Se ha dicho que en política “hay cosas que se ven y cosas que no se ven” y Don Juan le agregaba que muchas veces las que no se ven son más importantes que las que se ven. La sentencia del TC que desnacionaliza a dominicanos descendientes de haitianos, ha dividido en dos las corrientes de la opinión pública: la asociación de intereses que defiende la sentencia, convirtiéndola en fetiche contra los haitianos; y la asociación de intereses que la considera violatoria del estado de derecho, así como de la Constitución y de las leyes que conforman el marco jurídico de la Nación.
En ese orden es pertinente recordar que dicha sentencia fue precedida por decisiones administrativas de la JCE que despojaron de sus documentos de identidad a personas de origen haitiano, medidas que luego fueron refrendadas por la SCJ y Migración. Pero también como antecedente, el país asistió a una campaña ciudadana, después de la salida de Fernández, que se desató en los medios, en las redes y en las calles en contra del exgobernante, a quien se acusó de acto de corrupción, los déficits fiscales y de endeudamiento ilícito, campaña que fue acompañada de otras manifestaciones como los “juicios populares” además de sometimientos reales a la Justicia, que surtieron efectos demoledores contra la popularidad del ex mandatario.
Pasado los efectos de ese momento, la situación ha comenzado a variar: Primero por el buen posicionamiento del Presidente Medina que ha favorecido al PLD ; segundo, por la división inducida del PRD que lo reduce en su rol de única fuerza que pone en riesgo al PLD; tercero, la baja moral y estado de ánimo en torno a una posible alternativa; y cuarto, la percepción y realidad de que el PLD ha monopolizado todo el poder no sólo político sino también económico, convirtiéndose en partido único capaz de imponer un dominio totalizador de largo plazo.
En esas circunstancias es que las fuerzas que lidera el ex presidente, han decidido desarrollar una ofensiva destinada a relegitimar la figura del ex mandatario. Forman parte de esa ofensiva: las actividades del ex presidente en el plano internacional y nacional para fortalecer su imagen de único líder en capacidad verbal del país; la estrategia intimidante de sometimiento a la justicia nacional e internacional de sus detractores; y ahora la campaña “patriótica y nacionalista” en torna a la sentencia del TC. Por eso, aunque las acusaciones de “traidores” y el lema “muerte a los traidores” parecen expresiones temerarias, ridículas y carentes de fundamentos, las mismas sirven para fortalecer a toda una asociación emotiva y enardecida hasta la locura, la cual gira en torno al gran poder del PLD y del liderazgo de Leonel Fernández. Y eso es lo que no se ve en la política coyuntural.
De esa manera la campaña pro sentencia del TC no sólo cumple esa función que no se ve, sino que, y es lo peor, entretiene a la ciudadanía y a la oposición, tapando y debilitando las reales razones de su lucha por la emancipación de tantos males agravados por las políticas neoliberales asumidas por los últimos gobiernos.
viernes, 22 de noviembre de 2013
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