos y las virtudes configuran el rostro del amor, pues nos dicen qué constituye amor auténtico y qué no.
La mayoría de los políticos no tienen una visión auténtica de la moral porque no tienen visión auténtica de la persona. La moral se funda en la persona humana, más concretamente, en su dignidad. En términos de la dignidad de la persona, la moral es el modo de ser y vivir que respeta y promueve la dignidad de la persona humana.
El ser humano debe siempre procurar que sus acciones colinden con las normas que rigen la sociedad, para así vivir en paz con Dios y con la humanidad.
Las sociedades han ido perdiendo la credibilidad en quienes se promueven cada año electoral para ocupar un cargo publico y cada día a los llamados políticos le será más difícil convencer a un pueblo que tiene tantas huellas y tanto sufrimiento a lo largo de su historia, pues parece ser que El Político y la Moral no coinciden en sus caracteres.
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