lunes, 4 de noviembre de 2013

Inferioridad ante Haití

La increíble debilidad de la diplomacia dominicana ante el vecino gobierno de Haití se hace notorio hasta en un simple accidente de tránsito que llevó al chofer dominicano Abad Jiménez Noel a permanecer más que preso, secuestrado, pues ninguna gestión cumplida ante las autoridades haitianas de Cabo Haitiano, dieron fruto, no ya para que se llevasen adelante acciones concretas de carácter legal, pero ni siquiera para permitir que representantes familiares pudieran ponerse en contacto con el acusado.
    
Entre tanto, la Cancillería Dominicana ha dormido el sueño de los justos, en la seguridad de que este caso es un asunto insignificante ante los miles de otros problemas de mayor envergadura que llaman la atención de los funcionarios de la República Dominicana. Por insignificante que parezca, sin embargo, el apresamiento y prácticamente secuestro de un dominicano en un territorio en el exterior, debe atraer la atención de los funcionarios dominicanos.
    
Verdad o mentira, los familiares del chofer dominicano más que preso, aislado en un destacamento en Cabo Haitiano, han dicho que cumplía su trabajo como transportista por cuenta de una de las empresas dominicanas de traslado de cargas de productos diversos hacia Haití, cuando pisó el cuerpo de un nacional haitiano embestido por el vehículo de un haitiano, que, al atropellar a su compatriota, lo puso en el camino del chofer dominicano.
    
La versión que puedan aducir las autoridades haitianas, si es contraria a la que han hecho circular en territorio dominicano los parientes del chofer Jiménez Noel, debe ser puesta en conocimiento formal del acusado, de los abogados de la empresa aseguradora y de los familiares del acusado, pero no ha debido aislársele de la manera en que se realizó el apresamiento en Cabo Haitiano, como si Jiménez Noel hubiere atentado contra la seguridad del Estado haitiano.
    
Es más, las autoridades policiales haitianas, han debido poner en conocimiento formal de autoridades diplomáticas o consulares dominicanas, las versiones de lo acontecido, tanto la que hayan podido recoger como fruto de sus investigaciones como también la del chofer acusado como victimario. Lejos de ello, las autoridades de Cabo Haitiano aislaron al chofer, le han impedido mantener contactos con sus patronos, sus familiares o los representantes de la empresa aseguradora del vehículo que conducía, sin que en República Dominicana haya habido otra reacción, ante ese abuso, que la realizada por compueblanos, familiares y amigos del chofer acusado, que, por su cuenta, evitan el intercambio comercial que se lleva a efecto en Dajabón con compradores y vendedores del vecino territorio.

¿Y todo por qué? Debido a la ausencia de la mano del Estado Dominicano que, se reitera, mantiene una actitud poco menos que desconcertante, por no recurrir por nueva vez a la expresión de débil, frente a los desaguisos de los haitianos.
    
Lo cierto es que nada de lo ocurrido es explicable, no importan los argumetos que puedan exponerse, tras el cautiverio del chofer Jiménez Noel, que bien puede afirmarse de él que no es un dominicano más, sino que es, pura y simplemente, un dominicano que ha debido tener el auxilio del sistema consular dominicano en Haití y, en ausencia de éste, del cuerpo diplomático acreditado en Puerto Príncipe.

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