viernes, 25 de abril de 2014

La crisis del libro

El mundo de la cultura o de la industria cultural se halla de duelo en Latinoamérica. Ha partido el más grande escritor de la literatura hispana y uno de los más trascendentes del mundo. También el arte caribeño vio partir a Sonia Silvestre y José Feliciano, ambos intérpretes de ritmos caribeños y populares. Entre esas crónicas luctuosas discurre el día y la feria del libro. La revolución tecnológica ha traído la cultura digital y de la imagen; todo aparece en estado líquido, sin forma, más que la producida por el envase que contiene el producto. Según Zigman Bauman se está ante la moral y la cultura liquida. Esta cultura liquida está abatiendo la formalidad y el desempeño así como el espíritu de sacrificio. 

La faceta más dominante es la cultura contemporánea y de la era digital es la referida al predominio de la imagen, del icono, de la construcción de un ver y un vacío tal cual sostiene G. Sartori ya que en   esta sociedad se está horadando la capacidad de pensar y razonar en los individuos. El homo se debilita, se atrofia el sentido global, es menos proclive al pensamiento crítico. Dentro de esa lógica la sociedad misma ha ido creando un lumpen intelectualidad, que funciona como hacedor de la literatura chatarra que contribuye a zombificar a una parte considerable de la población adicto a los medios y las imágenes que se producen en esta sociedad teledirigida, hipertrofiada, en el raciocinio por una imagen manipulada y construida acorde a los intereses de mega corporaciones, quienes eran estrategias de dominación y seducción a escala planetaria. Estos nuevos iconos de la industria cultural se erigen en desafío para la literatura impresa, los políticos culturales orientados hacia la promoción de la lectura y la escritura.

 En la sociedad contemporánea han cambiado las escalas de accionar de los individuos, los niveles de compromiso con la construcción de una sociedad  basada en la ética del trabajo y el compromiso solidario. En este nuevo escenario social, el imaginario colectivo es seducido por el icono y la imagen así como reducido a un resorte electrónico que aporta informaciones de toda naturaleza. En la real existe una gran disponibilidad de información, pero el demos debilitado adolece de las herramientas, de la hermenéutica para someter a crítica e interpretación todo ese bagaje cultural, colocado en los más inauditos espacios del entorno virtual. En este escenario el libro impreso se halla en una situación difícil, se jerarquiza la imagen, no existen las iniciativas culturales para dar prioridad a la lectura y la difusión del libro. En esta coyuntura la feria del libro  debe procurar que se despierte el interés por los libros, revistas, periódicos, por la lectura crítica, por el analisis del discurso, por la construcción de una imagen real acerca de la sociedad.                         

El ministerio de cultura está llamado a crear y organizar un cuerpo de activistas culturales que se orienten a recrear desde las páginas de los libros el acero cultural del pueblo Dom. También desde este ámbito público se deben poner en ejecución políticas públicos que prioricen la producción y difusión de la literatura impresa. La difusión de equipos electrónicos y la disponibilidad de los libros virtuales han generado una situación agónica para el mundo del libro. Esta situación se agrava ante la actitud indiferente del ministerio de cultura el cual parece que no se ha dado cuenta que las viejas y clásicas librerías del país se están enclaustrando, no se observa un horizonte viable para sostener un negocio sin público y sin incentivos. 

Los elevados costes de los libros en el país han provocado que algunos estemos recurriendo a las tiendas virtuales para poder seguir teniendo acceso a las grandes corrientes filosóficas, económicas, políticas y culturales bajo las cuales se debate la realidad del mundo occidental. Los libros no muerden, son proveedores perpetuos de cultura. Apartar la información necesaria para interpretar y transformar el mundo. Para recuperar el realismo mágico latinoamericano, para encontrar el espíritu de aventura y justicia del Hidalgo Caballero De La Mancha, para encontrar desde el drama o la tragedia la realidad humana articulada literalmente por Shakespeare.                        

 Es el libro esa fuente, ese amigo que tributa cultura, tradición y conocimiento de la diversidad humana en las sociedades. 

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