sábado, 30 de noviembre de 2013

Fomento de discordias

El pronunciamiento del Ministro de Estado de Defensa, Vicealmirante Sigfrido Pared Pérez, sobre la existencia de sectores interesados en conseguir una confrontación entre República Dominicana y Haití determina el surgimiento de muchas interrogantes, la primera de las cuales tiene que dirigirse precisamente a los grupos militares, cuyas organizaciones de investigación e inteligencia están llamadas a identificar a las personas como individuos o a los grupos sociales que puedan inclinarse por un conflicto de tal naturaleza.
   
Fuera de la isla de Santo Domingo azuzan grandes potencias por lograr la unión de ambos Estados, no tanto por eliminar a uno de ambos, sino deseosas de evitar que las emigraciones de haitianos lleguen a sus costas, huyéndole a la secular miseria que ha sufrido Haití, desde mucho antes de la proclamación de su independencia como República en 1804, pues son muchas las historias, algunas con características de leyendas, que hablan de los sinsabores de los esclavos en el Santo Domingo francés.

Esas potencias, que han presionado de maneras diversas por esa integración, ignoran, tal vez, que entre las dos naciones que comparten la isla existen diferencias culturales, anímicas, sociales, llamadas a limarse antes de conducir los dos pueblos a esa unión. Esas sutiles y variadas presiones externas pueden ser uno de los focos no cabalmente identificados, que son fuente de tensiones.

Es evidente que el Ministro militar no se refiere a estas fuentes de presión internacional, pues resulta imposible identificarlas, pues en ocasiones asumen recomendaciones, en otros momentos se visten de amenazas sobre Pueblo y Gobierno Dominicanos, acosados, tanto como acusados por toda suerte de violaciones a los derechos humanos de los haitianos.
   
Por consiguiente, descartada esta fuente de tensiones, se impone procurarlas en los territorios de ambos países, en donde por un lado, se apresan vehículos de propiedad de dominicanos, bajo las más peregrinas quejas y se retienen a conductores y a los aparatos, en actos de piratería por los cuales no se eleva ninguna voz en defensa de los afectados; pero también surgen voces que lanzan denuestos contra los dominicanos defensores de haitianos nacidos aquí, lo cual, por supuesto, abre espacio a escarceos tan innecesarios como inútiles, entre dominicanos.
   
Los pronunciamientos hechos por algunas autoridades de Estados en las Antillas Menores animan las tensiones entre ambos pueblos de la isla de Santo Domingo y se puede tener plena seguridad de que allí en donde esas voces se han levantado contra la República Dominicana, que son una forma de animación del descontento dominicano, no admitirían masivas oleadas de inmigrantes haitianos y sería conveniente que organismos multilaterales tan empeñados en procurar salidas a problemas de derechos humanos, propusiesen a esos gobiernos isleños, el recibo de esas oleadas migratorias haitianas.
  
Pero seguro que en ninguno de tales casos el Ministro militar hace referencia a estos casos, por lo cual, como una forma de responder los cuestionamientos a los que puede dar lugar su afirmación, se procure identificar las fuentes de conflictos, no necesariamente como acción de carácter público, sino para asumir control de las mismas, por la tranquilidad y el sosiego a ambos lados de la isla.

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