sábado, 9 de marzo de 2013

Natalicio de Sánchez


Francisco Sánchez del Rosario, a quien sus compatriotas han mencionado siempre como Francisco del Rosario Sánchez, nació en día como éste, ciento noventa y seis años atrás, con un lustro de diferencia entre su llegada al mundo y el instante en que Jean Pierre Boyer pisó suelo de la parte Oriental de la isla, con la excusa de que un grupo de dominicanos solicitaban esa invasión que permaneció en suelo de los dominicanos hasta febrero de 1844.
    
A él correspondió ser sostenedor de las gestiones iniciadas el 16 de julio de 1838, fecha en la cual se fundó la sociedad secreta de la Trinitaria, por un grupo de jóvenes inspirados por Juan Pablo Duarte y Díez, para declarar, por nueva vez, la necesidad de fundar en la parte Este de la isla de Santo Domingo, en el territorio que estuvo bajo dominio del alicaído imperio español, una República independiente, bajo la consigna de Dios, Patria y Libertad.
    
Sistemático en su labor, consistente en las acciones emprendidas, decidido a cumplir con la tarea encomendada, Sánchez no tuvo reparo en poner en peligro su vida por lograr el objetivo propuesto de independizar de Haití la porción ocupada por los criollos descendientes de españoles, un pueblo multicolor y multiétnico, entre los cuales no faltaron figuras como la suya, hombre de color, abanderado de la causa nacionalista dominicana.
    
Perseguido tenazmente por las fuerzas de seguridad de Haití, consiguió eludir las persecuciones y en trabajo solapado, algunas veces realizado desde su escondite en un pozo artesiano, cumplió la encomienda puesta sobre sus hombros, lo cual destacaba en carta dirigida a su hijo Juan Pablo, don Juan José Duarte, quien ponderó la obra de conquista de voluntades y de organización del proceso, cumplida por Sánchez.
    
Preciso es destacar que nadie faltó y nadie sobró en la obra emancipadora llevada a cabo por los trinitarios en los seis años cumplidos desde la noche en que reunidos en la casa de doña Josefa Pérez, doña Chepita, quedase organizada la Trinitaria, firmando con sangre de las venas de las muñecas de los conjurados, el sagrado compromiso de luchar por la proclamación de la República Dominicana.
    
La muerte de Sánchez, fruto de la traición, se produjo diecisiete años después del 1844, cuando decidido a que el compromiso de la independencia no se malograse con la anexión a España, procuró aglutinar un grupo de dominicanos que internándose en Haití para procurar armas y pertrechos, marchó desde el vecino territorio por la banda del sur central, y apenas llegó al suelo de sus amores, fue entregado a fuerzas anexionistas, cerca de El Cercado. Luego de un juicio sumario en el cual, como abogado, actuó en su propia defensa, se decidió fusilarlo.
    
Sus restos mortales reposan hoy en el Altar de la Patria, en donde su memoria y el recuerdo de sus hechos, reciben el homenaje de recordación de que son acreedores él y sus amigos de lucha, encabezados por Juan Pablo, el fundador y Matías Ramón Mella, el hombre del trabucazo en la Puerta de la Misericordia; y al llegar a este nuevo aniversario de su nacimiento, no puede menos que pedirse a Dios por su alma y la de todos los patriotas que lucharon por la proclamación de la República Dominicana.

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