jueves, 27 de diciembre de 2012
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Nuestra situación de seguridad es tormentosa, se ha vuelto realmente insoportable y temerosa, no se está seguro. Se pide con razón y justicia, un cambio de nuestra autoridad policial, desde la institucionalidad hasta el más simple de los agentes.
Casi han desaparecido los valores individuales, colectivos, patrióticos y ciudadanos en nuestra sociedad, incluso en la Policía, que, por demás también es influenciada por culturas extrañas a nuestra idiosincrasia.
Es verdad que necesitamos una policía, moderna con gente que tenga la convicción del servicio a los demás, con especialidades y disciplinada de manera estricta, desde el uso de un uniforme en adelante. Debemos empezar a fabricar ese policía, porque no podemos eliminar lo que tenemos de un plumazo, pero si, ir paulatinamente instruyendo en el aspecto policial, especialmente a la tropa y clase separando sin discriminar sus escuelas. Una es academia de policías y la otra escuela para oficiales. Respetando el escalafón promocional y la institucionalidad del mismo.
En una reforma, debemos variar uno de los conceptos que se tienen sobre los de gris, deben integrarse con la ciudadanía como parte de la sociedad, para ayudar al comportamiento ciudadano, sin menoscabar de ninguna manera su autoridad, que debe ser sin prepotencias o trujillismos ya trasnochados, el Policía, no tiene que estar por encima del ciudadano común.
(La construcción de un plan de Barrio Seguro como debe ser y, no como querían que fuera, es lo más perfecto para integrarse)
No podremos hacer reformas efectivas sin tener la educación ciudadana necesaria, que incluya al uniformado en la sociedad que va a proteger, además se debe tomar en cuenta que es humano y tiene derechos, como una asistencia social efectiva que balancee su actuación en el trato público y en su familia, hablamos de que el ser humano debe tener por lo menos lo más mínimo solucionado para que pueda rendir una labor eficiente, salarios, incentivos, viviendas, escuelas, salud individual y de familia, seguridad social. Para que ese hombre/mujer, puedan salir de sus casas a rendir un servicio despreocupados que en su hogar falte algo, que debe y tiene que solucionar como de lugar.
La policía nacional debe ser reformada, pero más en su aspecto social-ciudadano, que en lo que se quiere hacer. Es verdad la orquestación de elementos nocivos socialmente hablando a los que de la noche a la mañana no se les puede borrar, pero existen métodos de reemplazo, tanto para oficiales como tropa y clases. Pero fundamentalmente debe desde este mismo instante ir procreando bases para modificar la instrucción al alumno y cadete, para en el futuro cosechar una policía con un buen crédito dentro de la población.
Dios quiera iluminar a los llamados a esta reforma policial, para que busquen la sociabilización decente de un prospecto y posteriormente de un Policía, que enorgullezca al país por sus acertadas actuaciones en sus diferentes departamentos.
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