Por otra parte, visto desde fuera, el reformismo transfigura una imagen de división, mercantil y de poca fortaleza. Para optar por el poder, hay que convencer a la gente de que ese partido puede cambiar o por lo menos que está en una etapa de transformación verdadera. Esto se logra con acción y no con promesas que todos sabemos se las lleva el viento. Oí, en un reciente programa radial, decir a un distinguido dirigente reformista que él había apoyado una opción contraria a la escogida por su partido, por un asunto de “principios”, pero además pone como ejemplo la decisión tomada por Balaguer en 1996. Balaguer nunca aceptó alianzas de primera vuelta, las rechazó todas, aún siendo algunas de ellas muy convenientes. A eso se le puede llamar tener “principios”, lo otro es simple conveniencia de intereses individuales. Por VIRGILIO ÁLVAREZ BONILLA.--
sábado, 9 de noviembre de 2013
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Por otra parte, visto desde fuera, el reformismo transfigura una imagen de división, mercantil y de poca fortaleza. Para optar por el poder, hay que convencer a la gente de que ese partido puede cambiar o por lo menos que está en una etapa de transformación verdadera. Esto se logra con acción y no con promesas que todos sabemos se las lleva el viento. Oí, en un reciente programa radial, decir a un distinguido dirigente reformista que él había apoyado una opción contraria a la escogida por su partido, por un asunto de “principios”, pero además pone como ejemplo la decisión tomada por Balaguer en 1996. Balaguer nunca aceptó alianzas de primera vuelta, las rechazó todas, aún siendo algunas de ellas muy convenientes. A eso se le puede llamar tener “principios”, lo otro es simple conveniencia de intereses individuales. Por VIRGILIO ÁLVAREZ BONILLA.--
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