Leer los periódicos, se ha convertido en una pesadilla, éstos son generalmente, un compendio con un menú de noticias a cual más aterradora, muertes, asaltos, robos, acusaciones, violaciones, en fin, una larga cadena de situaciones desafortunadas.
No es que la prensa sea sensacionalista, su deber primordial es informar y eso hacen, es que si no se frena la situación que estamos confrontando, vamos camino a una catástrofe.
Estamos siendo invadidos por una serie de delitos, existen grupos que se han dedicado a incitar a la gente con noticias que verdaderas o falsas, son usadas con el fin de incentivar animadversiones.
Es cierto que la crisis y falta de trabajo sumen en la desesperación a la familia, pero no hay que dejarse confundir por quienes protegen aparentemente a la sociedad, cuando su verdadera función es patrocinar escándalos poniendo a circular rumores tras los cuales puede o no haber verdad, pero que deja a quienes los solventa, algún beneficio.
En los últimos tiempos el país ha estado en la palestra pública por la violencia de género, mujeres abatidas por celos y machismo que no es más que falta de hombría, dejando a la deriva familias con unos hijos traumatizados, que muchas veces han sido testigos de la crueldad del padre que en su presencia, asesina a la madre.
A esto se suman las violaciones sexuales, las muertes ocasionadas en asaltos y la práctica policial de “defenderse” de los delincuentes, que caen abatidos sumando dolor y muerte, esto se traduce en luto para muchos hogares.
Hay que poner mucha atención a lo que sucede con la Policía Nacional, esta institución en la cual deberíamos refugiarnos y sentirnos protegidos bajo su amparo, se ha convertido en el “cuco”, ya no se sabe donde estar seguros, si en un lugar donde se encuentre algún miembro de la Policía, ignoramos si éste es falso o verdadero y de ser realmente un vigilante del orden, cómo seremos tratados por éste.
El caso de los dos mensajeros de la remesadora que entregaban un envío de dinero en un barrio de la Capital y según el público presente en el lugar de los hechos, eran perseguidos por agentes policiales que dispararon matando a una mujer de 28 años que se encontraba cerca, junto a dos hijos menores, es como para sentir coraje contra los culpables.
Quién responde por esta muerte, aunque se efectúen las investigaciones de lugar y sea cual sea el resultado que arrojen, quién va a devolver a estos niños la vida de la madre, de que manera va a impedirse que crezcan con tan terrible imagen en sus mentes, ya carcomida por la dantesca escena.
En el “enfrentamiento” de hoy, la muerte tocó a una mujer cuya familia recibió la trágica noticia, ella “sin tener vela en ese entierro”, terminó enterrada, lo mas lamentable es, que no es la primera y tampoco será la última.
Esta situación precisa de mano dura y sanciones ejemplares, va más allá de caminatas, mucho más lejos que vigilias y oraciones que realmente pueden llevar calma al espíritu, pero que no van a redimir de por si, a esta plaga delincuencial que está creando pánico en la familia dominicana.
No es que la prensa sea sensacionalista, su deber primordial es informar y eso hacen, es que si no se frena la situación que estamos confrontando, vamos camino a una catástrofe.
Estamos siendo invadidos por una serie de delitos, existen grupos que se han dedicado a incitar a la gente con noticias que verdaderas o falsas, son usadas con el fin de incentivar animadversiones.
Es cierto que la crisis y falta de trabajo sumen en la desesperación a la familia, pero no hay que dejarse confundir por quienes protegen aparentemente a la sociedad, cuando su verdadera función es patrocinar escándalos poniendo a circular rumores tras los cuales puede o no haber verdad, pero que deja a quienes los solventa, algún beneficio.
En los últimos tiempos el país ha estado en la palestra pública por la violencia de género, mujeres abatidas por celos y machismo que no es más que falta de hombría, dejando a la deriva familias con unos hijos traumatizados, que muchas veces han sido testigos de la crueldad del padre que en su presencia, asesina a la madre.
A esto se suman las violaciones sexuales, las muertes ocasionadas en asaltos y la práctica policial de “defenderse” de los delincuentes, que caen abatidos sumando dolor y muerte, esto se traduce en luto para muchos hogares.
Hay que poner mucha atención a lo que sucede con la Policía Nacional, esta institución en la cual deberíamos refugiarnos y sentirnos protegidos bajo su amparo, se ha convertido en el “cuco”, ya no se sabe donde estar seguros, si en un lugar donde se encuentre algún miembro de la Policía, ignoramos si éste es falso o verdadero y de ser realmente un vigilante del orden, cómo seremos tratados por éste.
El caso de los dos mensajeros de la remesadora que entregaban un envío de dinero en un barrio de la Capital y según el público presente en el lugar de los hechos, eran perseguidos por agentes policiales que dispararon matando a una mujer de 28 años que se encontraba cerca, junto a dos hijos menores, es como para sentir coraje contra los culpables.
Quién responde por esta muerte, aunque se efectúen las investigaciones de lugar y sea cual sea el resultado que arrojen, quién va a devolver a estos niños la vida de la madre, de que manera va a impedirse que crezcan con tan terrible imagen en sus mentes, ya carcomida por la dantesca escena.
En el “enfrentamiento” de hoy, la muerte tocó a una mujer cuya familia recibió la trágica noticia, ella “sin tener vela en ese entierro”, terminó enterrada, lo mas lamentable es, que no es la primera y tampoco será la última.
Esta situación precisa de mano dura y sanciones ejemplares, va más allá de caminatas, mucho más lejos que vigilias y oraciones que realmente pueden llevar calma al espíritu, pero que no van a redimir de por si, a esta plaga delincuencial que está creando pánico en la familia dominicana.
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